viernes, 19 diciembre 2025

Restos antiguos de obras hidráulicas y hornos en Ubrique

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La imagen que aparece sobre estas líneas corresponde al fondo de un agujero cilíndrico o más bien troncocónico que presenta la roca en la orilla de  un punto de gran pendiente del río Ubrique. La boca del tronco de cono tiene unos 60 cm de diámetro; la base, unos 75. El agujero, vertical y de formas muy regulares, tiene unos 2,5 metros de altura, aunque podría ser más profundo porque el fondo está aterrado (calculamos un metro más). Sobre la boca, 4 o 5 metros más arriba, se observan lo que parecen restos de una acequia antigua.


A pocos metros de esta estructura, río arriba, se encuentran piedras agujereadas en el lecho del río. Estos agujeros, de entre 15 y 18 cm de diámetro, son muy regulares, por lo que no parecen obra caprichosa de la naturaleza.


Creemos que podría tratarse de restos de un ingenio hidráulico muy antiguo, viniendo a reforzar nuestra hipótesis el hecho de que las paredes interiores del tubo grande parecen estar revestidas de un aparejo que evoca el opus signinum de los romanos. En el tubo se puede entrar por un gran boquete que tiene abajo, pero da la impresión de hacer estado perfectamente cerrado cuando, como sospechamos, fue excavado en la roca. Probablemente los impactos de las piedras y los troncos arrastrados por el agua en las crecidas del río han roto la pared.

Donde se observan las rocas agujereadas en el lecho del río aparecen también restos de lo que pudo ser parte de un azud de mampostería de piedra más moderno y de una acequia también más reciente.

Si realmente estamos ante los vestigios de un ingenio hidráulico, podría tratarse de un batán, una ferrería (de las que utilizan la fuerza del agua para accionar el martinete) o un molino de cubo. Restos de instalaciones de este tipo existen en la Sierra de Cádiz. Los agujeros en las piedras del lecho del río podrían servir para afianzar los pilones de madera con los que se formaría el tosco dique del azud (si bien, lógicamente, no cabe descartar otras posibilidades, como la de un vado).

Para valorar si estos restos podrían corresponder a un molino de cubo explicaremos a continuación su funcionamiento. (El de los otros ingenios hidráulicos mencionados es análogo, aunque con variantes).

Los molinos de cubo

Como se sabe, en los molinos antiguos la molienda se realizaba haciendo girar una pesada piedra (tipo volandera o tipo muela) sobre otra plana llamada solera. Para mover la piedra que reducía el grano del cereal a harina se usaba la fuerza animal o bien se aprovechaba el viento (energía eólica) o la presión de una corriente de agua (energía hidráulica).

Había dos tipos básicos: las aceñas y los molinos de acequia o caz. En las primeras, una rueda vertical de paletas se instalaba directamente en un cauce importante de agua (río, torrente o manantial) para que la fuerza de la corriente la moviera, transmitiéndose este movimiento a la piedra de moler. Estas ruedas se denominan vitrubianas en honor al ingeniero romano Vitrubio, que describió por primera vez un molino hidráulico hace 2000 años.


Por el contrario, en los molinos de caz el agua que se utilizaba se traía hasta el molino por una acequia. Para ello, en el río se construía una pequeña presa o azud y de esta partía el canal que conducía el agua hasta el molino. Allí, el agua caía sobre una rueda de cangilones o sobre una rueda vitrubiana o bien se introducía en un conducto estrecho (saetillo o saetín) que proyectaba el agua a gran presión sobre los álabes (cucharas) o aletas de una rueda dispuesta horizontalmente llamada rodezno cuyo giro se transmitía a la muela volandera. La cámara donde se hallaba el rodezno se llama cárcavo. Después de cumplir su función, el agua salía del cárcavo por el socaz y se vertía en el río.


El agua podía llegar al saetillo por una pronunciada rampa o por un cubo. El cubo es un cilindro vertical que puede superar los 10 metros de altura por cuya boca entraba el agua de la acequia. Normalmente estaba construido de sillares de piedra unidos con argamasa, aunque también hay cubos de ladrillo.

Un antiguo molino de cubo de Benaocaz

Las siguientes imágenes corresponden a un antiguo molino de este tipo existente en Benaocaz. Tiene una alberca que recoge aguas de los nacimientos del pueblo; de ella parte un canal que conduce al cubo, de unos 8 metros de altura. Desagua al arroyo Seco, que acaba en el río Ubrique.


El sistema del cubo era idóneo para molinos construidos en lugares cuyos cursos de agua son poco caudalosos o están sujetos a grandes variaciones estacionales, ya que este ingenio proporciona más presión hidráulica. Parece que datan de época bajomedieval y con casi toda seguridad los trajeron a Al-Ándalus los árabes. Abundan en Extremadura y Andalucía. En Cataluña parece que se introducen a finales del siglo XII (igual que los batanes). Los investigadores Palao, Gil Meseguer y Gómez Espín, de la Universidad de Murcia, han investigado una serie muy interesante de 11 molinos de rodezno con cubo situados en la misma cuenca (Rambla de los Molinos, Sierra Espuña) y han averiguado que en el siglo XIII empezó a extenderse el uso de este tipo de molinos en la región y que en el siglo XIV se multiplicó su número. Muchos de ellos los construyó la Orden de Santiago. En esta imagen podemos ver uno de los extraordinarios molinos de cubo de Sierra Espuña, de la primera mitad del siglo XIX.


Los restos que se encuentran en el río Ubrique los descubrió el Taller de Medio Ambiente Aire Libre (TAMAL) de la localidad gaditana hace año y medio en un momento en que el río venía muy crecido y la corriente apartó mucha maleza. Como se sabe, TAMAL lleva mucho tiempo investigando el hábitat rural de la Sierra de Cádiz, incluyendo todo tipo de elementos relacionados con antiguas actividades industriales.


Vestigios de hornos muy antiguos en el río Ubrique

Hace algún tiempo, TAMAL localizó en la zona de la Vega, de Ubrique, lo que ven en la imagen superior sobre estas líneas y las que siguen. Parece tratarse de restos de un horno de ladrillos, tejas y vasijas. El descubrimiento parece importante por el volumen de los restos encontrados, con varios niveles de escombros que pueden significar dos cosas: que funcionó en distintas épocas o que ha sido afectado por varias riadas, ya que se encuentra junto a un curso de agua.

Cerca de este lugar se encuentran vestigios de lo que pudo ser un horno, secadero o alambique muy antiguos.

Aguas abajo sea aprecian restos de otro horno cerámico, y en sus alrededores hay restos de piezas romanas.

También hemos encontrado en la zona hornos de yeso y, más abajo, vestigios de una almazara romana, incluida una piedra de molino

¿Un horno púnico?

Dentro de las investigaciones de TAMAL para dotar de contenidos nuestro proyectado Ecomuseo del Hábitat Rural hallamos un horno que, según un arqueólogo que nos acompañaba, bien podría ser de la época púnica (siglo III a. C.) o romana. Le falta la cúpula, pero que quedan las paredes laterales y posiblemente el fondo, aunque esto no se puede ver sin una excavación porque está colmatado de tierras. Es de tipología parecida a otro que encontramos hace cinco años en el embalse de Bornos que, también según un arqueólogo, es púnico. Ambos hallazgos fueron comunicados en su momento a las autoridades arqueológicas provinciales.


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