Según la revista médica The Lancet, en 2024, se han registrado más de 10 millones de casos de dengue en 176 países, con más de 24 000 casos graves y 6508 muertes, lo que lo convierte en el peor año para esta enfermedad. La mayor parte de los casos se concentra en las Américas. La OMS ha clasificado el dengue como una emergencia de grado 3. Factores como la urbanización, el cambio climático y la movilidad global están facilitando la propagación del virus y del mosquito Aedes, su vector. Eventos climáticos extremos han aumentado la reproducción de mosquitos y la transmisión del virus.
El potencial de transmisión del mosquito Aedes aegypti ha aumentado un 42,7 % desde la década de 1950 debido al aumento de las temperaturas. En África, 15 países han informado de transmisión activa del virus, y la falta de experiencia clínica y recursos complica la respuesta a la enfermedad. A pesar del impacto significativo en los sistemas de salud y la economía, el dengue no recibe suficiente atención y recursos. Las medidas de control suelen ser reactivas y no preventivas.
Para combatir el dengue de manera efectiva, es necesario un enfoque a largo plazo que incluya programación integrada entre sectores relevantes, aumento de fondos para prevención, gestión, tratamiento y vigilancia, y la incorporación de la prevención del dengue en la planificación urbana como medida de adaptación al cambio climático. Nuevas tecnologías y vacunas ofrecen esperanza para la prevención, pero se necesita un enfoque multifacético y multidisciplinario para abordar tanto las amenazas inmediatas como los factores a largo plazo que impulsan la propagación del dengue.
