Así de enfurecido se pone el clorato potásico cuando le dan a probar un osito de gominola.
La explicación es sencilla: el clorato es un fuerte agente oxidante. Se descompone fácilmente produciendo oxígeno:
2KClO3(l) → 2KCl(s) + 3O2(g)
y el oxígeno reacciona con la sacarosa generando mucho calor y muchos gases.
C12H22O11(s) + 12O2(g) → 12CO2(g) + 11H2O(l) (∆rH° = -5645 kJ/mol)
Ambas reacciones se alimentan mutuamente. El calor producido en la segunda hace que la primera se acelere, creándose más oxígeno que alimenta aún más la combustión de la sacarosa.
Para empezar la reacción hay que calentar el clorato hasta fundirlo o bien añadirle una gota de ácido sulfúrico concentrado.
El experimento demuestra la gran cantidad de energía que almacenan los carbohidratos, energía que utilizamos cuando los ingerimos. En nuestro cuerpo quemamos los azúcares según la misma reacción anterior, pero no se nos “quema el estómago” ni echamos humo como una locomotora de vapor porque la molécula de azúcar la vamos degradando poco a poco con ayuda de enzimas.
Ni que decir tiene, si quieren hacer este experimento deben guardar todas las medidas de seguridad. Observen cómo el experimentador tiene el tubo de ensayo inclinado en la dirección contraria a donde él se encuentra.