El Instituto Geográfico Nacional conserva un plano del pueblo de Ubrique trazado en 1910 gracias al que podemos comprender muchos aspectos de la evolución urbana de la localidad. El plano está compuesto por dos hojas: el casco principal (la llamaré hoja A) y el apéndice que fue surgiendo al sur siguiendo la carretera de Cortes (hoja B). Cuatro décadas más tarde, en 1953, quizá con algún objetivo de ordenación urbanística, se realizaron algunas adiciones y correcciones que se marcaron en color rojo. A continuación comento algunos detalles del plano, en especial las denominaciones que se dan a algunas calles y los cambios de nombre que han experimentado algunas en el curso del tiempo, guiándome para ello fundamentalmente de un trabajo de Fernando Sígler Silvera titulado Cuando Ubrique dio nombre a sus calles en el siglo XIX y de artículos publicados en Calles de Ubrique y en este mismo sitio de Historias de Ubrique.
A) El casco urbano principal
Esta es la primera hoja del documento, que recoge el trazado urbanístico del núcleo principal y de la zona por donde acabaría expandiéndose cuatro décadas más tarde.
El cementerio y la casa de Pompeo
En el plano puede ver que el casco urbano se mantenía constreñido en 1910 al este de la línea del río Ubrique, si bien destaca al oeste una instalación que había entrado en servicio aproximadamente una década antes: el cementerio de San Bartolomé. Además, si ampliamos la imagen podemos ver una edificación singular en el lugar donde ahora hay una panadería, frente al cuartel de la Guardia Civil, pasada la curva que la actual avenida de Cádiz describe en ese lugar. La edificación está etiquetada como casa de Pompeo.
Este nombre es sin duda el origen de la denominación actual de una vía pública que existe pocos metros más al norte, el callejón del Pompeo.
Aunque en la página Calles de Ubrique: Callejón del Pompeo se recoge una explicación que han dado los descendientes del señor conocido como El Pompeo a este apodo, a mí me da la impresión de que en realidad, en su origen, Pompeo no era un mote, sino el nombre real de alguna persona de Ubrique. De hecho, dicha página lo sugiere aportando un dato revelador: en las Misceláneas a la Villa de Ubrique escritas por Rafael Aragón Macías a mediados del siglo XIX aparece una persona llamada Pompeo Marín que vivió en el XVII. No fantasearé con la pretérita existencia en ese lugar de una supuesta villa de algún Pompeo de la época romana ubriqueña, pero sí puede ser significativo que Pompeo es tanto un nombre como un apellido italianos reales. Un famoso arquitecto de los siglos XVII-XVIII se llamaba Pompeo Ferrari. Y hubo un escultor llamado Pompeo Leoni que había nacido en Milán y falleció en Madrid en 1608. Como es sabido, la Monarquía Hispánica se extendía por extensos territorios italianos durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Y no hay que olvidar que a finales del siglo XVIII emigraron a Ubrique varias familias maltesas (Malteses en Ubrique: los Carabot, los Misut y los Vecina). La isla de Malta ha estado vinculada a Italia mucho tiempo y prueba de ello es que hasta el primer tercio del siglo XX el italiano era lengua oficial en aquel país. Por todo lo dicho, y salvo que se pruebe verosímilmente que Pompeo era un apodo, quizá el callejón actual debería llamarse de Pompeo, no del Pompeo.
Por cierto, el cementerio está etiquetado con el número “1” y la casa de Pompeo con el “2”. Parece que los topógrafos que trazaron este plano numeraron todas las edificaciones de las afueras.
El ventorrillo de Vista Alegre y el Prado
Descendiendo hacia el pueblo por la carretera llegamos a la glorieta que actualmente es conocida por el bizarro nombre de Radiotelevisión Española.
En 1910 existía allí el ventorrillo de Vista Alegre (etiquetado con un “3” en el plano). Hoy día, justamente por detrás del desaparecido ventorrillo, está la calle de Vista Alegre.
Del lugar partían tres vías: una hacia el noroeste, otra hacia el suroeste y otra hacia el este.
La vía hacia el noroeste está rotulada como atajo y coincide con el camino que actualmente seguimos cuando desde la glorieta de Radiotelevisión Española subimos por la avenida de Carlos Cano y a los pocos pasos tomamos la escalera que arranca a la izquierda y salva el fuerte desnivel con la avenida de Cádiz.
Hacia el suroeste, pasando sobre una alcantarilla de recogida de aguas, nacía el camino del Prado (hoy paseo del Prado). En el plano de 1910, este camino conduce a una edificación rectangular de amplia superficie (que los topógrafos marcaron con el número “4”) a partir de la cual el camino pasa a llamarse senda y lleva a una edificación más pequeña etiquetada “5”. El elemento 4 creo que era una fábrica de curtidos, pues en un mapa de 1873 encuentro una instalación de ese tipo en esa zona.
Los Callejones
La tercera vía, la del este, es lo que actualmente llamamos Los Callejones y conducía al pueblo. En el plano de 1910 se denomina carretera de Villamartín. Esta es una vista de Los Callejones (“Alameda”) en 1920 desde la zona de Vista Alegre. Está recogida en un documento llamado Ubique en la Memoria que tiene publicado en Internet Fernando Oliva.
En el plano de 1910, en esa alameda, algo más abajo de la esquina con la actual calle Doctor Zarco Bohórquez, había una edificación rotulada con el número “7”, y más al sur, a la altura aproximada de Hermanos Bohórquez Gómez, se dibujó otra que se etiquetó con “6”.
En la acera de enfrente, a la altura de donde arranca actualmente el Paseo de la Esperanza, se indica la existencia de una alcantarilla. En ese mismo punto se dibujó una casa (en color rojo) en la modificación del plano que se hizo en 1953.
En dicho plano de 1953 se introducen otros importantes cambios (siempre en color rojo) en Los Callejones (entonces Avenida Doctor Solís Pascual). Se observan dos polígonos delimitados al norte por “paredes”. En el que queda más al oeste es donde en esos años de mediados del siglo XX ya estaba la estación de autobuses de Los Amarillos. Los polígonos están claramente separados por un callejón que estaba cerrado por una cancela y, aunque no tiene inscrito ningún nombre, llevó durante mucho tiempo el rótulo calle particular de San José. Después pasó a ser San José y actualmente es Juan XXIII por obra y gracia de algún Ayuntamiento que al parecer no podía concebir que una calle tuviera forma de L y decidió prolongar la denominación de “Juan XXIII” hasta Los Callejones dejando a San José reducida a un solo palo de la L. Todavía queda el letrero antiguo de la primitiva San José.
Unos metros más al sur de la esquina de Los Callejones con la hoy llamada Juan XXIII se dibujó en el plano de 1910 otra alcantarilla.
En el extremo este de la calle se delineó y rotuló el “Puente” que permitía vadear el río para entrar en el núcleo urbano. En una de las esquinas de este puente se advierte la existencia de una pequeña edificación y, en la acera de enfrente, se observa la construcción (o grupo de ellas) que actualmente existe fuera de alineación en la esquina entre Los Callejones y San Francisco Javier.
Esta imagen refleja cómo era la zona del puente en 1920 (la tomo también de la colección Ubrique en la Memoria de Fernando Oliva):
Hacia la plaza de Colón
Cerca del puente vemos la calle Cervantes. Según Fernando Sígler (Cuando Ubrique dio nombre a sus calles en el siglo XIX), en el siglo XIX el Ayuntamiento hizo dos intervenciones importantes para normalizar el nomenclátor callejero, una en 1859 y otra, más profunda, en 1887. Pues bien, uno de los cambios de 1887 fue el de Curtidores por Cervantes, dando como razón la comisión encargada de proponer las modificaciones que el primer nombre era “bastante vulgar”. ¡Cómo han cambiado los tiempos! En mi opinión, nunca el nombre de ninguna persona debería haber sustituido al de un colectivo de trabajadores, y menos al de un oficio tan humilde e ingrato como útil a la sociedad en general (el cuero fue fundamental en la mejora del bienestar humano por sus muchos usos) y al pueblo de Ubrique en particular. Ni que decir tiene, un Ayuntamiento posterior hubo de deshacer el entuerto y reponer el nombre de Curtidores, aunque fuera a otra calle del pueblo.
Desde el puente sobre el río Ubrique se accedía por la calle de Cádiz a la plaza de Colón. La calle de Cádiz se llamó del Puente hasta 1887. Pero ese año la comisión del nomenclátor consideró que el nombre Puente era “vulgar” y lo cambió por Cádiz por servir esta vía “de tránsito a la carretera que ha de conducir a dicha ciudad y como una prueba de la estimación que se tiene a la misma como capital de la provincia”, según se lee en el mencionado trabajo de Sígler. En el plano 1910 se mantiene el nombre de Cádiz, pero algún tiempo más tarde su título fue sustituido por los apellidos del filántropo gaditano José Moreno de Mora y Vitón (1825-1908), fundador junto a su mujer (Micaela de Aramburu) del Hospital de Mora de Cádiz. Lógicamente, un Ayuntamiento posterior hubo de subsanar el feo que se le había hecho a la ciudad milenaria dedicándole a Cádiz una avenida, aunque lo hizo desairando a Villamartín, pueblo que quedó apeado del callejero ubriqueño desde entonces (además de la carretera de Villamartín, que se iniciaba en el puente y se dirigía al oeste, había un camino a Villamartín, que es la calle que hoy se conoce popularmente como Carretera Nueva). En honor a la verdad, debo decir que en Villamartín existió en el siglo XIX una calle Ubrique que también cambió de nombre. Dos pueblos vecinos que se ignoran mutuamente en sus callejeros.
La plaza de Colón se nombraba así desde 1887, cuando la mencionada comisión municipal del nuevo nomenclátor le colocó ese nombre en sustitución del de Zamora, que probablemente era el apellido de una familia ubriqueña (su más destacado representante sería el presbítero Simón de Zamora, nacido en el siglo XVIII y fallecido en la década de 1820). En el plano de 1910 se destaca la existencia en la plaza de Colón de una “farola” que sería eléctrica, dado que ya Ubrique contaba con fluido.
Hablando de cambios de nombres, merece la pena comentar otro caso en este barrio. Según se desprende del citado artículo de Sígler, inicialmente existía una compleja calle de Rojas formada por dos o más tramos. La comisión del nomenclátor de 1887 propuso que fuera dividida en dos partes, una que siguiera llamándose Rojas y otra a la que se le dio el nombre de Progreso “como símbolo del ideal vivificador y luminoso desarrollado en el presente siglo”. Esa calle seguía llamándose Progreso en 1910, como se puede comprobar en el plano (en la parte inferior de la siguiente imagen).
Pero algún Ayuntamiento posterior decidió apagar el ideal luminoso y concederle la calle al Presbítero Francisco Guerrero, del que en otro lugar he visto sombras.
La calle Rojas seguía siendo de estructura irregular en 1910. Parece que tenía forma de T, lo que se solucionó en algún momento posterior dándole el nombre de calle del Horno a la pata de la T.
Más sobre cambios de nombre. En la imagen anterior, por la izquierda, corre la calle de Méndez Núñez. Hasta 1987, esta vía paralela al río era sencillamente uno de los tramos de larguísima calle Nueva, que se extendía desde la calle de San Sebastián hasta el Convento, incluyendo a la bocacalle que se conocía como callejón de San Pedro y que fue renombrada costanilla de San Pedro en 1887, segregándola al mismo tiempo de la calle Nueva. Lo que quedó de esta fue dividido en dos tramos, uno que conservaría ese nombre tradicional (recientemente perdido en beneficio del Doctor Serafín Bohórquez) y otro (desde San Sebastián a la esquina de la costanilla de San Pedro) que pasó a llamarse Méndez Núñez “como una pálida muestra de la consideración que merece el recuerdo de tan ilustre como valiente patricio”, según opinaba la comisión del nomenclátor de 1887. El “valiente patricio” era adorado en la España de la época por haber sido protagonista, entre otras hazañas, de una ridícula rabieta guerrera de España contra Perú que se prolongó durante solo unas horas (el tiempo que le duró la munición al almirante) y cuya victoria se atribuyeron ambos países, siendo en cualquier caso pírrica. Me refiero al combate del Callao. Una corporación municipal de la II República quitó los honores a Méndez Núñez y le dio la calle (el 10 de diciembre de 1934) al ingeniero Francisco Ruiz Martínez, que trabajó en los años 30 en varias carreteras que beneficiaron las comunicaciones de Ubrique. Y, por cierto, hay que recordar que esta calle, o un tramo de ella, se ha conocido popularmente durante mucho tiempo como Tenería(s). Además, Manuel Zaldívar cree que en 1818 se llamaba Mesones.
Personalmente, en estos casos siempre opino lo mismo: la calle Nueva debería haberse seguido llamando así siempre, pues es el nombre que le dio el pueblo. ¿Una calle para homenajear a una persona? No me apasiona la idea, pero la acato con gusto si el pueblo lo quiere. Ahora bien, prefiero que a la persona se le dé una calle de nuevo trazado (en el siglo XX se crearon en Ubrique más de dos centenares de nuevas calles) y no que se le quite el nombre tradicional o popular a una ya existente si no es ofensivo. Un cambio de nombre de calle puede provocar un volumen de trabajo adicional a las administraciones y a los habitantes de la vía del que no parecen ser conscientes los que lo hacen con tanta alegría. Además, suele generar polémicas innecesarias. El callejero de Ubrique no tenía ni un solo nombre de persona en 1818 (lo más parecido a eso era, probablemente, el nombres Zamora, aunque se referiría a una familia, no a un individuo, y además probablemente era un nombre popular, no concebido oficialmente como homenaje a nadie). Pero como parece que el ser humano cada vez se cree más el ombligo del mundo, hoy día les damos nombres de personas hasta a aeropuertos que ya tenían denominación tradicional (quizá para imitar a franceses o estadounidenses). Para colmo, muchas de las personas homenajeadas con calles tienen fuertes vinculaciones políticas, lo que suele augurar un posible nuevo cambio en el futuro.
Desvisten a un santo para vestir a un beato
Sigo hablando de mudanzas en el nomenclátor, pero en este caso son graves y de consecuencias imprevisibles, pues afectan a una alta instancia celestial: San Pedro, el portero del Cielo.
Este santo ha sido “desvestido” para vestir a una figura empírea más modesta: el Beato Diego José de Cádiz, conocido en el siglo como Francisco José López-Caamaño, que vivió algunos años en esa calle. (Incidentalmente, un hecho poco conocido es que la madre del Beato había denunciado al padre, antes de casarse ambos, por incumplimiento de palabra matrimonial, de resultas de lo cual el hombre llegó a ser encarcelado).
San Pedro seguía conservando una plaza, nominada así en 1887, pero también se le quitó recientemente para dársela al maestro Francisco Fatou y Lucas (puestos a aceptar cambios, ese lo aplaudo). Así que a San Pedro ya solo le queda en Ubrique la costanilla, aunque no es de extrañar que en el futuro se la arrebate alguna gloria del balompié o del arte de Cúchares.
Eso sí, para no desairar excesivamente al santo, en el rótulo de su antigua calle se ha mantenido interinamente su nombre, práctica salomónica habitual del Ayuntamiento de Ubrique en los casos en que hace modificaciones en el nomenclátor que pudieran ser susceptibles de disconformidad ciudadana. Cuando se acabe de romper el azulejo, seguro que el nuevo ya no contendrá las palabras “San Pedro” y de paso se tendrá la posibilidad de agregar el “José” que no se ha escrito (por economía de la lengua, por falta de espacio o por mero desconocimiento).
Por cierto, en el plano de 1910, en el edificio de la esquina que hace la costanilla de San Pedro con la calle Beato Diego José de Cádiz se puede ver escrita la letra B. Corresponde a la escuela pública de niños que había en la ermita de San Pedro, como lo aclara una leyenda del plano. En ella enseñó el mencionado maestro Francisco Fatou.
En el fragmento del plano que he reproducido más arriba vemos también La Plaza, que por aquel entonces exhibía orgullosa el nombre del mandamás de turno, Alfonso XIII, rey desde su nacimiento aunque dirigía los destinos de sus compatriotas de forma efectiva desde 1902, con 16 años (de locos).
También están señalados el Ayuntamiento y la iglesia parroquial, con indicación expresa en esta última del lugar en que se hallaba su puerta. La calle que corre por el costado oeste del Ayuntamiento está rotulada Consistorio, ya que, aunque popularmente se conocía (y la conocen algunas personas) como calle de la Cárcel, la comisión urbanística de 1887 hizo ese cambio de nombre por “ser bastante vulgar”.
En la zona está también la calle que desde antaño se llamaba del Agua y así se mantiene en el plano de 1910 (y en la actualidad). Si embargo, hubo un corto periodo en que se llamó Aragón Macías. Lo decidió en 1887 la comisión del nomenclátor para “honrar la memoria de un ilustre hijo de Ubrique, eminente latino y sabio economista”. La denominación figura en el padrón de 1906, pero no parece que se extendiera mucho más en el tiempo. Hasta la fecha el municipio no se ha vuelto a acordar de esta gran figura de la historiografía ubriqueña a pesar de haber creado decenas y decenas de nuevas calles. ¿La razón es el desconocimiento?
La plaza de la Verdura y sus otros nombres
Hablando de pintores, quiero recordar que el vallisoletano afincado en Cádiz Francisco Prieto, con obra en el museo provincial, plasmó en 1928 la plaza de la Verdura de Ubrique en el lienzo que reproduzco a continuación (y también pintó otros cuadros de temática ubriqueña):
En el plano de 1910 a esta plaza se le llama calle de El Mercado. Es extraño ese nombre… ¿Un error del topógrafo? Ese lugar se llamó antiguamente Carnicería (o Carnecería) y Plaza de Abastos, pero ¿calle de El Mercado?
En un extremo de esta calle de El Mercado, en la calle de la Madera, vemos indicada con la letra A la situación del primitivo cuartel de la Guardia Civil (que en 1871, cuando asesinaron en esa zona al alcalde Cristóbal Toro, se hallaba aún en la calle de los Morales). El cuartel estaría más o menos en el edificio que se ve al fondo en el cuadro de Prieto.
Calle del Cañito (hoy Cañitos): otro puente y una casilla de consumos
Al este de La Plaza del Ayuntamiento, bajando la costanilla de San Pedro, encontramos la embocadura de la calle Nueva (hoy Doctor Serafín Bohórquez).
Desde la calle Nueva bajaba hacia el río la empinada calle del Cañito, actualmente rebautizada como Cañitos, quizá por un prurito de cultismo o hipercorrección. El caso es que el plural desvirtúa el sentido histórico del nombre, que responde al hecho (según tengo entendido) de que en la esquina de esta calle con la calle Nueva existía una fuente que tenía un solo caño, fuente cuya situación está indicada y rotulada expresamente en el plano de 1910. Reproduzco a continuación una fotografía de la calle que aparece en el libro de Manuel Cabello Ubrique, piel al descubierto y que también encuentro en el blog de Esperanza Cabello en un artículo en el que menciona las fuentes que tenía Ubrique en 1803.
Bien es cierto que cruzando el puente que existía al otro extremo de la antigua calle Cañito (la de hoy se prolonga más allá del cauce) se construyó posteriormente la fuente que muestro en la siguiente imagen, la cual fue demolida cuando se hizo el colegio Fernando Gavilán.
Pero dudo mucho que el pueblo llamara a la calle en plural (Cañitos) en atención a esta segunda fuente, pues no estaba situada en la calle en cuestión. Por cierto, en el artículo de Sígler que estoy citando el nombre de la calle aparece una vez y en singular.
En el plano de 1910, en la parte más baja de la calle del Cañito se ha dibuja el puente (de tablas) que el municipio había tendido para cruzar el río Ubrique hacia la zona de huertas. Al lado de este puente está señalada una casilla de consumos. En las entradas de los núcleos de población (y la calle del Cañito constituía antiguamente una entrada a Ubrique) el municipio instalaba unas oficinas llamadas casillas de consumos o fielatos donde se controlaba el tráfico de mercaderías con el fin de comprobar la salubridad de los alimentos (hortalizas, frutas, carne, pescado, aguardiente, vinos…) y cobrar los correspondientes arbitrios y tasas.
Una vez cruzado el puente de la calle calle del Cañito, algo más al sur, existía otro puente que permitía vadear una acequia cuyo curso se ha esbozado en el plano.
Por otro lado, volviendo al casco urbano, al sur de la calle del Cañito está señalada la calle del Corregidor, que hoy día se llama principalmente San Eduardo, si bien un pequeño tramo de esta conserva el nombre antiguo.
El camino de Benaficillo o Benafincillo
Siguiendo por la calle Nueva hacia el norte, al llegar a la confluencia con la de San Francisco había una fuente-abrevadero que está convenientemente señalada en el plano.
Un poco al norte del abrevadero, en la esquina del convento de Capuchinos (no dibujado en el plano de 1910 quizá por estar a las afueras, pero bosquejado en el de 1953), se inicia un camino hacia las huertas llamado en el plano “de Bonaficillo”. Quiero entender que es un error por Benaficillo (el topógrafo escribió primero Bonafallo, lo que denota que no era de Ubrique; se lo corregirían, pero parece que no acabó de arreglarlo). El trazado de este camino coincide, en su arranque, con la actual avenida de Herrera Oria, pero conforme el camino avanza cuesta abajo se va desviando ligeramente hacia el sur, pasando al borde del molino que allí existía.
En un plano de abastecimiento de aguas de Ubrique fechado en 1937 y cuya versión digitalizada conserva el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (el original se halla en el Archivo Municipal de Ubrique, legajo 871 Sección 9.7 Agua y Alumbrado) aparece también el camino del Benaficillo (la primera vocal no se identifica bien, pero entiendo que es una e).
Fray Sebastián, en su Historia de Ubrique, también menciona el «callejón del Benafincillo»:

Y en un croquis trazado por un particular creo que a finales de la década de 1950 aparece escrita dos veces la palabra Benafincillo en la orilla del río Ubrique, a unos 100 metros al norte del puente de Los Callejones, muy cerca de donde el arroyo Seco que trae las aguas de los Nueve Caños o Benalfiz se une con el arroyo del Nacimiento. Pues bien, he sabido que Benafincillo era el nombre de una finca que allí había. Su nombre tiene sentido ya que, como acabo de decir, a ella llegaban las aguas del nacimiento de Benalfiz.
Por cierto, desde allí salía del río Ubrique una acequia que primero seguía una dirección suroeste, quedando en su orilla norte la llamada huerta primera. Unos 60 metros más delante, la acequia torcía hacia el sur manteniéndose paralela al río, a una distancia de unos 50 o 60 metros él. Pasaba junto a la cerca de lo que fue el cine Avenida (transformado más tarde en almacén de bebidas) y junto a una pequeña caseta de arbitrios municipales que allí había y una “casa con dos plantas”. Es de suponer que atravesaría la carretera que ya por entonces se llamaba de Las Cabezas de San Juan a Ubrique (no de Villamartín), hoy Los Callejones, mediante una alcantarilla y se dirigiría hacia las huertas que había en la zona de la actual avenida de España.
En cuanto a la «casa con dos plantas» tenía dos entradas. La principal daba a la carretera; la baja, a una huerta a la que se accedía por el paso que quedaba entre la propia casa y la caseta de arbitrios. La fachada de esta casa tenía unos 15 metros de longitud. Al lado de la casa había un edificio que se destinaba a garaje.
Caminos a Benaocaz y Villamartín
El nombre de esta acequia llamada Benaficillo/Benafincillo sin duda proviene del nombre del manantial que en Ubrique se llama de Benafí o Benafín y en textos antiguos se escribe Benafís, Benafiz, Benafil, Benalfí, Benalfís o Benafeliz (modernamente convertido en Benafelix), siendo quizá su nombre más correcto Benalfiz. Este manantial se hallaba entonces extramuros del núcleo urbano. Antaño sus aguas vertían en el arroyo Seco directamente. A finales del siglo XVII los capuchinos del Convento alegaron que el agua era de su jurisdicción (sin que las autoridades parece que lo objetaran) y condujeron el agua o parte de ella a sus huertas mediante tajeas. En 1723 se construyó la fuente actual, llamada de los Nueve Caños para el mejor aprovechamiento de las aguas del manantial.
Como elementos singulares, en el plano de 1910 se ven en esta zona dos “arca de agua”. La ubicación de la de más al oeste coincide con el sitio donde está la fuente de los Nueve Caños. Pero hay otra arca de agua en el arranque actual del camino a Benaocaz. Además, en una de las márgenes del arroyo Seco hay un depósito de agua destacado con trama azul. Junto a él se escribió se rotuló Molino.
Además del camino de Benaocaz, como he comentado más arriba se delineó en el plano de 1910 el inicio de un camino de Villamartín que hoy se llama oficialmente avenida de Miguel Reguera.
Algo al oeste, pocos metros al norte de donde el actual paseo del Cura entronca con la calle Practicante Antonio Ríos, se dibujó una edificación por uno de cuyos lados pasaba otro camino de Benaocaz (a la izquierda en la siguiente imagen).
A partir del arroyo Seco se dibujó una doble línea (¿una acequia?) que se dirige hacia el surestes (hacia uno de los costados del actual Instituto de Enseñanza Media). Más al sur se ve otra doble línea con la misma dirección que muere en el camino de Benaficillo. Ambas estructuras están conectadas con una línea discontinua.
También se dibujan en la zona una casa a orillas del arroyo Seco, pocos metros al oeste de la actual calle Lepanto, y cerca de ella, igualmente en la orilla de cauce, un punto rotulado como pocilga.
La Cornicabra
Volvamos al norte, a la zona del nacimiento del río Ubrique.
En el plano se destaca el nombre de La Cornicabra, por lo que parece que era una zona muy importante en Ubrique. Al norte se ha dibujado lo que se llamaba el camino de la Cornicabra.
En el extremo norte de la calle Sevilla se ve un ensanchamiento en el que existía otra casilla de consumos, supuestamente para controlar las mercancías que venían desde Villaluenga. Pero es probable que el acceso desde el norte a la población se realizara por distintas vías, a juzgar por la existencia de una casilla de consumos más al final de la calle Ronda, donde nace el camino de Villaluenga (esquina superior derecha del siguiente fragmento de plano).
En la imagen anterior se puede apreciar que en dos puntos donde confluyen las calles del Tajo y del Peral se indica la existencia de ruinas…
Los cuernos del Caracol
La plasmación gráfica en el plano de 1910 de la zona que se extiende entre la actual plaza de la Verdura (calle de El Mercado en el plano) y la calle de la Torre tiene algunos rasgos que llaman la atención.
En primer lugar, parecen apreciarse algunos perfiles constructivos diferentes. Por ejemplo, véase cómo era (supuestamente) en 1910 la vía sin salida que hoy llamamos callejón del Norte y cómo es ahora:
Por otro lado, las denominaciones de las calles cambian en algunos casos. Dos rótulos en el plano dicen El Caracol, pareciendo que esta denominación no se refiere a una calle concreta, sino a un entramado urbano más complejo (la zona sigue siendo laberíntica actualmente, lo que contribuye a corroborar lo que decían los escritores arcenses José y Jesús de las Cuevas de Ubrique: que era uno de los pueblos con calles más bonitas de Andalucía). Parece que con “El Caracol” se quería indicar la actual calle Caracol y tres bocacalles sin salida o “corraletes” que afluían a ella. Curiosamente, la forma del conjunto recuerda realmente la de un caracol con sus cuernos (uno de ellos sería el actual callejón del Norte), pero no creo que esta curiosa semejanza tenga nada que ver con el nombre de la calle.
Por otro lado, la actual calle Caracolillo, que conecta la calle Caracol con la calle de la Torre, se llamaba, según se desprende del plano, calle del Carril. Esta vía había surgido de una división de la intrincada calle de San Martín en tres trozos: San Martín propiamente dicha, Peligros y Carril (así se explica en el documento de 1887 que vengo citando). Quizá Carril diera paso a Caracolillo cuando se trazó la actual calle Carril, que en el plano de 1910 era el camino del Calvario.
¿Saúcos o Saúco?
La que hoy denominamos calle Saúcos está rotulada en el mapa calle del Saúco, como dando a entender que allí existía un arbusto de saúco.
De ser correcta la forma plural actual, habría que pensar que allí existieran varios saúcos o se llegara por esa calle a un bosquecillo de saúcos.
En el documento de 1859 de modificaciones del nomenclátor aparece como “Sahucos” (que era otra grafía aceptada antiguamente) y en el de 1887 como Saucos. He visto en un escrito del primer tercio del siglo XIX que la calle es denominada Sabucos. Este nombre también es correcto. De hecho, podría considerarse más culto porque está más próximo etimológicamente a la forma latina (sabūcus).
Por otra parte, la calle más al oeste que se dibuja en el plano de 1910 es la de San Martín. Por encima de ella está trazado el mencionado Camino del Calvario, y en él se han marcado con las etiquetas “cruz” las estaciones del Vía Crucis que acababa en el Calvario.
Destacan también las calles Fuentecilla (errónea forma de nombrar lo que siempre ha sido Fuentezuela) y Guindaleta. Una guindaleta, según el diccionario, es tanto una “cuerda de cáñamo o de cuero, del grueso de un dedo” como el “pie derecho donde los plateros tienen colgado el peso”.
La ermita de San Juan
Se aprecia muy bien en el plano la plaza de San Juan y la entrada a la ermita del mismo nombre, hoy Centro de Interpretación de la Historia de Ubrique. En la esquina superior izquierda del siguiente fragmento de plano se puede observar la letra C que, como dije antes, se refiere a lo que era el Hospital de Nuestra Señora de los Remedios.
Más al sur se indican las calles de las Ánimas, Cuestezuela y de la Unión.
Calle Sagasta, luego Rodríguez Piñero, antaño Alcantarilla, hoy Botica
La calle Botica (Alcantarilla) se llamaba en 1910 de Sagasta y, posteriormente, durante un breve periodo a raíz de la II República, de Santiago Rodríguez Piñero. (El municipio mostró en aquel periodo un deliro antropocéntrico sin precedentes en la historia del callejero de Ubrique al cambiar por nombres de personas (la mayoría de ellos, políticos, cómo no) muchos nombres que el pueblo había decidido dar a sus calles por consenso, estipulado o tácito, a lo largo de los años.

Lógicamente el nombre responde a que allí hubo una famosa botica (farmacia). También era muy antigua la de la calle Real, como lo revela este curioso anuncio publicitario publicado por el periódico gaditano La Moda Elegante del 22 de mayo de 1893:
Curiosamente, el mismo día La Información Española y Americana publicaba el mismo supuesto testimonio, y bajo él este otro:
Yo. Gabriel Martin, cirujano veterinario de esta población, declaro que he esta lo sufriendo de gastritis, acidez y mala digestión, acompañados con frecuencia de vómitos. Con ninguna de las medicinas que tomé hallé alivio, excepción hecha del Jarabe de la Madre Seigel, pues desde que lo tomo me encuentro mejor, y abrigo la confianza de que me curará por completo. Declaro y firmo lo que antecede.—
GABRIEL MARTÍN. Ubrique, noviembre 16 de 1892.
En este fragmento de plano se ve también la calle Prim, que el topógrafo escribió Prin.
¿Solanos o Solano?
Yéndonos hacia el suroeste encontramos en el plano la calle de Solano, que ahora se llama oficialmente de los Solanos.
Realmente, no sé si el nombre debe estar en plural o en singular. Quienes defienden lo primero argumentan que la denominación se debe a que en esa calle vivían varios miembros de una familia apellidada Solano. Pero no hay que olvidar que solano significa viento que sopla del este (la orientación de la calle aproximadamente es este-oeste). Y solano es también una planta de la familia de las solanáceas. En San Luis de Potosí, México, había antiguamente una calle de los Solanos, pero es la única que encuentro en Internet con ese nombre fuera de Ubrique; sin embargo, con el nombre en singular, ya sea con la preposición de o sin ella, hay muchas calles Solano en España, como por ejemplo en Cádiz, Ciudad Real o Madrid. En el artículo Cuando Ubrique dio nombre a sus calles en el siglo XIX aparece tanto en singular (documento de 1859) como en plural (1887).
En el anterior fragmento de plano se ve también la calle Nevada, que en las Misceláneas de Rafael Aragón Macías aparece como de la Nevada, respondiendo tal nombre no al conocido fenómeno meteorológico, sino al apodo dado a una señora llamada María de las Nieves. Esperanza Cabello, que ha estudiado a fondo las Misceláneas, lo cuenta así en su blog:
Rafael Aragón cuenta de una señora de tez muy blanca y le pusieron por apodo María de las Nieves, esta señora tenía varias casas en la calle Nevada, calle que aún conserva hoy este nombre
«… de María de las Nieves, apellido, que le dieron por ser muy blanca, y hoy retiene el nombre de Nevada la calle donde tenía sus casas».
«… llamóse la dicha María Sánchez Borrega, de las Nieves, por ser muy blanca, y tomó de ella el nombre la calle de La Nevada».
El corral del Concejo
En el plano, más al sur encontramos un topónimo que antiguamente era muy popular y hoy se ha extinguido: el del Corral del Concejo, dicho popularmente El Corraconcejo.
El camino que conducía al corral del Concejo lo vemos en el fragmento anterior al este de la calle de Toledo. Esta calle y el camino del Corral del Concejo estaban conectados por el que en 1910 parece que llamaban callejón del Concejo, que es donde hoy existe una escalinata que salva el desnivel entre la actual calle Concejo y la calle Toledo.
(En el anterior fragmento de plano también están señalados los que los topógrafos llaman Tajos del Calvario; más al norte de estos nombran los Tajos de la Cruz y aún más al norte los Tajos del Higueral).
Calle “Tapada” (por Techada)
Siguiendo hacia el sur encontramos la calle de Morales (hoy de los Morales). Parece que en 1910 tenía forma de Y.
Uno de los brazos de la Y (el cual actualmente se llama calle Herrería) desemboca en la que en el plano se rotula como calle Tapada, si bien creo que el nombre de siempre ha sido Techada, debido al pasaje que poseía en la confluencia de la calle de la Palma con la que ya se llamaba de los Remedios. Actualmente, la antigua calle Techada es simplemente una prolongación de la calle de la Palma.
En cuanto a la calle de los Remedios, la comisión del nomenclátor de 1887 alegó que el precioso nombre tradicional, Cantarranas, era “vulgarísimo” y que “al decir de la tradición, [esta calle] es donde Nuestra Señora de los Remedios, patrona de la villa, operó el mayor milagro cuando el pueblo, reinando en él la epidemia colérica de 1855, pidiole su intersección para con el todopoderoso a fin de que le librara de la calamidad que le afligía”. (Como he demostrado en otro lugar, el supuesto milagro es un mito, aunque respeto que cada cual crea lo que quiera).
Confluencia de las calles Toledo y Magdalena
En la confluencia de la calle de Toledo con la de Magdalena se indica la presencia de la cruz que todavía existe allí:
El Pontón
Al este está indicado con el rótulo El Pontón el puente por el que actualmente se cruza el río para acceder desde la calle San Sebastián a la plaza de los Ejércitos:
B. La prolongación hacia el sur
La segunda hoja del documento cartográfico que estoy describiendo contiene la prolongación de la población hacia el sur, en dirección a la población malagueña de Cortes de la Frontera. En este sector urbano destacan la ermita de Jesús, con su plaza y el cementerio antiguo que la abrazaba. Más al suroeste está la flamante plaza de toros, que había sido construida hacía muy poco tiempo; más al sureste, el nacimiento del Algarrobal; y aún más al sur, la antigua fábrica de hilados.
Camino de Cortes
A la vía de salida del pueblo por el sur se le da en el plano de 1910 el nombre de Camino de Cortes; hoy es la calle Juan Romero Carrasco, así bautizada en 1935 en memoria de un famoso ingeniero ubriqueño que fue uno de los grandes impulsores de la Zona Franca de Cádiz desde su cargo de director de la Junta de Obras del Puerto de aquella ciudad. Antiguamente esta zona era llamada la Salida del Lugar o simplemente «La Salía».
Encontramos una casilla de consumos unos metros al norte del arranque de la actual calle Pasadilla, nombrada en el plano como calle de las Huertas. No obstante, quizá esta discrepancia sea producto de la indefinición urbana de esta zona en la época, pues en un mapa del término de 1873 aparece el molino de Pasadilla. Este molino está dibujado en el plano de 1910 en la parte baja de la calle, a orillas del río. La «pasadilla» sería algún puente precario tendido para vadear el cauce.
Y en el otro extremo había un abrevadero, pero si hemos de fiarnos de la exactitud del plano, no se hallaba en el sitio donde se encuentra ahora la fuente de la calle Pasadilla, sino en una de las márgenes del Camino de Cortes. Está coloreado en azul en el plano en el arranque de lo que entonces se llamaba Calzada de Jesús, la ancha vereda que, como todavía, servía para acceder a la Plazoleta de Jesús (actualmente, El Jardín o plaza del Jardín).
Muy cerca del abrevadero, hacia el este, encontramos el extremo sur de la calle de Toledo (“El Toleo”, en Ubrique) en su configuración de 1910 y el inicio desde el sur del camino del Corral del Concejo. Hoy día la calle de Toledo ha quedado acortada y esos tramos de calles aludidos reciben otros nombres (San Ignacio, Jesús Nazareno, Santa Isabel).
Ermita de Jesús y cementerio antiguo
En el siguiente fragmento del plano se ven la plazoleta de Jesús, la ermita de Jesús (a la que se podía llegar también por el Callejón de Jesús), y el Cementerio Viejo, que lindaba con la ermita por sus costados oeste y sur.
Por una esquina del cementerio viejo se accedía al Camino de Algar, que pasaba por el Puente Nuevo (entiendo que es el que hoy llamamos Viejo). En la época del desarrollismo del siglo XX se desairó sin necesidad al entrañable pueblo vecino de Algar quitándole su calle en Ubrique para cambiarla por una denominación que se me antoja un tanto pelota: avenida de la Diputación.
Obsérvese que hay un edifico en la esquina del camino de Cortes y del camino de Algar donde desde hace muchas décadas siempre ha existido un bar.
La plaza de toros y El Cogollo (hoy Algarrobal)
En el plano de 1910 se ve muy bien cómo era la ya demolida plaza de toros, consistente en un redondel que tenía adosado un edificio de servicios por el este.
Pegado a la plaza, por el sur, se ve un curso de agua al que en el plano se le da el nombre de El Cogollo y que surge del manantial que es llamado de la misma manera (a la derecha). La palabra cogollo, además de denotar la “parte interior que es la más apretada, blanca y tierna de algunas plantas, como la lechuga y otras hortalizas”, significa asimismo “brote de las plantas y los árboles” y en un diccionario de 1611 se define también como “cima del árbol”. Sea como fuere, quizá en 1910 a ese lugar se le llamaba indistintamente El Cogollo y El Algarrobal. Y si bien en dos postales de 1920 que muestro más abajo recibe este último nombre, en el callejero actual ha quedado un residuo de la otra denominación, ya que al parecer se contempla una calle El Cogollo en algún lugar no bien definido de uno de los flancos del nacimiento.
El aspecto del manantial era entonces bastante natural, y por eso en el plano se destaca la presencia de “rocas” (las cuales además se han bosquejado). Esta es una imagen de 1920 (de la colección Ubrique en la Memoria de Fernando Oliva):
Se pinta en el plano un acueducto que salía del manantial y conducía el agua al lavadero que allí había.
En cuanto al curso de agua El Cogollo que llegaba a la plaza de toros, las personas lo salvaban mediante dos puentes, según se deduce del mapa. Uno de ellos estaba en la actual calle Sol; el otro, que sigue existiendo como “semipuente”, en el camino de Cortes (actualmente avenida de Cortes).
La fábrica de hilados y el Tren
En el extremo más al sur de la población se ha destacado en el plano la fábrica de hilados de lana que era propiedad de Cristóbal Bohórquez y que empezó a funcionar en torno a 1875, según leo en el libro de Fernando Sígler La primera República, Ubrique 1873.
Esta fábrica estaba al borde del río porque necesitaba fuerza hidráulica para que funcionaran sus motores. También recibía agua por un canal que nacía a la altura del molino que había en la denominada calle de las Huertas (actual Pasadilla). No tengo a mano en estos momentos el libro mencionado, pero cuando pueda consultarlo añadiré aquí algunos detalles adicionales sobre esa instalación fabril.
Finalmente, en la modificación del plano hecha en 1953 (en rojo) se ha delineado lo que muy gráficamente se ha denominado siempre barriada del Tren.
Referencias principales
- Instituto Geográfico Nacional. Instituto Geográfico y Estadístico: Término municipal de Ubrique: provincia de Cádiz. 1910. Signatura: IECA1989004495. (El plano se puede consultar en el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía).
- Fernando Sígler Silvera: Cuando Ubrique dio nombre a sus calles en el siglo XIX. El Periódico de Ubrique , III época, nº 0, noviembre de 2016. Editorial Tréveris (ISBN: ISSN: 1697-0306).
- Las postales antiguas de Ubrique están tomadas de Fernando Oliva: Ubrique en la Memoria.
- Sitio Calles de Ubrique.
- Manuel Cabello Janeiro: Ubrique, piel al descubierto. M. Cabello, Ubrique, 1992.
- Fernando Sígler Silvera: La Primera República. Ubrique, 1873. Colección Historia de Ubrique, 12. Asociación Papeles de Historia 2013. Editorial Tréveris (ISBN: 978-84-938452-7-8).




















































