jueves, 25 abril 2024

El coltán, los millones de muertos en el Congo y… nuestros teléfonos móviles

Al azar

María Victoria Ortega García »

Mucha gente no conoce que uno de los principales materiales con los que se fabrican los terminales móviles es un mineral llamado coltán, que es una mezcla de columbita (una mena del niobio) y tantalita (materia prima del tantalio) que se utiliza también en la fabricación de condensadores eléctricos y cuya extracción ha originado guerras, destruido ecosistemas y es causa de explotación laboral en sus lugares de origen.

Las principales reservas mundiales de coltán se encuentran en África, concretamente en el este de la República Democrática del Congo, y este país ha sido invadido por su vecina Ruanda, que es quien actualmente gestiona la explotación del mineral. Por la posesión del coltán, entre otras causas, se ha desatado en la zona una guerra que dura desde 1998 y que ha causado ya casi 5 millones y medio de personas ignoradas por la prensa de los países occidentales.

Es en esta misma zona donde se encuentras dos parques nacionales, el de Kahuzi-Biega y el de Okapi, que son hábitats de gorilas y elefantes.

Los trabajadores de las minas de coltán, trabajan bajo condiciones infrahumanas y están expuestos a dosis de radiación por encima de los límites establecidos legalmente.

Las principales empresas de telefonía móvil se han manifestado en contra de la explotación ilegal de coltán. Sin embargo, hay cierta cantidad de mineral procedente del Congo que se mezcla con el de otros países como Tailandia, y en esos casos no es tan fácil conocer su procedencia. Otras empresas, a pesar de las denuncias, lo importan directamente del Congo. De este modo, si aumenta la demanda de móviles por parte del consumidor también aumenta la demanda de materias primas por los fabricantes y al final lo que importa es la cantidad de mineral necesaria para su fabricación y no se controla tanto si el coltán utilizado es el legal, el extraído ilegalmente y mezclado con el legal o el ilegal abiertamente.

Los consumidores –muchos cambiamos de modelo de móvil cada año– que podemos tener de media más de dos terminales por cabeza (como mínimo), que sabemos mucho sobre cuál es el último grito en “smartphones” o sobre cuál es el sistema operativo que mejor satisface nuestras necesidades, sabemos más bien poco o nada de qué es, para qué sirve o de dónde viene o el coltán. Tampoco conocemos otras cuestiones, no menos importantes, como pueden ser lo poco que cuesta reciclar la mayor parte de los componentes de un móvil, o sobre la tasa de radiación electromagnética que nuestro cuerpo absorbe al utilizarlo (SAR, siglas del inglés Specific Absortion Ratio). 

Para finalizar, voy a realizar dos reflexiones desde puntos de vista diferentes, uno como consumidores (o usuarios de nuevas tecnologías) y otro como personas (o seres humanos, unos habitantes más de nuestro planeta).

Como consumidores, por lo tanto, tenemos el derecho y la obligación de estar informados y a exigir a las compañías de telefonía móvil que expliquen el origen de los materiales que usan para la fabricación de sus componentes, presionarles para que rechacen el comercio que lleve aparejado, injusticia, violencia o muerte y/o no sea respetuoso con el medio ambiente, y obligarles a que nos informen de forma clara e inequívoca de todas las características de los terminales móviles, incluidas aquellas que pueden tener una posible efecto nocivo sobre la salud (SAR, por ejemplo).

Como personas, además, ¿es ético cambiar de modelo de móvil cada año por gusto sin ninguna necesidad aparente cuando desconocemos todo lo negativo que acarrea su fabricación?

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