
En otro lugar he hablado de Simón de Rojas Clemente Rubio. Aquí recordaré que vivió entre 1777 y 1827; que Rojas no era su apellido, sino parte del nombre de pila; que era un erudito al que le interesaban tanto las ciencias como las letras, aunque se especializó en la botánica, desempeñando entre otros trabajos el de bibliotecario del Real Jardín Botánico de Madrid, en el que se está inmortalizado con la estatua de la derecha. Y que en 1803 emprendió un viaje con el fin de escribir una Historia Natural del Reino de Granada. Con ese motivo, visitó Ubrique entre el 20 y el 24 de agosto de 1809. Su aventura científica la fue registrando en un diario o cuaderno de campo muy voluminoso que quedó inédito en el Real Jardín Botánico hasta el año 2002. El profesor Antonio Gil Albarracín lo rescató y transcribió los gruesos legajos en el libro Viaje a Andalucía. “Historia Natural del reino de Granada” (1804-1809) (editorial Griselda Bonet Girabet, Barcelona, 2002).
1. La llegada
Su recorrido por la provincia de Cádiz lo inició en Conil, donde quería ver sus famosas minas de azufre. Después se encaminó hacia Alcalá de los Gazules, donde deseaba conocer el emblemático Picacho. Y a continuación se dirigió a Ubrique.
Bajamos por término de Jerez a las vertientes del otro lado del Picacho y después de pasar una pequeña Garganta dimos en un hermoso carril, que lo es seguramente y nos lo debió aún parecer más después de tanto mal camino […]. Seguimos el carril hasta subir al Puerto de Gale, donde entra en el otro que viene de Jerez y Arcos. Antes del Puerto habíamos atravesado algunas tres Gargantas más, todas hermosas y no muy profundas… […] Desde el Puerto Gale bajamos aún por el carril hasta el Cortijo de la Aguzadera, en que supimos ir Camino de Jimena y que debíamos haber dejado el carril echando por la izquierda para ir derecho a Ubrique.
El puerto de Gale evidentemente es el que hoy llamamos de Gáliz o Galis o simplemente Gali.
Como se ve, habla en plural, y es que lo acompañaba un “asistente”. Y se ve que se perdieron. En una nota al pie dice que llegaron a la Sauceda, “es decir, sitio de sauces”. Clemente opina que aquí la división de provincias está mal hecha. Efectivamente, en la Sauceda la provincia de Málaga hace un entrante extraño en la de Cádiz, como puede verse en el mapa.
Dice que todo este camino le resultó “muy pintoresco y magnífico”, agradándole mucho los grandes árboles “y las muchas y exquisitas aguas que salían de las Gargantas y hallábamos de otros manantiales”, así como por las vistas magníficas de la Sierra de San Cristóbal y Ubrique por delante; las de Alcalá y su Picacho por detrás, y las llanuras de Jerez y la Costa por la izquierda. Pero también era
a veces de malísimo paso para nuestro borrico, y el no encontrar una alma desagradaba algo al asistente, así como lo tortuoso que era, teniendo que seguir laderas curvas y filos de lomas para salvar los profundos barrancos, los despeñaderos y la espesa selva de alcornoques y quejigos.
Su despiste los retrasó mucho. Después de andar la mitad del día 19 se hallaban “a dos leguas todavía de Ubrique, pero leguas que aun nos costaron al día siguiente más de cuatro horas”. Pernoctaron en un alto desde el que se veía la Sierra de San Cristóbal, Benaocaz y el Berrueco, “cuya vista tomé”. (Era verano, pero no tuvo que ser muy caluroso porque cuando estuvo en Ronda 15 días más tarde escribió esto en el Diario (5 de septiembre): “Desde Ubrique acá ya no he tenido calor y si frío, a veces, aun el lleno del día, a pesar de haber sido Levantes los vientos”. Iba bien arropado, como se deduce de esta frase escrita en Benaocaz el 24 de agosto: “Esta es, hasta ahora, la única excursión en que el abrigo del frac de paño no me ha sido embarazoso”.)
El día 20 bajaron “mucho por un amenísimo Barranco” que dice que lo llamaban el Palero. Después siguieron una vereda dando un gran rodeo a la derecha para encaminarse ya derechamente a Ubrique. Encontró tajos verticales de arenisca y, a veces, pequeñas cuevas “desde la Aguzadera al Berrueco”. Dice que esta arenisca era de excelente calidad en “la Fuente del Berrueco, casi a poco más de media legua de Ubrique, en una loma”.
Piedras de amolar
Allí, en un sitio que según él llamaban el Amarguillo, le llamó muchísimo la atención una explotación de piedras de amolar. Como encontró gente, les preguntaría, ya que escribió bastante al respecto en su Diario:
Por el lado de esta [loma] que mira al Sur, jumo al camino y a muy poca altura sobre él vimos a nuestra izquierda un gran descombradero como de mina y algunas chozas para la gente. Estaban trabajando tres hombres (a pesar de ser Domingo) en sacar piedras de amolar para la Maestranza de Sevilla. Se beneficia solo para esto la cantera desde tiempo inmemorial, empleándose de continuo en ella seis hombres y, a veces, veinte, pues solo llegan a faltar todos cuando los obligan por la urgencia a emplearse en piedras de molino.
Salen piedras para Cádiz y demás Pueblos de la Costa y se hacen también amoloncillos que afinan y agujeran luego los barberos. Las piedras han ido a América tiempo ha una vez lo menos.
Para la Vidriería del Puerto de Santa María se hicieron una vez crisoles que se quebraban o saltaban al parecer por lo demasiado fuerte de la piedra. Acaso saldrían buenos escogiéndola más blanda de la misma cantera.
La roca se presenta en bancos verticales, a veces muy gruesos, que corren de Este a Oeste. Es roja por lo común y también rojo-parduzca, blanca y amarillenta, con bastante mica azul, que parece más visible en la blanca. Se hiende en la dirección de sus bancos con más facilidad que en ningún otro sentido y presenta comúnmente en aquella unas listas informes blancuzcas que llaman levantes los canteros y por las cuales se deja dividir con más facilidad, esto les hace muy al caso cuando [un] mismo banco tienen que partirlo en tres o más, según el grosor de las piedras.
Tiene la roca sus hendeduras irregulares en otras direcciones que, a veces, imitan demasiado a las líneas de la estratificación y es menester siempre cuidar mucho de no confundirlas con ellas. Son tantas, a veces, dichas hendeduras (llamadas pelos por los canteros) que inutilizan la roca y sus buenos bancos. No hay grandes cortes o trabajos, pero si bastantes en varios sitios de la loma.
Pasado “el Amarguillo” y dejando a la derecha el Tajo del Barrueco, avanzaron hasta ver el pueblo de Ubrique:
Los objetos graciosos y risueños, como una ladera de vides, recrean singularmente el ánimo después que los grandiosos de las Sierras lo han llenado de un asombro sublime y majestuoso.
Por nuestra derecha seguía la Sierra del Berrueco tajada hasta el Pueblo mismo, que se halla al pie de rajas de hasta 50 varas que amenazan su ruina soltando un peñasco, como más de una vez le han destruido alguna casa. Hay casas situadas sobre peñascos desprendidos de los tajos y, con todo, sus vecinos duermen tranquilos. Las casas pequeñas de un alto, cuando más, sobre el piso del suelo en el cual viven.
El Río baña [y] corre por el lado opuesto del Pueblo. Las calles de este son empedradas, tiene fuentes hermosas de agua más fresca todavía que las que habíamos encontrado hasta aquí.
Después de tanta arenisca ya me alegraba volver a ver buena caliza.
Y en otro lugar explica eso del “alto” de las casas:
…con sus casas, muchas de un alto, que hacían una vista graciosísima, cual ya se deseaba disfrutar después de tanta Sierra y barranco […]. [Ubrique está] Situado a lo largo del Río y, por lo mismo más largo que ancho, como casi todos los Pueblos de ribera. Sus casas de un alto casi todas, que llaman el soberado, para meter granos. Viven todos en lo bajo.
Dice que en el pueblo vio ese día (domingo) “dos Rosarios de mujeres con vestido negro, que es el de gala, como en la Costa el único. Pero en Ubrique gastan los días de trabajo mantillas y otras piezas blancas“. Y en una nota al pie dice que también vio otro de hombres. Se entiende que con “rosario” se refiere a la “junta de personas que rezan o cantan el rosario a coros” (Diccionario de la RAE).
En las anotaciones del Diario de los días siguientes da interesantes datos sobre el Ubrique de 1809 y sus habitantes:
- En los libros antiguos de la Iglesia se llamó Orique y luego Obrique. Tiene 1.284 vecinos, según relación dada al Gobierno, 1.400 en la realidad.
- …los Pueblos de las otras tres Villas que, con Ubrique, forman el Corregimiento de las 4 Villas, a saber, Benaocaz, Villaluenga y Grazalema, que excede a Ubrique en vecindario. El Corregidor reside en Ubrique.
- Se celebran por los mismos naturales las buenas caras de las mujeres de Ubrique y aún más las de Benaocaz. También los hombres son buenos mozos. La gente de la Sierra la hallo siempre más bienhecha que la de la llanura y a la Costa la más fea de todas.
- La gente viste muy bien, con lujo. Hacen paños para vender cada fabricante en su casa y sargas para mantas y alforjas de colores, que venden, y talegos y fajas, todo de lana. […] En estas fábricas trabajan muchachos y mujeres. Así en Ubrique no hay pobres mendigos. Hay tenerías que fabrican de contino para Cádiz, Sevilla, Granada y la comarca.
- Las alforjas que hacen [en Benaocaz] y en Ubrique con muchos colores se estiman mucho fuera
- Se labran en Ubrique 150 piezas de paño y 6 ó 7.000 de piezas de jerga [anualmente].
- Los Batanes de las Huertas [de Benamahoma] no tienen reemplazo, pues el río de la parte de acá no lleva en el verano bastante agua y se hace preciso llevar los paños a los Batanes de Ubrique y Ronda con no poco perjuicio de la Fábrica, por el aumento de gastos.
- La cría de yeguas y lo mucho y bien que labran los de Ubrique, aún fuera de su término, su arriería de borricos que va a la Costa y nunca a grandes distancias y su comercio de contrabando con Gibraltar hace a Ubrique un Pueblo rico. […] También entran en la arriería algunos caballos y mulas, al todo 500 o más. Es Pueblo Ubrique de mucho paso a Gibraltar, Cádiz, Sevilla.
- El jornal de siega vale 30 reales y la comida.
- Suelen los de Ubrique y el Bosque ir a rascar azufre [a La Esparragosilla] que han solido vender a 30 reales la libra.
- (…) zarzales y las adelfas y los lentiscos y otras matas de que sacan cenizas para las armonas [sic, por almona, fábrica de jabón] cuales la del Bosque y las dos de Ubrique y la famosa de Grazalema.
- Crece en Ubrique el Convolvulus tricolor todavía y en flor, y el althaeoides sin ella y mucho albarraz, como llaman al Delphinium staphisagria, en fruto ahora y que abunda particularmente en la Sierra que llaman Alta, al pie de los tajos, y de cuya semilla se cogió un cahíz por encargo de Cádiz para enviarla a América. En Ubrique solo los Capuchinos usan su semilla hecha polvo, que al molerla da tos; metiéndola en la costura de los hábitos contra los piojos
- Rancho y cortijo es lo mismo. Hato es de pastores y en Ubrique tienen su casa los de yeguas y vacas. Los hatos de cabras solo tienen chozo. Techan con anea, espadaña que es el Iris pseudoacorus, y maciega, gramínea de hoja grande y cortante que vi sin flor, juxta aquas.
Clemente demuestra ser uno de los principales especialistas mundiales (si no el que más) en ampelografía (la rama de la botánica dedicada a la identificación y clasificación de las vides) al relacionar las variedades que ha encontrado en Ubrique:
Hay en Ubrique muchísimas castas de uva, las más corrientes el perruno y mollas y tempranas, que ahora se comían. Hay Jaén, corazón de cabrito, que es la leonada, torrontés, vigiriego, del convento, por haberse tomado del de Capuchinos, único del Pueblo, que es el ojo de buey, alameríes, piñuela, Pedro Ximénez. De Rey, que es el mantúo de Pila.
Casi al final de su Diario el botánico da una lista de “personas que se deben consultar o ver” en los pueblos que ha visitado. De Ubrique cita a “Don Bartolomé Calero, Boticario”. (Ver nota al final. ¿Sería este farmacéutico el que se fabricó un mortero con una de las cabezas de mármol que se encontraron en el yacimiento romano de Ocur?).
2. Excursiones
Como he dicho más arriba, Simón de Rojas Clemente llegó a Ubrique por el camino de Cortes el domingo 20 de agosto de 1809 para hacer su proyectada visita científica. Al día siguiente quiso conocer los alrededores saliendo por el de Cádiz, que entonces se iniciaba en la Calzada de las Cumbres. Al salir vio los dos manantiales de la zona: el Nacimiento o Cornicabra y el Benafí (actualmente más conocido como de los Nueve Caños). Y a su izquierda lo que era la vega de huertas de Ubrique, donde identificó varios tipos de plantas que allí había –esa era su pasión–: “manchas de violetas”, “Antirrhinum majus, comín in saxis humidis y en las cercas, muy raro, ya en flor”, Agrimonia eupatoria (hierba de San Guillermo), Paspalum sanguinale, en flor, Panicum crus-galli, en fruto, Scabiosa stellata… Todos estos detalles los dejó anotados en la entrada de su Diario correspondiente al 21 de agosto, que empieza así:
Hoy salimos por el extremo del Pueblo opuesto al de nuestra entrada, admirando en la misma salida dos manantiales que surten al Pueblo y las tenerías y batanes de agua y de riego a la bonita Vega. Esta tiene de 40 a 50 fanegas de tierra; no basta al surtido del Pueblo. Cogen en ella, además de frutas, legumbres y hortalizas, el lino, que tampoco basta al surtido del Pueblo, donde se fabrica solo para su consumo. Se llama el uno de Benalfí o Benafí o Benafelí, según los antiguos (Venafeliz), menos distante del Pueblo que lo supone López.
“López” debe de ser el madrileño Tomás López de Vargas Machuca (1730 – 1802), un geógrafo y cartógrafo ilustrado que concibió un Diccionario Geográfico Histórico de España a partir de un cuestionario que envió a los pueblos para que se lo devolvieran con informaciones sobre los ríos, montes, caminos, etc., del término. No concluyó la obra, pero se conserva mucha documentación manuscrita en la Biblioteca Nacional. López sí dejo escrita una Geografía Histórica de España (la imagen de la derecha es un fragmento de un mapa publicado en esa obra).
Probablemente Clemente viajaba con una copia de los papeles de López relativos a las provincias que nuestro botánico recorrió: Almería y Granada, sobre todo, y menos extensamente Málaga, Cádiz y Sevilla. En su Diario se queja varias veces de las inexactitudes de “López”. Por cierto, en una nota al pie dice: “Este llama Archite al Chite, que solo es una huerta, Garriago a Garciago, que solo es un nacimiento de agua ¿Por qué pone estos puntos y omite otros más importantes?”.
Clemente continuó la excursión de aquel día por el camino de Cadiz viendo bastantes viñas, sobre todo a la izquierda “y un buen pago de ellas con sus casas, como todas más adelante en Tavizna” (por “pago” debe de referirse a un pequeño poblamiento).
Describe lo que sin duda es la falla del Salto del Cabrero, que el llama el Mesoncillo. (En la imagen sobre estas líneas, visto desde la carretera de Ubrique a Tavizna.) Ese topónimo existía antiguamente en el término de Benaocaz, que es donde se enclava este espectacular accidente geográfico. Según leo en el Blog Druta.com el Duque de Arcos hizo en 1665 un reparto entre las Cuatro Villas y a Benaocaz le tocó un lugar llamado Mesoncillo (además de otros como Jardela (Fardela), el Puerto de Don Fernando o el Dornajo).
Así lo describe Clemente:
Vimos a nuestra derecha de bastante cerca aquellas peñas de la Vista de la Sierra que llaman el Mesoncillo. Se presentan ambas como si hubieran formado un cerro que se partió casi por medio, dejando entre sí el espacio de unas 70 varas [unos 60 m], que es el que llaman Mesoncillo, donde engordan con su encina y encierran los puercos.
A la izquierda del camino, en su misma orilla, en el “sitio llamado Puerto de la Silla”, dice que estaba la Venta-Bodega de Moncada, “y en su puerta un hermoso pie de una especie particular de fresno de que dicen no conocerse más del pie de que provino este en el hondón [¿manantial del Hondón?] y otro en la Sierra de Pajarete; no echa flor ni fruto y seguramente parece por su hoja y aspecto bien diverso de los fresnos comunes, nada raros en las gargantas y riberas de Ubrique y aun fuera de ellas”.
En otro lugar de la entrada de su Diario de ese mismo día dice:
(…) me aseguran que en la Dehesa de Benaocaz, frente a la citada Bodega de Moncada, se halla el hierro en perdigones, con que suelen cargar los cazadores.
(En el Diario del botánico, en entradas posteriores, se menciona dos veces más que en Ubrique hay mina(s) de hierro.)
Clemente observa que desde que salió de Ubrique “se ve el yeso varias veces con la arcilla, que acaso es la base de la caliza. En efecto, esta forma a las cumbres en todo el País y aquella las bases”.
Llega a la fuente de aguas sulfhídricas de la Hedionda (la Jerionda, como se la llama por estas tierras) y comprueba que la gente la tiene por sumamente salutífera:
Más abajo, junto al mismo camino a la derecha, vi brotar del suelo una fuente bastante hedionda con el lamarajo lechoso, cieno negro y sabor de huevos podrido[s], según las de su especie.
Suelen bañarse en una pocilla que recoge su agua y un tiñoso, al llegar nosotros, se embarraba la cabeza con su cieno después de bañarse, logrando buen efecto.
Su intención es visitar un afloramiento de azufre por la parte de la Esparragosilla. Por lo tanto, hace lo siguiente:
Luego dejamos ya el camino (que lo es de Jerez, Cádiz, etc.) y, torciendo a la izquierda, dejamos también a nuestra derecha el Pago de viñas de Tavizna, que adorna un pecho y la Torre o Castillo del mismo nombre, que corona un cerro empinado.
Excursión de Simón Clemente de Ubrique a las Salinas de Hortales el 21 de agosto de 1809. Con flechas blancas, la ida; con naranjas, la vuelta. (El trazado del río Tavizna es aproximado; además, en aquella época no existía el embalse de Los Hurones, a la izquierda. Otras localizaciones también son aproximadas).
Dice que le dan la vuelta al Cerrachón de la Sierra de la Silla (el monte Higuerón, también llamado Cerrajón), “que deja caer por todos lados peñas de un pedernal malo por lo mucho que se desgrana, y fuimos a parar al Corrijo de la Esparragosilla, habiendo visto a la derecha un mesto de los poquísimos que tiene el Término de Ubrique”. Un mesto es un mestizo del alcornoque y la encina. Él anota que su fruto “es muy gordo y amargo y se pone cuando madura de color de avellana claro y bonito”.
La Esparragosilla y Hortales
Clemente pasa a hablar seguidamente de una numerosísima yeguada propiedad de la duquesa de Arcos que, por el contexto, se deduce que estaría en la Esparragosilla, aunque el topónimo Dehesa de las Yeguas creo que ya no suena en Ubrique (puede ser que, cesada la cría de estos animales en aquel pago, se perdiera el nombre).
La Esparragosilla tiene tres nacimientos a la vera, dos de agua tobiza o que cría toba. En ella para el guarda de la Dehesa de las Yeguas, ganado de que se criarán en Ubrique acaso 2.500 o 3.000. La Dehesa es del Duque de Arcos, a quien la toma en arriendo el Rey en 32.000 reales para la cría de yeguas, ocurriendo al pago del arrendamiento con 3.000 reales que pagan las cabras que se permite entrar en la Dehesa [Nota de Clemente a pie de página: Solo en los canchos (o sitios de piedra o riscos) a que no pueden subir las yeguas].
Ese dinero lo proporcionaba “la Sierra Blanquilla con el producto de la bellota y el producto de la bellota de la misma Dehesa”. Comenta que “Jerez, Arcos, Alcalá, Benaocaz, etc., tienen su Dehesa de yeguas”, y en otro lugar dice que “Las crían también en sus dehesas los Pueblos de las otras tres Villas que, con Ubrique, forman el Corregimiento de las 4 Villas”. Pero “Las Dehesas de yeguas de Benaocaz y Ubrique son buenas, muy malas las de Villaluenga y Grazalema, que consideran más bien como cementerio de ellas”, parece que porque estaban en lugares muy fríos y de poca hierba.
Da informaciones muy curiosas sobre estas explotaciones pecuarias y la reglamentación relativa:
Se sabe que por cada yegua que pisa dos veces un caballo padre da el Rey al amo de este un doblón, que la yegua y su cría pace de balde en la Dehesa; en fin, que la yegua es más protegida por la ley, según el pensamiento de nuestro guarda, que la mujer misma, todo con el fin de fomentar la cría de caballos. Las yeguas en este País no hacen más trabajo que trillar, aunque estén preñadas o paridas, y solo salen a esta tarea hasta Utrera y Espera. […] La ley antes de esta guerra [de la Independencia] libertaba a los criadores de yeguas y al yegüero que llevaba seis meses de ejercicio, mientras siguiese en él, de alojamiento y bagajes. No puede encerrarse ni darse mal trato a una yegua según la ley, aunque se la halle haciendo daño.
Desde la Esparragosilla se dirige hacia una mina de azufre que “lame el Río Tavizna, en el sitio del Horcajo, frente a la Vega del Parrón” (un parrón es una vid silvestre, aunque en alfarería también se da ese nombre a un tipo de vasija de barro empleada habitualmente para envasar miel para su venta).
Pasamos el Río para reconocerla [el afloramiento de azufre] y nos encontramos al pie de un tajo de arcilla y yeso revueltos que se derrumba y seguirá derrumbándose continuamente, dejando caer sus trozos al Río. Será de alto unas 20 varas [17 metros] y en las 4 o 5 de su altura pinta el azufre bastante igual enteramente al de Conil, sin más diferencia que ser en este por lo común más dura la matriz.
El pie del tajo donde probablemente se halla el mineral con más abundancia está cubierto con los escombros del tajo. Todo este cubierto de eflorescencia de sal catártica y presenta, a veces, el azufre en polvo o térreo puro.
Más arriba, junto al mismo Río, dicen que pinta también el azufre en otro tajo con menos abundancia. El que yo describo está cubierto, en algún trecho por donde escurre agua cuando llueve, de costra de yeso estalactítica en que la superficie presenta siempre un grupo de cristales, a veces bastante distintos y siempre chicos. Pero otros cristales de yeso hasta de dos pulgadas se hallan en los huecos de la arcilla y del yeso, nunca bastante perfectos, y del yeso se ve contra el Río como en otros muchos parajes de aquellos contornos un enorme trozo en la parte de arriba del tajo. También se ven embutidos en la arcilla y en el azufre mismo prismas pequeños de cuarzo, como en la Mina de Conil.
El científico incluso propone medidas para beneficiar ese yacimiento de azufre sin “demasiado costo”.
Dice que “Suelen los de Ubrique y el Bosque ir a rascar azufre que han solido vender a 30 reales la libra”.
Terminada la inspección mineralógica de dirige a ver las Salinas de Hortales, que datan de la época de los romanos. Dice que se encuentra “en un llano no grande con Cortijos al Sur del Bosque [en realidad, al Suroeste], media legua distante de este”. Y ya aprovecha para hablar someramente de El Bosque: “es un Pueblo sin término situado al pie de la Sierra de Albarracín, de más de 400 vecinos, dependiente en lo civil de las 4 villas y con su jurisdicción eclesiástica propia en que está comprendida la Salina, distante esta tres leguas de Villaluenga”.
La siguiente información ofrece Clemente sobre el funcionamiento de las instalaciones salineras que allí vio:
La Salina cuaja de un manantial inmediato a ella que brota en medio de una labor una muñeca de agua o poco más. Pertenece el nacimiento este a la formación de arcilla y yeso.
[…] Es mezquino el edificio de la Salina, tiene 125 pozas, deja desperdiciar gran parte del manantial por no haber bastantes calentadores en que abonarlo y, aunque se hizo el plan para aprovecharlo todo, no han permitido realizarlo las ocurrencias de la guerra.
Se lleva la sal, que es excelente, a todo el Partido de Ronda, del cual depende su renta, y a Jimena, Arcos, Espera, Bornos, la Población del Prado del Rey.
Se marcan los montones de sal con el nombre del Rey por todos lados para que no puedan robar de ellos, sin conocerse el hurto.
No basta la sal que se saca para dar toda la que piden. Se elabora 5 meses cada año y, a veces, 6 si dura el calor, a saber, desde Mayo a fines de Octubre.
El botánico hace una interesante observación geoquímica: “En las orillas de las pozas vi muchas de las eflorescencias vegetales de sal que me habían admirado en Conil y ahora no creo necesario atribuir a un empapamiento”. También observa que gran parte de los muros de las pozas de la salina están formados de una roca verde que ya vio en el camino desde el afloramiento de azufre del río Tavizna y que no acierta a identificar.
Se ve que le dijeron que había otro nacimiento de agua salada próximo, “junto a la Venta del Prado del Rey en el mismo Camino de Arcos, a un cuarto de legua de la Salina de Hortales, en la jurisdicción de Prado del Rey”, Y una mas en el Rodadero, lugar al que se refiere varias veces.
En el Rodadero que dista de la Esparraguilla [sic, por la Esparragosilla] ¼ de legua, término de Jerez, Camino de Cádiz, está al parecer junto al camino la mina de hierro que citan las Conversaciones malagueñas como de Ubrique.
(Conversaciones históricas malagueñas es un libro que publicó Cristóbal Medina Conde y Herrera, más conocido por su seudónimo de Cecilio García de la Leña, en 1789; sería uno de los que llevaría Clemente consigo, cargado en el borrico, para guiarse y documentarse).
Un rodadero, según el diccionario, es un “terreno pedregoso y con fuerte declive en el que se producen fácilmente desprendimientos de tierras y guijarros”.
[Hay una fuente salada que se ha pensado beneficiar] en el Rodadero, término de Jerez, a un cuarto de legua de la Esparraguilla, junto al Rancho del Rodadero, al Este de la Esparraguilla. En el mismo Rodadero hay una fuente bastante ferruginosa que llaman la Solapilla. En la misma dirección que el Rodadero y a mitad de distancia que este de la Esparraguilla, sitio de Atrera, hay otra fuente hedionda que brota en tierra de labor y sin ser tan azufrosa como la otra vista hoy, tiene un amargo debido, creo, a la sal catártica [sulfato de magnesio].
Atrera es el nombre de un arroyo que desemboca en el pantano de Los Hurones, cerca del cerro Cabeza de Santa María, a cuyos pies hay una finca del mismo nombre. El Rodadero queda al oeste de la Esparragosilla, no al este, pero puede tratarse de una errata. Pertenecía al término de Jerez hasta hace pocos años, cuando esta zona empezó formar parte del nuevo municipio de San José del Valle.
Puerto del Lobo
La vuelta la hizo por el Puerto del Lobo, que es un paso situado entre la Sierra de la Silla y el Higuerón. Su intención era “ver el origen de los pedazos de pedernal que caen de él”:
Lo hallé ser riñones y vetas mal seguidas embutidas en la caliza común, a veces con mucha profusión y de todos tamaños y gruesos, aunque nunca muy grandes. Este pedernal se quiebra mucho, es poco ancho y profundo su cancheado e inútil por lo mismo, no pudiendo labrarse, pero es duro, de buena chispa generalmente y de varios colores: rojo, pardo, rojizo y gris, etc.
(En mineralogía, un riñón es un trozo redondeado de mineral contenido en otro de distinta naturaleza).
En una nota al pie de página escribe: “Me aseguran que a la derecha de la caída del Puerto del Lobo para Ubrique hay plomo”. La cuestión sobre la existencia de una mina en Ubrique la he tratado en otro lugar. Al respecto, en la entrada del Diario del día 26 (ya en Grazalema) Clemente escribió:
Las piritas son por lo común pequeñas, las mayores como balas, en fin, iguales a las que he visto sueltas de cerca [en] el Puerto del Lobo y otros me han vendido por plomo.
Y varios días más tarde esto otro:
[Entre Grazalema y Ronda] se ven muchos granos de pirita, como los de hierro pisiforme, puestos sobre la superficie de los cantos solamente, del color del hierro, casi del todo descompuestos, muy semejantes a los del Puerto del Lobo.
(Pisiforme quiere decir en forma de guisante).
Dice que subiendo al Puerto del Lobo “palpó” “la diferencia que hay de simple monte bajo a breña” y hace una disquisición sobre ello:
Llamaría yo monte bajo al de matas, como romero, espliego, cantueso, majoletos, espinos, etc., y breña al de arbustos como lentiscos, madroños, etc. El primero, aunque sea de aulagas, permite ver el terreno y se domina con los pies, pudiéndose saltar las matas. El segundo es por lo común impenetrable, especialmente si, como suele entrelazar los arbustos como firmes cuerdas la zarzaparrilla, la zarza y otras que se quedan con los pedazos de la ropa y aún del pellejo, impide por su altura ver el terreno.
De breña abundan las Sierras de Alcalá y las de Ubrique y las intermedias, más de lo que yo había visto en ninguna otra, pues la primera lo es por la mayor parte excepto las cumbres.
En este paso entre el Higuerón y la Sierra de la Silla hizo varias anotaciones botánicas:
[…] La Lysimachia ephemerum llena de flor y elevándose hasta tres varas junto a las aguas y en las Albinas de la Esparragosilla y subiendo de allí al Puerto del Lobo.
En este tránsito vi florida la Scilla autumnalis.
En la caliza del Puerto del Lobo los Lichenes dispersus, Dickson, inmersus, scruposus, crassus, que no había visto en la arenisca y me hacen esperar de ella cosas nuevas.
Bajando del Puerto del Lobo a buscar el camino de Ubrique vi el Bupleurum ftuticosum, que llaman adelfilla, y había observado en la ribera del Tavizna, el paniculatum, Brotero, que es peste en el País desde los montes de la Isla y llaman aquí amarguera, por su sabor.
También vio en este puerto “bastantes encinas”. Dice que en las “Albinas” abunda la mejorana, que “se reputa para las abejas tan buena como el poleo”, pero que no la vio (se entiende que se lo dijeron).
22-23 de agosto
Los días 22 y 23 de agosto los emplearía seguramente nuestro viajero en documentarse sobre el pueblo y especialmente sobre las ruinas del Salto de la Mora. Habló con Bartolomé Calero, el boticario, y también probablemente con Juan Vicente Vegazo Montes de Oca, descubridor del yacimiento, y con el cura Simón de Zamora. Sustenta esta hipótesis el hecho de que reprodujo en su Diario (día 23) documentos que habían sido redactados por estos dos. Pero de a esa cuestión y a sus impresiones sobre el Salto de la Mora he dedicado un artículo extenso en esta misma revista, al que remito.
Sí indicaré que también se fijó en la flora de las “peñas de Benafis”, apreciando mucha cornicabra (Pistacia terebinthus), lentisco, Marrubium hispanicum y los Asplenium trichomanes y ceterach
Al principio de la entrada del día 23 anotó también estos datos que le fueron transmitidos por la gente de Ubrique con la que habló:
En los Bugedos (me dicen), más abajo del Pozo de las Campanillas, Camino de Jimena, a una legua corta de Ubrique, está una Mina de Caparrosa muy fina que descubrió Juan Gil Saborido, quien la sacaba y vendía sin querer decir nunca donde estaba.
En la Cruz Chiquita, en las cumbres se dice hay otra Mina de Alcaparrosa.
En los mismos Bugedos y muy cerca del sitio de la alcaparrosa se supone una Mina de Oro por haberse hallado verillas amarillas y relumbrantes en algunos cantos del arroyo.
Hay (me dicen) una fuente que pasa por mineral de alcaparrosa debajo de la hedionda del Rio de Ubrique, camino de las yeseras.
(Los antiguos llamaban caparrosa indistintamente a diversos sulfatos de cobre, hierro o cinc.)
15 años más tarde (1824), la escritora gaditana Frasquita Larrea pasó gran parte del verano en Ubrique y dejó escrito también un Diario. En la entrada del 28 de julio habla de un manantial que puede ser esa “hedionda del río Ubrique” mencionada por Clemente:
Esta mañana fui acompañando a mi hija al baño de la Hedionda, que es un manantial de agua mineral que está a media legua de aquí. La llaman hedionda porque, en efecto, tiene un hedor semejante al de la fuente amarga de Chiclana. Es increíble la variedad de sus cualidades. El facultativo de aquí, que es sujeto sumamente apreciable, me ha referido infinidad de casos en que esta agua ha producido diversos y contrarios efectos, según lo han requerido los diferentes males. El camino es muy pintoresco, a un lado tiene el rio con sus orillas diversificadas con adelfas, olmos, molinos, huertas, viñas, que contrastan con los peñascos que las coronan y que se elevan ceñudos del otro lado del camino. El manantial está en una hondonada sumamente agreste y solitaria. Dos albercas (una para hombres y otra para mujeres) reciben el agua que mana continuamente, y corre luego en un arroyo hasta juntarse con el rio. Eran las 5 de la mañana, el aire venia purísimo de la sierra, cuya altura nos guarecía del sol, que siempre se levanta tarde en este país. Algunos ranchos con sus chozas aparecen en lo alto de las montañas, una casita divisábamos en la punta de un cerro que nos pareció solo alcanzadiza al águila. Los borriqueros nos señalaron en la cima de un peñasco altísimo las ruinas de un castillo moruno que llaman el Castillo de Fatima.
24 de agosto
Y ya el 24 de agosto se fue Simón de Rojas Clemente Rubio de Ubrique en dirección a Benaocaz y Grazalema. Se fue, por supuesto, por la trocha, que describió así:
Camino todo empedrado de caliza, no muy bien conservado, pendiente casi todo con igualdad, casi recto, que un hombre horro puede hacer en media hora y cualquier bestia cargada en una, bordeando los tajos casi todo, tajos que hacen resuene clara de lejos la voz humana, tierras de labor en su último 4°, que pagan bien cuando dan siete por uno y rara vez dan más de diez y hasta doce y quince, siendo sin embargo las mejores de Benaocaz.
Durante todo el camino vio muchas Pimpinella tenuis en flor “cuyo cocimiento usan con mucha felicidad bebido contra el dolor de estomago y tripas o carofalgia (sic), que llaman [en Banaocaz] padrejón (y en otras partes marlo) por lo que se parece, creo, al mal de madre; dolor tan incómodo y común y en que dicen es mortal la sangría, dolor difícil de curar, que quita el apetito de todo”.
El hombre no dejaba de mirar plantas y piedras. Por el camino observó y anotó “riñones de pedernal en la caliza”, no muy abundantes.
Plantas y animales
Además de las mencionadas plantas, en la entrada del Diario del 23 de agosto anotó muchísimas otras vistas en Ubrique, con sus nombres científicos, lo que revela sus conocimientos profundos de Botánica:
Desde Ubrique a la Esparragosilla vi el Dianthus superbus en flor, el rapasayo o Dipsacus fullonum, común en flor y que siembran sin embargo para sus lanas, por no dar el silvestre tan buenas varas.
El Anacyclus valentinus, en flor, in humidis.
El poleo en flor, que es el más estimado para la miel, acaso por [no] haber ningún espliego y casi ningún romero; y la biznaga, tan común en flor, que es casi el principal recurso de las abejas.
Psoralea americana todavía con flor.
Trachelium caeruleum en flor, junto a la mina [¿de azufre?] y en otros sitios.
Adiantum capillus-veneris en los nacimientos y otras aguas.
Convolvulus sepium, sin flor, junto a la mina.
Lotus tetragonolobus, todavía en flor, in agris.
Cachrys, en fruto, el de hoja más estrecha.
Phlomis herba-venti, pasada, in agris.
Frankenia laevis, pasada, en la Salina, con la Salicornia fruticosa, Buphsthalmum spinosum, vulgo madre e hija, en flor todavía, in humidis, común.
Cucubalus behen, que llaman alcandueca, en flor aún, in humidis.
Verbascum thapsoides que llaman acibutre [por acigutre o acigustre] y que tanto tiempo está floreciendo, común.
Mercurialis tomentosa, en fruto.
Los Cyperus longus, rotundus y mi humifussus, si lo es.
La Chiara en flor y la madreselva sin ella, el cocimiento de cuya hoja se usa por la gente con muy feliz efecto para lavar purgaciones y llagas venéreas.
El Bupleurum fruticosum, en las márgenes del Tavizna, florido, y el paniculatum, communis en el monte.
El Cnicus acarna, en flor.
El álamo negro silvestre y común en las riberas del Tavizna.
El Amni majus en flor, común.
El Thalictrum flavum, pasado, in humidis.
El Papaver somnifarum, pasado, hacia el Tavizna; y el Holcus halepensis, que llaman almigera [¿por armigera?], in arvis, en flor.
El laurel es comunísimo en el término de Ubrique, especialmente en las gargantas.
El comino rústico, que es la aparasolada del Cortijo de Peláez, en el camino a Alcalá, ya pasada su flor.
La Coronilla juncea, pasada.
Los Carthamus lanatus y el caeruleus, que llama aquí la gente cardo santo y son ambos peste desde la Costa, los dos en flor.
La pita y la tuna se crían en Ubrique, el taray y mucho algarrobo que injertan ya algunos. Este fruto bravío es del primero que lo coge, no estando en hacienda de particular; suelen traerlo a vender para los muchachos en cambio de trapos para papel.
Mucho olivo silvestre.
Viniendo de Alcalá de los Gazules a Ubrique también anotó en el cuaderno de campo plantas que le interesaron:
- Lonicera periclymenum, común hasta Ubrique, en flor y fruto.
- (…) la Balsamita multifida en flor, como el Echium garay, que no falta in cultis hasta Ubrique.
- El Trichomanes canariensis se encuentra en los alcornoques de este Puerto [de la Aguzadera] y la Achillea ageratum florida, tan común hasta Ubrique, y que llaman artemisia basta y el Astragalus onobrychioides con flor y el Lichen geographicus y el Cistus halimifolius, el cantueso, que también vi en Ubrique y no es común en el País y el torvisco macho, que vi luego varias veces hasta Ubrique, y la Lobelia urens, tan común hasta Ubrique en la inmediación de las aguas, a veces con la laurentia, ambas en flor y el Linum tenue, que sigue nada raro hasta Ubrique. En el camino del mismo día y luego hasta Ubrique el [Polypodium] filix-mas, piruétanos, Osmunda, rara, Callitriche, Senecio aureus, brusco, madroño y mucho agracejo.
Y días y semanas después, viendo plantas en otros lugares las comparaba con las de Ubrique, lo que demuestra su buena memoria y que el pueblo le dejó una gran impronta:
- En el viaje a Sierra Bermeja vi mucha Conyza de la de Ubrique, siempre más chica…
- Paspalum sanguinale, Motril, a menos de 50 varas, Madrid, Ubrique, en flor y fruto.
- [Cerca de Carratraca] El comino rústico de Ubrique, en fruto.
- [Entre Algodonales y Puerto Serrano] Atractylis cancel/ata, pasado, arrayan con agracejo, aún Conyza de Ubrique.
Es posible (y natural en un botánico) que fuera formando un herbario, porque en una entrada de su Diario de dos semanas más tarde: “Serratula, la cogida en Ubrique de junto al agua”.
Observó que no había castaños:
El castaño ama la humedad de los barrancos y la pizarra y granitino. Por ser caliza la roca de Ubrique y Grazalema y arenisca la de Alcalá, parece no podría criarse en sus Sierras, a pesar de tener tan hermosas gargantas.
* * *
También dedicó un pequeño apartado a la fauna de Ubrique y alrededores, en estos términos:
En las Sierras que llevo andadas desde Alcalá abunda el hermoso abejaruco, la merla tan amiga de la zarzamora, que no escopetean los naturales por no valer el tiro, las tórtolas y palomo torcaz, el arrendajo, a que tampoco tiran por su poco valor, perdices, picazas, que llaman urracas en ciertos sitios. No abunda más la caza en estas Sierras por lo peñascosas, pues se alojan en los canchos la zorra, la gineta, oía la Viverra genetta (así parece llaman a la fuina) y el tejón que la devoran.
3. Las ruinas romanas del Salto de la Mora
Una de las principales visitas que Simón de Rojas Clemente había proyectado en Ubrique era la de las ruinas romanas de la Sierra de Benafí o Salto de la Mora, adonde subió el día 23 de agosto.
En otro lugar he trasladado las impresiones que recibió Clemente de aquel lugar mágico, en el que disfrutó de la contemplación de unos maravillosas estatuas y columnas, vestigios del pasado romano de Ubrique, que se destacaban sobre las vides, esas plantas por él tan amadas /era el principal especialista de Europa en ampelografía, la ciencia de la vid, sus variedades y sus frutos. Pero a Clemente le interesaba todo, y le gustaba hacer observaciones geo-orográficas. Por eso aprovechó la subida al cerro para situar los montes que se veían desde aquella atalaya y apuntarlos en su cuaderno de campo.
Transcribo más abajo sus mediciones. Las angulares deben de ser bastantes fiables, ya que los teodolitos tienen poco error. Prueba de ello es que algunas medidas tienen los grados y los minutos. Pero las longitudinales tuvo que estimarlas, y parece que casi siempre tienen errores por defecto. Hay que tener en cuenta que da estas distancias en leguas. Se considera que una legua es lo que se puede recorrer en una hora. Es una medida, pues, muy imprecisa, que en cada lugar de España tenía antiguamente distintas equivalencias con los actuales metros. En 1801 Carlos IV promulgó una orden según la cual:
Para que la legua corresponda próximamente a lo que en toda España se ha llamado y llama legua (que es el camino que regularmente se anda en una hora) será dicha legua de veinte mil pies, la que se usará en todos los casos que se trate de ella, sean caminos Reales, en los Tribunales y fuera de ellos
Esas “leguas de 20.000 pies” se consideran equivalentes a 5.572,7 m. Según eso, la distancia entre la cumbre del Benafí y Prado del Rey la da bastante bien (2 leguas y media = 13,75 km), pero no la que hay hasta Benaocaz, que estima en un cuarto de legua siendo el doble. Mucho más error hay en la medida de la distancia al pico San Cristóbal, que dice que es “media legua larga”, o sea, unos 3 km.
Nótese que a todas estas sierras las considera parte de lo que llama Cordillera de Ubrique.
* * *
PUNTOS TOMADOS DESDE BENAFELIZ O (POR SÍNCOPA) BENAFIZ, VULGO
Base: dicho punto y el Castillo de Tavizna, en la línea de Norte Sur.
| Castillo antiguo de Tavizna, sobre un alto cerro, | Al Norte fijo: | ¾ de legua |
De Norte a Sur por Oeste
| Cerro de Santa Margarita | unos 3° | 1 legua |
| Dos cerros a cuyo pie se halla el Pueblo nuevo del Prado del Rey. Son cónicos y caen casi en la misma enfilación, el más distante algo más a Oeste | 24º | 2 ½ leguas |
| Extremo Occidental de la Sierra de Albarracín y Pueblo del Bosque, que no se veía por hallarse a la falda opuesta (del Norte) | 22º | 1 ½ legua poco más |
| Puntal cónico que llaman el Cerrachón, al Este del Puerto del Lobo y trabado con él, limitando por este extremo con la Sierra de la Silla. Por el terreno bajo que queda entre él y el extremo Oeste de la Sierra de Albarracín pasa el Camino de Ubrique a Cádiz y Sevilla. | 35º 55’ | ¼ legua largo |
| La Salina de Hortales, que no se veía, debe caer casi en la misma dirección y algo más a Oeste la Mina de Azufre y algo más a Oeste el Hato de la Esparraguerilla [La Esparragosilla] | Poco más de 1 legua | |
| El Ardión de la Silla, que es su punta más alta y cónica | 53º 10’ | ¼ legua escaso |
| La Bodega-Venta de Moncada, junto al Camino de Jerez y Cádiz | unos 38º | ¼ de legua |
| Castillo de Cardela, antiguo, sobre lo alto de la Silla (Sierra), tiene al pie un cerro por este lado un hato de vacas y no es más Cardela. (NOTAS AL PIE: Ya casi expira la Sierra de la Silla en el Castillo o Torre de Cardela. Sobre la ladera de la Sierra de Albarracín, entre otras viñas con sus bodegas, en que viven los que las cuidar y que llaman también Tavizna.) | 87º 10’ | ¼ legua escaso |
| Picacho de la Sierra de Alcalá de los Gazules | 116º 10’ | tres leguas |
| Peñas de los Tinajeros, en la alto de la Dehesa de la Nava | 117º 45’ | 1 legua |
| Algún grado mas hacia el Sur que este punto pasa el Camino de los Paleros, que trajimos viniendo a Ubrique. Todo es una Cordillera que mirábamos de frente correr como de Norte a Sur. | ||
| Puerto Obscuro, en la Sierra de Alcalá de los Gazules (se olvidó apuntarla) | algo más de 3 leguas | |
| El Berrueco de Ubrique (punta cónica), pertenece a la Cordillera de Ubrique | 168° 20′ | más de ½ legua |
| Ubrique, | al Sur fijo. | Apenas ½ cuarto de hora, pero cuesta media hora andarlo |
De Sur a Norte por Este
| Venta de Agua Nueva, en el Camino de Ubrique a Villaluenga | 67° 30′ | ¼ legua |
| En la misma enfilación Villaluenga, que no se veía por caer al lado opuesto de la cumbre | ½ legua | |
| Cerro del Cao, en la Cordillera de Ubrique. | 83° 25′ | más de ½ legua |
| Calvario de Benaocaz | 89° 55′ | ¼ de legua largo |
| Torre de la Iglesia de Benaocaz. Pueblo tendido sobre la Sierra hacia la mitad de su subida. | 99° 35′ | ¼ legua |
| Cerro del Endrinal, en la Cordillera de Ubrique | 110º 45’ | ¾ legua largos |
| Puerto del Boyar, por donde se une a la Sierra del Pinar la de Benaocaz y Ubrique y pasa este Camino de Cádiz a Grazalema | 131º 25’ | ¾ legua |
| Tajos del Mesoncillo (o Corral) | 141º | ¼ de legua |
| Cumbre de San Cristóbal o Sierra del Pinar | 144º 25’ | ½ legua larga |
| Entra la cumbre de San Cristóbal y el Puntal cónico de Santa Margarita, pero mucho más cerca de éste se hallan más arriba de las faldas las Huertas de Benamahoma. | ||
| La Sierra de la Silla, entre las enfilaciones del Puerto del Lobo y Cardela tiene por sus faldas en este lado muchas viñas con sus bodegas; por entre su falda y la de la Sierra de Ubrique (faldas que se juntan) está el valle estrecho por donde va el Camino de Ubrique a Cádiz. |

4. El léxico de Ubrique
Simón de Rojas Clemente Rubio no era solo botánico (y geólogo, geógrafo, farmacéutico…) sino también filólogo. Conocía varias lenguas, entre otras el árabe (cultura con la que se identificó tanto que a veces vestía a la arábiga, por lo que lo llamaban “el sabio moro”). Allá por donde iba anotaba en su cuaderno de campo las palabras típicas que le llamaban especialmente la atención. Muchas de ellas las recogió en la Sierra de Cádiz, y bastante las ubica en Ubrique (que es el pueblo que más cita, junto a Grazalema, prueba de que le dejaron un recuerdo especial). Algunas siguen vigentes, como cudiao por cuidado. Las copio a continuación.
* * *
[OBSERVACIONES GENERALES]
- El vulgo del Reino de Sevilla y no tanto el de Granada substituye muy frecuentemente la r a la l, especialmente siguiéndosele consonante como cardo por caldo, y la y a la ll, como oye por olle, confundiéndolas atrozmente en la escritura.
- [Más adelante señala Clemente el fenómeno contrario como propio de las Cuatro Villas, pero es más bien de la parte de Granada:] Substituyen mucho en las 4 villas la l a la r, como caldo por cardo…
- Úsase mucho en el Reino de Sevilla, aún entre los que no se llaman gente ordinaria, añadir la preposición de a verbos que no deben llevarla como: disponer de que yo vaya, decir de que hiciéramos algo, le suena de que nos llevará a la guerra.
- Dicen todos en estos Pueblos que se distinguen muy bien ellos mismos, los de los unos a los de los otros, por modos particulares de hablar y otras diferencias. Lo mismo creo se pueda decir de los más, especialmente cuando no se comunican mucho, como los de esta Sierra. Aún entre las familias de un mismo Pueblo suelen notarse estas diferencias.
* * *
[PALABRAS]
- Dejacarado, por descuidado, oigo decir también al vulgo más tosco del Reno de Sevilla y Granada, como al de otras Provincias. Así cudiado por cuidado y maniantal por manantial.
- Destóquese, por descúbrase, en Grazalema y toda Sierra de Ronda.
- Cobras llamaban en Conil a las filas de cuatro o seis yeguas que unas tras otras trillaban la parva con sus pies. En Grazalema la cobra son propiamente seis, en toda la Sierra de Ronda.
- Dir, por ir, lo usa mucho el vulgo más vulgo del Reino de Sevilla, el del Partido de Ronda, etc.
- Orijana llaman a la res de cualquier especie que no lleva aún en la oreja la marca que comúnmente se les hace en el primer año, cortándoles la punta de diferentes maneras, en Alcalá de los Gazules.
- Jabato o puerco monfí llaman en Alcalá de los Gazules y Grazalema y toda la Sierra de Ronda al jabalí. El adjetivo monfí, en plural monfíes, equivale a bravío o silvestre y se aplica a cualquier animal en todo el partido de Ronda. Moros monfíes eran los que quedaron después de la expulsión viviendo del robo en las sierras.
- Desasornarse, es lo que en Valencia llaman escaldarse andando.
- Tomiza es de esparto majado, redonda, de dos ramales.
- Jíscar llaman a una cuerda de esparto crudo, plana y de tres ramallas o ramales, la llaman soguilla en Titaguas [el pueblo de Simón Clemente] y tomiza en María.
- Calabozo, es una cuchilla o guadaña ancha y algo corva por su extremidad que usan para romper zarzales y las adelfas y los lentiscos y otras matas de que sacan cenizas para las armonas [sic, por almona, fábrica de jabón] cuales la del Bosque y las dos de Ubrique y la famosa de Grazalema.
La calabozuela solo se distingue del calabozo en que es más chica y sirve particularmente para cortar zarzas y en suma leñas más menudas. Lo que he llamado calabozo se llama címbara, pues el verdadero calabozo corta ramas hasta como el muslo para techar y para la candela. La címbara es más ancha y tiene el filo más delgado que el calabozo. - El escardillo de Ubrique es la picaya de Titaguas.
- Cancho llaman al risco en Ubrique y Alcalá.
- Olanes llaman a las pecheras en Grazalema, de cualquier tela que sean.
- Al jubón llaman así en Grazalema (monillo en la Costa del Reino de Sevilla) y todo el Oeste de Granada.
- Tusón: el potro en el 2° año de su vida, por llevar la cola atusada o sea con el pelo, Ubrique y Grazalema.
- Chivarro: el macho de cabrío en el primer año (Ubrique y Grazalema) separado ya de la madre. Cabrito se llama mientras mama (Ubrique y Grazalema).
- Montanera: es el tiempo en que se da la bellota en el monte a los puercos, Ubrique y son los tres meses de Octubre, Noviembre y Diciembre.
- Envacarse el agua, se dice de la que llega a contraer mal gusto por el pisoteo y orines y cagadas de las vacas y otros animales o bichos, como dicen, Ubrique y Grazalema.
- Bicho: llaman así a todo animal, Ubrique y Andalucía en general.
- Embrocarse (la peña), se dice de la que faltándole el apoyo, o sea de otras, de la arcilla u otro cualquiera, caen, se inclina, Benaocaz, Grazalema.
- Casqueras: las chirriaderas de piedras que se desmoronan y ruedan hacia las faldas desde la cumbres como las del Cerro de San Cristóbal, que blanquean mucho a lo lejos; otros les llaman chorreras.
- Hogañazo, oigo decir a algún viejo rústico en tierra de Ubrique y Grazalema; también antañazo.
- Tallisco: es la hendedura de peña en que se mete el pie o mano, sin poderlo sacar. De ahí entalliscarse en Grazalema.
- Dornillo: es una escudilla de madera, Grazalema, etc.
- Viros: en Valencia les llamarían estaquillas. Son unos clavos de madera de tres caras en toda su longitud insensiblemente adelgazados hacia la punta, cerca de la cual tienen una escotadura o una a cada lado para que no se salgan una vez clavados. Los usan para los tarros y demás utensilios de corcho en Benaocaz, etc.
- Simancos: los hoyos verticales más o menos profundos en las peñas, Ubrique.
- Angarillas: las puertas de las huertas hechas solo de palos atravesados sostenidos por dos verticales.
Ubrique. - Golían, por olían dicen muchos en Ubrique.
- Bancal: es la misma horma de piedra con que se sostiene la tierra en los declives, Grazalema.
- Poyato: es el sitio que se baja de un brinco y no se puede luego salir; así se dice de empoyatarse el toro, la cabra. ·
- Ansina, dicen en Grazalema y asina en los demás Pueblos inmediatos por así.
* * *
[DICHOS, EXPRESIONES Y REFRANES]
- El que me hizo las orejas: Por mi padre.
- ¡Qué destocado va Usted! Me decían a mí por ironía en Conil viéndome con un sombrero grande. – Destocado, propiamente es el que no lleva toca.
- Se usa la especie de maldición: Te quisiera ver jeringando, haciendo jíscar y echando las cabras del garbanzal, para darle a entender que se quisiera ver a uno apurado y con prisa, pues son tres faenas que se hacen aprisa, en tierra de Ubrique.
- Si escarda por Enero y agranda el granero.
Refrán usado en Ubrique y su tierra por lo útil que es hacer esta operación en dicho mes. Con ella, pues es una verdadera labor, dejan el trigo enterrado y en disposición de ahijar mucho más. Suelen repetirla a fines de Febrero y aún después para que no haya una hierba. Tal es el esmero de los buenos y prolijos labradores de Ubrique. En tierra de Madrid sólo escardan en Mayo las hierbas altas para que no estorben o embaracen las siega. No conviene anticiparse para que no retoñen los cardos, así se dice hacia Madrid:
Corta cardos en Abril y de cada uno te saldrán mil.
No hay allí otra escarda.
¡Qué contraste! - ¿A dónde vas trigo tardío? A alcanzar al temprano. Ni en paja, ni en grano.
Si el trigo tardío te fuere bueno, no se lo digas a tus hijos.
Refranes usados en Ubrique y Grazalema, cuyo sentido es claro, incluyen un dogma agronómico que los de Ubrique siguen constantemente. - No me ha vagado, etc., por no he tenido tiempo, Ubrique. Es muy usado en /frase no completada/.
- A la vera, por inmediato o a la inmediación, en todo el Reino de Sevilla y Granada, muy usado.
- Está de todas o, con más expresión, de todas de todas, para dar a entender que está muy buena o muy bien hecha una cosa, acción, etc. Muy usado en la costa de [Reino de] Sevilla y en Granada, como en Grazalema.
- Oiga mire: suelen decir para llamar la atención del que está a alguna distancia y van a habla:
Grazalema. - En estos Pueblos usa la gente del Campo responder al saludo de:
Quede Usted con Dios.
Vaya Usted con Dios y con salud.
* * *
[ANOTACONES EN OTROS LUGARES DEL DIARIO]
- Berrueco: de ahí vendrá la voz berroqueña que aplican en Madrid al granito. Calizos son el de Medina y el de Ubrique: ¿entrará esta idea en su etimología?
- Rancho y cortijo es lo mismo. Hato es de pastores y en Ubrique tienen su casa los de yeguas y vacas. Los hatos de cabras solo tienen chozo. Techan con anea, espadaña que es el Iris pseudoacorus, y maciega, gramínea de hoja grande y cortante que vi sin flor,juxta aquas.
Nota
Sobre Bartolomé Calero
Probablemente el boticario Bartolomé Calero y Mirás no era de Ubrique, ya que en la confección del padrón de 1818 se dice que participó en la certificación del documento como “vecino imparcial y sin coonecciones [sic, por conexiones] con este vecindario”. Llegaría al pueblo a finales del siglo XVIII o principios del XIX procedente del valle de los Pedroches (Córdoba), más concretamente de Pozoblanco. De acuerdo con el padrón de 1818 residía en la calle Real.
Según el padrón de 1823, en ese año vivía en Ubrique una hermana suya, Ana Calero, que consta como viuda y de edad 75 años. También aparece su hija Catalina de Crespo (40 años, soltera) y su hijo Gregorio Crespo (50 años, viudo). Los tres habrían llegado a Ubrique hacia 1803. Gregorio , a su vez, tiene dos hijos inscritos en el padrón de 1823, ambos nacidos en Ubrique: Ana (19 años) y José Crespo (14). Una descendiente de esta familia me ha contado que el farmacéutico Bartolomé Calero vivía con su sobrina Catalina. Por otro lado, de esta familia desciende el republicano socialista ubriqueño Gregorio Crespo León, desaparecido en la Guerra Civil. Parte de su genealogía la han dado Manuel Zaldívar aquí y Esperanza Cabello aquí.
Bibliografía
La mayor parte de la información de este artículo está tomada del libro Simón de Rojas Clemente Rubio – Viaje a Andalucía – Historia natural del Reino de Granada (1804-1809), con edición, transcripción, estudio e índices de Antonio Gil Albarracín y otros artículos introductorios de Horacio Capel Sáez y Mª del Pilar de San Pío Aladrén. Lo publicó en 2002 la editorial Griselda Bonet Girabet.
La información de los padrones está tomada de los que se conservan en el Archivo Municipal de Ubrique. La ha encontrado Manuel Zaldívar Romero.
Imagen de cabecera
Lámina con retrato de Simón de Rojas Clemente Rubio inserta en la segunda edición de su obra Ensayo de las variedades de la vid común que vegetan en Andalucía (Madrid, 1879; la primera edición es de 1807).






















