En el número 38 (abrl de 2009) de la Revista de Estudios Campogibraltareños Almoraima encontramos el artículo La torre de la iglesia de San Isidro en Los Barrios (1766-1769), un trabajo excepcional de la arquitectura carmelitana de Fray José de San Miguel, cuyo autor es Manuel Álvarez Vázquez, cronista oficial barreño. De la lectura de dicho artículo sabemos de la existencia de otro ubriqueño olvidado, el dicho José de San Miguel, un fraile lego que además era arquitecto.
De su vida no se sabe casi nada, excepto que nació en “Uvrique” (así se dice literalmente en un documento) y que fue enterrado el 1 de abril de 1770 en la parroquia de San Isidro Labrador de Los Barrios, templo que él mismo construyó en parte.
Esta iglesia, que es el elemento arquitectónico más emblemático de aquella ciudad campogibraltareña, es del tipo de torre-fachada, como las de San Miguel, en Jerez, o, en cierto modo, las de San Pedro y Santa María en Arcos. Pues bien, la torre la levantó completamente José de San Miguel.
En opinión de Álvarez Vázquez, dicha torre es un “excepcional exponente de ese tipo de fachada en la arquitectura carmelita”, es decir, basada en las normas de pobreza y humildad dadas por Teresa de Jesús. El historiador barreño nos explica que los carmelitas descalzos diseñaban y construían a menudo sus propios conventos e iglesias, ya fuera formando arquitectos o empleando a arquitectos que, por una tardía vocación, ingresaban en la orden como hermanos legos. Pudo ser el caso de fray José de San Miguel.
De acuerdo con Álvarez Vázquez, esta obra del personaje ubriqueño del que hablamos, “por su situación y disposición, se debe considerar no sólo como un notable ejemplo entre las torres-fachadas gaditanas, sino también como un elegante e inacabado modelo de portada-retablo”. Puede decirse que el estilo es clasicista, pero conteniendo elementos eclécticos.

Por encargo del obispo Tomás del Valle, fray José de San Miguel inició las obras de la torre en torno al mes de octubre de 1766 según un proyecto basado en la proporción 4:1, ya que la altura sería de 36 varas y la anchura de 9, con cuatro cuerpos prismáticos y un chapitel piramidal; el tercer y cuarto cuerpos tienen planta ochavada u octogonal. Como materiales empleó sillares de arenisca y ladrillos.
La terminó muy pronto, hacia marzo de 1769, quedando pendiente de instalar un reloj que tenían que traer de París y la campana, que se estaba fundiendo en Cádiz.
Además de la torre, fray José de San Miguel había participado en la construcción del resto del templo, al menos en dos periodos: 1755-1760 y 1766-1770, y quizá también en 1745, según las averiguaciones que ha hecho el cronista oficial de Los Barrios.
Otras obras de Fray José de San Miguel

Pero no fue esa su única obra arquitectónica. Fray José de San Miguel había sido hermano lego en el Desierto del Carmen Descalzo de San José del Cuervo (Benalup) y allí había participado en la construcción del templo conventual, probablemente entre 1739 y 1742 y también en 1756. Más tarde también edificó la capilla de San Pablo de la iglesia parroquial de San Mateo de Tarifa (cuya fachada –a la izquierda–, es del célebre Torcuato Cayón) .

Los “desiertos” carmelitas eran monasterios que se levantaban en terrenos yermos o despoblados con la pretensión de fomentar las prácticas anacoretas de los frailes. El del Cuervo se edificó en la garganta del mismo nombre, poniéndose la primera piedra en 1717. Según Álvarez Vázquez, la iglesia la iniciaron más tarde fray Bartolomé de San Pablo y fray Acisclo de San Rafael, pero quien le dio empuje definitivo fue José de San Miguel. El cronista oficial barreño, que fue quien descubrió la autoría de la torre de la iglesia parroquial de Los Barrios, señala que hay evidente parecido entre esta construcción y la del Desierto del Cuervo, edificación algo ruinosa que, por cierto, acaba de ser inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

Fray Sebastián no cita a José de San Miguel
El cronista de Los Barrios destaca que Fray Sebastián de Ubrique no cita a José de San Miguel en su nómina de ubriqueño ilustres. (Sorprendentemente, tampoco menciona a otros destacados hijos de la localidad como los primos Miguel de Olivares, arquitecto, y José Fernández Guerrero, escultor imaginero, ni a clérigos muy importantes y conocidos en ámbitos religiosos como los dos generales que dio Ubrique a la Orden Trinitaria o el obispo Francisco Panal (Leopoldo de Ubrique) –y eso que era capuchino, como Fray Sebastián–, que se enfrentó al dictador dominicano Trujillo, o el joven “mártir” republicano Cristóbal Bohórquez Gómez). Es como si le tuviera manía a algunos personajes.
Sí dedica, sin embargo, una o dos páginas al que llama “eminentísimo ingeniero” fray Pedro de Teba, que trajo el agua al convento de Capuchinos de Ubrique y que asimismo la llevó a Gibraltar cuando aquella plaza era española, realizando otras obras hidráulicas en Jerez y Málaga. Fray Pedro de Teba murió en Ubrique en 1701 con 75 años de edad.

