Pepe Arroyo, coordinador del Taller de Medio Ambiente Are Libre de Ubrique, encontró en un lugar no lejos de Ubrique las pinturas rojas que adornan una pared caliza y que se muestran en las imágenes. A falta de un análisis químico, el pigmento usado es casi con total seguridad, hematites (óxido de hierro) u ocre rojo (hematites con arcillas). La tipología coincide con la de las clásicas pinturas de arte esquemático.

Entre los motivos destacan claramente antropomorfos ancoriformes (o golondrina), acompañados de algunas barras. Por ello, es probable que estas manifestaciones pictóricas puedan datarse en el Neolítico final – Calcolítico (Edad del Cobre) y muy posiblemente se puedan relacionar con el megalitismo de la zona. Tampoco se puede descartar que las pinturas sean algo más tardías (de la Edad del Bronce), si bien el Calcolítico es sin duda su momento de esplendor.

En la provincia de Cádiz se han descubierto decenas de abrigos con pinturas en los últimos tiempos, sobre todo al sur del parque de Los Alcornocales, y también hay muchos en los alrededores de la laguna de la Janda. Pero estos serían las manifestaciones de arte rupestre más septentrionales de la zona.

El hallazgo se produjo dentro de las actividades de trabajo de campo que realiza desde hace años el Taller de Medio Ambiente Are Libre de Ubrique para localizar habitaciones humanas, ingenios técnicos e instalaciones agropecuarias que merezcan ser incorporar a una base de datos del hábitat rural de la Sierra de Cádiz y a un catálogo de nuestro patrimonio etnológico, según Pepe Arroyo.


El abate Breuil buscó en Ubrique sin éxito arte rupestre en 1912
Henri Breuil (1877-1961) fue un cura francés que nos convenció a los españoles de que multitud de pinturas rupestres, en muchos casos conocidas por campesinos y pastores desde antiguo, tenían gran valor. (Suele ser habitual en nuestro país que, a falta de fe propia, adoptemos la fe ajena). Desde 1911 estuvo visitando diversas partes de España para “descubrir”, calcar y estudiar motivos de arte parietal, investigaciones que reveló a los especialistas de todo el mundo mediante buen número de publicaciones. Trabajó mucho con el prehistoriador y paleontólogo Hugo Obermaier (1877-1946), un cura alemán que acabó nacionalizándose español y que formó a los primeros grandes prehistoriadores de este país. (Existen muchos paralelismos entre Breuil y Obermaier, no solo el de la fecha de nacimiento o su pasión por el arte prehistórico español: ambos se ordenaron sacerdotes el mismo año: 1900).
Pues bien, a partir de 1912 aproximadamente, Breuil realizó varias campañas en Andalucía, especialmente en la zona norte de Córdoba y en las serranías de Málaga y Cádiz. Y estuvo en Ubrique, pero no encontró lo que buscaba. Hablaría con muchos lugareños, sin duda, pero quizá no con los pastores que movían sus ganados por los intrincados vericuetos de lo que hoy llamamos el parque natural de Los Alcornocales.
Así explicó el propio Breuil lo que averiguó por estas sierras, que algo hubo:
El descubrimiento de las pinturas paleolíticas de la caverna de La Pileta, en Benaoján (Málaga), por coronel W. Verner me dio la esperanza de otros hallazgos análogos. Guiado por esta perspectiva, visité un cierto número de calidades de las montañas calcáreas de las Sierras de Ubrique, de Grazalema, de Ronda y de los alrededores de Antequera, Loja y Granada. El resultado no correspondió a mis deseos: aunque muchas de ellas contenían abundantes vestigios de cerámica neolítica y eneolítica, no descubrí en ellas ningún vestigio de pinturas o de grabados.
(Eduardo Ripoll (ed.): «Abate H. Breuil, Antología de textos»,. Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona, 2002)

La intención de Breuil de visitar Ubrique y sus alrededores la conocemos por unas cartas que escribió a Jorge Bonsor, un arqueólogo, historiador y pintor cuyo nombre de nacimiento era George Edward Bonsor (1855-1930) que se enamoró de España, especialmente de Carmona, y aquí se quedó para nuestra fortuna, ya que contribuyó, como Breuil y Obermaier, a enseñarnos el valor enorme de nuestro patrimonio. La correspondencia entre Breuil y Bonsor la recopiló Jorge Maier en su libro Epistolario de Jorge Bonsor (1886-1930) (Real Academia de la Historia, 1999).
La primera misiva en la que Breuil le habla a Bonsor de Ubrique la escribió aquel en París el 10 de noviembre de 1912. Se desprende de ella que ya había visitado la zona, pues Breuil cita el Berrueco, en cuya cueva entró, pero no encontraría mucho porque el abate le decía a Bonsor que, aunque quizá volvería a Ubrique, lo haría con un interés menor:
Estimado señor:
(Eduardo Ripoll (ed.): «Abate H. Breuil, Antología de textos»,. Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona, 2002)
Me agrada haber recibido su carta, tanto más cuanto que estuve pensando en usted la pasada primavera, la cual pasé todo el tiempo en Andalucía.
Estuve en Algeciras desde mediados de marzo, y estudié, cerca de Ronda, una extraordinaria cueva con dibujos descubiertos por un amabilísimo coronel jubilado inglés, establecido en Algeciras
Pensé ir a Sevilla para las fiestas de Semana Santa, pero, un poco por el exceso de cansancio, se me quitaron las ganas, y me quedé prosaicamente en Algeciras y Gibraltar.
Cuando acabó el mes de abril, tuve que marcharme a Sierra Morena (Almadén y Madrona) y aplazar para otro año el viaje a Sevilla y Alcores, a donde el señor Pierre Paris me pidió encarecidamente que tomara la dirección.
Probablemente haré casi el mismo viaje la primavera que viene, con más ganas en Sierra Morena y muchas menos en Ronda y Ubrique.
Me atrevería a incitarle a una excursión, creo que no la rechazará. He dejado en la propia caverna de la Pileta (Benaojan, Málaga), un inmenso yacimiento que supongo será neolítico y que no excavaré, esta edad sobrepasa los límites de mi especialidad; hay 5 metros de capas de cerámica bastante primitiva, en un punto; en otro muchos fragmentos decorados. Desgraciadamente no hemos encontrado paleolítico en nuestros sondeos, y sin embargo existe en algún rincón. ¿Le sucede esto quizá?
En otra cueva conocemos la existencia de una necrópolis intacta, no hemos podido penetrar en ella, necesitamos una escalera que llevaremos este año; un viejo dueño nos dijo que allí había calaveras y vasos enteros a miles… Nosotros no le dijimos nada acerca de lo qué buscábamos, es verdad. ¿Estaría dispuesto a seguir esta pista si mi visita confirma esta indicación? Ya que no puedo detenerme ante un yacimiento como este, si las pinturas murales y el paleolítico son falsos y, sin embargo, puede ser un bello descubrimiento.
Mi viejo coronel es un ornitólogo y un magnífico rastreador, pero no tiene ganas ni medios para hacer las excavaciones.
Desde la cima de Berrueco donde se abre muy discretamente esta gran cueva que apenas se entrevé desde un centenar de metros, vimos, a lo lejos, la planicie de Sevilla, y le hablé de usted, manifestando mi pesar por que no está usted con nosotros. ¿Sería esto posible en 1913?
Desearía, en cualquier caso, no tardar más en ir a visitarlo, y será probablemente, para Semana Santa.
Acepte, señor, mi saludo más sincero,
Henri Breuil
Mes y medio más tarde (el 27 de diciembre) Breuil escribía de nuevo a Bonsor desde París y le decía que probablemente iría de nuevo a Ubrique. El abata francés tenía mucho instinto y estaría recelando de que algo interesante existiría pero él no hubiera tenido la fortuna de encontrarlo. Esto decía:
Estimado señor:
(Eduardo Ripoll (ed.): «Abate H. Breuil, Antología de textos»,. Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona, 2002)
He recibido su carta del 17 de diciembre, en la que me relata interesantes detalles sobre sus relaciones con el país que yo recorrí, en parte, la primavera pasada y al que tengo grandes deseos de volver este año.
En cuanto a mis proyectos, puedo decir lo siguiente: quiero ir a Vélez Blanco a finales de febrero, para ver algunas mediocres rocas pintadas y comenzar una excavación en refugios del paleolítico superior, muy prometedores, pero que aún no puedo impulsar a fondo.
Hubiera deseado ir junto a usted antes de Semana Santa, entre Sevilla y Los Alcores, sin pensar en recorrer las sierras antes de que acaben las fiestas de Pascua; entonces iré a Algeciras, a menos que el coronel esté enfermo, lo cual, desgraciadamente, no tiene nada de imposible. En octubre lo vi muy débil en Inglaterra. Su salud es una incógnita muy problemática en mis planes. Pero, probablemente, iré, en cualquier caso, a Ubrique y alrededores, al menos una o dos semanas.
La región de Sierra Morena, por donde debo circular, está bastante lejos de su casa y es muy extensa: he mandado investigar todas las sierras desde Almadén en el Oeste hasta Alcaraz en el Este; allí tengo 23 rocas pintadas que levantar, todas de estilo geométrico, sobre todo cerca de Horcajo, Despeñaperros y de Aldea Quemada; es un mes a caballo y bajo la tienda de campaña; no voy a ir antes de primeros de mayo; tengo una tienda de campaña bastante amplia, gente segura y sacrificada; debo decirle que no he visto ningún vestigio aparte de las pinturas; sin embargo, los pintores han vivido en algún lugar.
Hay pequeñas cuevas donde se podría intentar hacer excavaciones, pero superficialmente no existe ningún vestigio. No obstante, si usted quiere probar fortuna, es una empresa fácil de realizar.
Aún no tengo ningún proyecto definido para el siguiente período, todo depende de las oportunidades. Si en el Norte no hay nada que requiera mi presencia, podría volver a Sevilla o Teba y Ronda, si organizáramos un programa suficientemente serio.
Los montes de Grazalema y los que se encuentran entre Ronda y Antequera tienen muchas cuevas que no han debido [de] ser examinadas; he anotado Benaocaz, Grazalema, alrededor de Ubrique, Morón de la Frontera, Algamites [sic, por Algámitas], cerca de Osuna, Tolox, Junquera, Ardales, Peñarrubia, Mollina, Archidona, Cuevas de San Marcos, Loja, Cacín, Alhama, cerca de Granada. Estos datos sacados del libro de Peugy y L[sic], son ciertamente, bastante incompletos, pero si conoce usted esta zona, no tendría demasiada dificultad en hacer la expedición.
Le tendré al corriente de mis proyectos y le agradezco la cooperación que me ofrece para hacer excursiones a su bella Andalucía.
Reciba, señor, un cordial saludo,
Henri Breuil

