Hay un término ingles en boga que es “Biobased Chemistry”. Se refiere a un tipo de biotecnología industrial que consiste en la fabricación de productos químicos utilizando enzimas, microorganismos, fermentación o biocatálisis en cualquier etapa de la producción así como la fabricación de productos químicos a partir de recursos renovables.
Esta estrategia tiene muchas ventajas, entre las que se cuentan la menor emisión de gases de efecto invernadero, la reducción de compuestos orgánicos volátiles y otros contaminantes atmosféricos y el menor consumo de energía.
Se está aplicando con buenos resultados a la obtención de plásticos. Así por ejemplo, desde hace algún tiempo la compañía Coca Cola fabrica una parte de sus botellas de tereftalato de polietileno (polímero de ácido tereftálico y etilenglicol.—1,2-etanodiol) recurriendo al glicol de origen vegetal en lugar del derivado del petróleo. También se está fabricando polietileno a partir de caña de azúcar.
Quizá el primer gran éxito a escala industrial en este campo se consiguió hace 10 años al conseguir convertir almidón de maíz en ácido poliláctico, un biopolímero que competir con eficiencia con bastantes fibras y plásticos petroquímicos.