Bohórquez es un apellido relativamente común en Ubrique. En sus Misceláneas, Rafael Aragón Macías menciona a varios ubriqueños con ese apellido ya desde el siglo XVI. En el XIX los Bohórquez eran muy importantes en el pueblo. Fueron alcaldes, comerciantes, industriales, abogados… y políticos.
En otro lugar he contado lo que sé de uno de los más señeros representantes de esta estirpe ubriqueña, Bartolomé Bohórquez Rubiales, que llegó a ser diputado en Cortes en seis legislaturas, y en una más, senador. Su familia era de tendencia liberal-conservadora, pero existía otra rama de los Bohórquez de ideas radicalmente diferentes, concretamente republicano-federales. De esa voy a hablar.
En otro artículo he narrado que, en 1865, 270 mujeres de Ubrique firmaron un manifiesto en el que pedían a las Cortes de la nación que aboliera las quintas (es decir, el sistema de leva forzosa para cumplir el servicio militar). El espíritu de las manifestantes estaba en consonancia con la iniciativa de otras madres de Jerez y, en general, con una de las reivindicaciones de los sectores prorrepublicanos de la España de la época.
Encabezaban la lista de firmantes Juana Gómez Tocón y sus hijas Francisca y Sebastiana Bohórquez Gómez. Como puede verse en la imagen anterior, en la lista (que aparece completa aquí) figuraban muchas mujeres de apellido Bohórquez, y entre ellas una Isabel Bohórquez Piñero que probablemente era hermana o prima del personaje central de nuestro artículo de hoy: Pedro Bohórquez Piñero El Chico, esposo de Juana y padre de Francisca y Sebastiana.
Su apodo lo debe a que existía otro Pedro Bohórquez Piñero (n. 1813), primo hermano suyo, hoy recordado porque, siendo alcalde de Ubrique en 1862, construyó el puente de Barrida (conocido actualmente como puente de la Vega del Realejo, actualmente bastante deteriorado).
Además de las mentadas Francisca y Sebastiana, Pedro Bohórquez El Chico y Juana Gómez Tocón habían tenido estos otros hijos: Marina, Cristóbal (n. 1847), Sixto (n. 1859), Juana y Ángeles (n. 1861). (Parace ser que tuvieron otro varón, Emilio, pero murió a la edad de diez años aproximadamente). Cristóbal fue un personaje muy destacado; murió con 22 años durante la revuelta federal de 1869; más abajo me detengo en este triste episodio. En el Anexo II de este artículo, Manuel Zaldívar Romero comenta más datos de esta familia.
La historia de Ángeles, primera maestra por oposición de Ubrique, que a lo largo de su carrera fue preceptora de la educación de muchos cientos de niñas del pueblo (en la misma época en que Francisco Fatou lo fue de los niños), la ha contado muy bien Esperanza Cabelloaquí. A Ángeles Bohórquez Gómez le pusieron una calle en Ubrique (la actual calle Real), pero después se lo quitaron probablemente por su pertenencia a una familia republicana. Finalmente, a mediados del siglo XX volvieron a nominar con toda justicia una calle con su nombre (quizá lo hizo un alcalde pariente suyo, Manuel Janeiro).
Cristóbal Bohórquez Gómez, sin embargo, lamentablemente no tiene calle en su pueblo… No se atrevieron. (Por cierto, creo que en Cádiz sí llegaron a dar su nombre a la calle en que vivió, o al menos lo intentaron, pero en todo caso se la quitarían después porque no figura en el callejero gaditano, que yo sepa).
Pedro Bohórquez El Chico tenía ideas muy modernas. A todos sus hijos les quiso dar educación sin distinción de sexo. Además de sus dos hijas maestras, Cristóbal estudió arquitectura (en el Anexo I se puede ver una muestra de sus trabajos de estudiante).
Actividad política de Bohórquez El Chico antes del asesinato de su hijo
Según dijo La Ilustración Republicana Federal el 15 de octubre de 1871, Pedro Bohórquez El Chico fue «uno de los republicanos más antiguos y probados de la siempre liberal Andalucía». Tenemos referencias de la actividad política de este ubriqueño en favor del republicanismo al menos desde 1861 o 62, época en que acudía a la Casa de Fotografía, en la calle Sacramento de Cádiz, a reunirse con Fermín Savochea, Ramón de Cala y otros famosos activistas.
Pero antes de ser republicano perteneció al Partido Demócratico, también llamado Partido Demócrata o Partido Progresista Demócrata, que había surgido en 1849 como escisión del Partido Progresista. El PartidoDemócrata era liberal y tenía además otros objetivos bien definidos: pleno reconocimiento de los derechos ciudadanos y las libertades individuales, sufragio universal, desamortización de todos los bienes de la Iglesia y abolición de las quintas.
Uno de los órganos de expresión de los demócratas era el diario La Discusión. A él estaba suscrito en UbriquePedro Bohórquez El Chico. Este fue el más destacado defensor en la localidad del Partido Demócrata y sus ideas y en 1865 fue nombrado representante del comité local de dicha formación para el comité provincial.
Uno de los órganos de expresión de este partido era el diario La Discusión, al que Bohórquez estaba suscrito desde al menos desde 1858, según se deduce de la lectura del ejemplar del 19 de diciembre de ese año en el que aparece un P. B. de Ubrique o del del 3 de febrero de 1859 en que «Pedro Bohorques» figura como generoso donante de una campaña prodemocrática). (Una de las reivindicaciones de este diario era precisamente la supresión de las quintas; en él se publicó el manifiesto de las madres de Ubrique entre las que se encontraban varias mujeres de la familia de Pedro Bohórquez).
El 30 de diciembre de 1865 La Discusión daba cuenta de la constitución del comité del Partido Democrático en Ubrique y el nombramiento de Pedro Bohórquez como representante del mismo en el comité provincial. Lo hacía así:
Felicitamos á nuestros queridos correligionarios de Ubrique, y en particular á nuestro buen amigo el ilustrado demócrata D. Pedro Bohorques, por la organización del partido, que con activo celo han sabido llevar á cabo en aquella localidad, enclavada entre las asperezas de la serranía de Ronda.
El señor Bohorques ha sido siempre un incansable apóstol de las doctrinas democráticas, á las que hoy ha prestado un interesante servicio impulsando á sus convecinos á la constitución del comité democrático de Ubriqne. Tal proceder servirá de ejemplo, á no dudar, á otros pueblos de aquella serranía, habitados por muchos y buenos demócratas.
Hé aquí cómo describe El Peninsular de Cádiz la constitución del comité democrático de Ubrique:
«Según nos escriben de Ubrique, el partido democrático celebró reunión pública el dia 20 con objeto de elegir un comité que le represente. Asistieron 130 personas, á quienes el consecuente demócrata D. Pedro Bohorques manifestó en un sentido discurso, que debían organizarse de la manera que está haciéndolo todo el partido. Díjoles que la democracia era el gobierno del pueblo y su misión en la sociedad es la práctica de la justicia que se realiza por medio de la libertad, dándole dignidad al hombre, por la igualdad que le asegura su existencia, resultando el orden del ejercicio de las dos.
Habló después de la unión que todos aconsejan y no se realiza, y es porque no la reducen á la práctica que es la asociación, la cual hará desaparecer el antagonismo que existe entre el capital y el trabajo.
Se procedió después al nombramiento de comité y resultaron elegidos para formarlo los señores siguientes Presidente. D. Pedro Rubiales. Vicepresidente. D. Antonio Pan. Vocales. D. Miguel Cides. » Juan Muñoz Chacón. » Fernando Suárez y Otero. » José Morales Pan. » Manuel Carrasco Pérez. Secretario. D. José María Ramos. Representante para el comité provincial. D. Pedro Bohorques. Suplente. D. Enrique Bartorelo. Como en todos los puntos donde el partido democrático ha efectuado reuniones, reinó el orden mas perfecto.»
Curiosamente, Pedro Bohórquez no puedo asistir a la reunión de renovación del comité provincial del partido por una causa aparentemente peregrina que, sin embargo, los habitantes de la Sierra de Cádiz comprenderán muy bien. Copio directamente de La Discusión del 21 de noviembre de 1865:
el 16 del corriente quedó constituido en esta capital el comité democrático de la provincia, con asistencia de los representantes de los comités de cada distrito judicial á escepcion del de Ubrique, que sin duda no pudo llegar por el temporal de agua que venimos sufriendo.
Al triunfar la Revolución de septiembre de 1868 el Partido Democrático se transformó en el Republicano Democrático Federal o más simplemente Republicano Federal, liderado por Francisco Pi y Margall y muy extendido en Cataluña y Andalucía. Pedro Bohórquez fue un destacado representante de dicho partido en la provincia de Cádiz.
Volviendo a la constitución del Partido Demócrata en Ubrique, nótese que entre los vocales figuraba Fernando Suárez Otero, médico y juez municipal de la localidad. En octubre de 1865 Bohórquez, Suárez y otros abogaban desde Villaluenga por la unidad de acción de los partidos Progresista y Democrático de cara a las elecciones en la Sierra que se avecinaban(La Discusión, 24 de octubre de 1865).
Suárez escribía a título particular en el mismo número de La Discusión esto:
Sí, los pueblos del distrito de Grazalema distan unos de otros una y dos leguas; pero los corazones, las inteligencias están unidos tan estrechamente, que no es posible separarlos mientras la idea de libertad, que es imperecedera, viva en el mundo: libertad, sí, queridos compañeros, libertad, igualdad, unión, y será fácil empresa el extirpar de raíz el cáncer que nos devora y que se alimenta con nuestra ruina.
Un oponente político: Cristóbal Toro
Un personaje de la época que tuvo una fuerte (y trágica, como se puede ver en este otro artículo) vinculación con Pedro Bohórquez El Chico fue Cristóbal Toro, que fue alcalde de Ubrique entre 1869 y el 11 de marzo de 1871.
Toro era miembro del Partido Progresista, de corte liberal, y en enero de 1870 parece que no tenía reparos en provocar a los republicanos. Eso se deduce de una noticia que traía el periódico monárquico La Esperanza en su número del 31 de enero de 1870, haciéndose eco de lo publicado por un diario jerezano. Reproduzco completa la información a continuación. Se verá que en 1870 los ánimos políticos en Ubrique estaban caldeados hasta el punto de que la Guardia Civil se veía obligada a desenvainar la espada en la plaza del Ayuntamiento de vez en cuando.
Decía La Esperanza:
La Bandera Católica, diario de Jerez de la Frontera, en su número del 28 cuenta lo que sigue:
Hemos sabido que el alcalde de Ubrique puso en la cárcel a varios republicanos porque le exigían la cédula electoral para acreditar su aptitud a votar. Este hecho antilegal exaltó los ánimos de todos sus correligionarios, y habiendo muchos de estos encontrado al alcalde en la plaza del pueblo, le exigieron asimismo las dichas cédulas, porque en general a todos se las había negado.
Con este motivo, se amotinaron contra dicho señor y lo arrimaron violentamente a las paredes de la iglesia, y allí le instaron con gritos a que se les había de dar lo que la ley les concedía.
El alcalde, oprimido contra las expresadas paredes y los grupos, levantó la vara en alto gritando: «¡Respetad la autoridad!». Y contestaron los grupos: «¡Pedimos se cumpla la ley!» En esto apareció un guardia civil con espada en mano en favor del alcalde; y entonces un republicano le cogió fuertemente el brazo, diciéndole: «Aquí no faltamos a la autoridad; no hay motivo para hacer uso de las armas; solo pedimos que se nos concedan las cédulas que por ley nos pertenecen».
Después llegó asimismo el jefe de la Guardia civil con la espada desenvainada y aconteció lo propio que con el guardia.
Entonces, viéndose la autoridad imposibilitada de sostener su temeraria determinación, desde allí mismo, rodeado de la multitud, mandó poner [a] los presos republicanos en libertad y ordenó que a todos se les entregasen sus correspondientes cédulas electorales.
Que V. descanse, señor alcalde.
Bohórquez El Chico, después del asesinato de su hijo
Pero cuatro años más tarde, Bohórquez y Suárez estaban enfrentados, ya que Bohórquez pertenecía al Partido Republicano Federal (en el que había desembocado el Democrático)apoyando en octubre de 1869 el levantamiento federalista en la Sierra de Cádiz capitaneada por Fermín Salvochea, y Suárez, junto al alcalde de Ubrique, el progresista Cristóbal Toro, formaba parte de la columna militar que acudió a sofocar dicha insurrección. Como he explicado en otra parte, los círculos republicanos acusaron a ambos, Toro y Suárez, de haber sido los que identificaron al diputado Rafael Guillén para que el ejército lo prendiera y acabara con él. Ese mismo día, Cristóbal Bohórquez Gómez, hijo de Pedro Bohórquez y compañero de Guillén hasta el final, encontró la muerte en el mismo campo.
Año y medo después fue asesinado en Ubrique el alcalde Cristóbal Toro. El cura Francisco Mateos Gago (que se hizo famoso en la Universidad de Sevilla por su furibunda oposición al darwinismo), en el tomo 1 de sus Opúsculos asegura que Pedro Bohórquez El Chico estuvo “complicado” en la causa por el asesinato del alcalde:
Siento no conocer el personal del comité, porque en Cádiz se cuentan de algunos de sus individuos anécdotas muy curiosas. Cuando estuve en la Aduana, vi a un joven bullir tanto entrando y saliendo, que pregunté quien era, suponiéndolo hombre importante. Así era en efecto, y me dijeron se llamaba Carrasco, y que había estado preso poco tiempo ha, como complicado en el asesinato del alcalde Toro. Otro de los individuos importantísimos de aquel comité estaba sentado junto al telégrafo, con su gran barba y todos los aires de un bajá de tres colas.
–¿Quién es ese? –pregunté.
–Pedro Bohórquez, alias Pedro el Chico, vecino antes de Ubrique complicado también en dicha causa del alcalde Toro, y muy conocido en tiempos anteriores en toda la Serranía de Ronda, como ahijado del Sr. Ríos Rosas y bastonero de elecciones de aquel hombre público.
La muerte del hijo probablemente acendró aún más los sentimientos revolucionarios de Pedro Bohórquez El Chico. En marzo de 1870 se celebró en Madrid la primera asamblea del Partido Republicano Democrático Federal de Pi y Margall, Figueras, Castelar, Orense y Barberá (que se había creado tras la Revolución de septiembre de 1868) y en ella se tomó nota de que uno de sus representantes en la provincia de Cádiz era nuestro personaje (La Discusión, 2/4/ 1870). Y en mayo asistía por Ubrique a la asamblea provincial del partido (La Discusión, 7/5/1870).
A primeros de 1871 fue elegido diputado provincial, yendo con el partido republicano por Alcalá de los Gazules (La Discusión, 9-2-1871). En mayo de ese año representó a la provincia de Cádiz junto al jerezano Ramón de Cala (del que hablaremos más adelante) y Fermín Salvochea en la asamblea republicana democrático-federal de Madrid (La Discusión, 20/5/1871). Los tres volvieron a la asamblea federal nacional en 1873 (La Ilustración Popular, julio de 1873).
Cuando el 19 de julio de 1873 el alcalde gaditano Fermín Salvochea proclamó el Cantón de Cádiz (aventura independentista que duro 15 días y que fue sofocada por el general Pavía), allí estaba junto a él Pedro Bohórquez El Chico (La Época, 23/7/1873):
En Cádiz se hizo la proclamación del cantón sin ruido ni aclamaciones, organizándose como poder soberano e independiente: un Comité de salud pública, compuesto de nueve concejales, nueve diputados provinciales, e igual número de individuos del círculo republicano de Guillén Martínez, fue efecto de la formación del ministerio Salmerón.
Los periódicos de Cádiz no nos dan la noticia de lo que haya ocurrido en San Fernando, ni creemos que el gobierno haya remitido pormenores de la colisión que allí empezó. He aquí los nombres de los que componen el Comité revolucionario de Cádiz:
Por el Ayuntamiento.— Ciudadanos: Fermín Salvochea […]
Por la Diputación provincial.— Ciudadanos: Pedro Bohórquez […]
Por el comité: […]
Según me han contado los descendientes de Pedro Bohórquez El Chico, en algún momento este fue desterrado o huyó a Portugal. Es posible que fuera tras el fracaso del cantón de Cádiz o bien en 1882, siguiendo a Salvochea, cuando este se fugó de la cárcel y se estableció en Villarreal de San Antonio…
Bohórquez El Chico, preso
La Primera República fracasó, pasó el tiempo y 10 años más tarde nos encontramos una sorprendente noticia en el Diario de Cádiz del 18 de agosto de 1883:
En cumplimiento de órdenes superiores se halla en el castillo de Santa Catalina el antiguo demócrata don Pedro Bohórquez, propietario de Ubrique y que está dedicado a la labor. Parece que fue detenido hallándose en el campo en una de las dehesas que labra.
No he sabido por qué lo encarcelaron, pero probablemente fue en virtud del decreto de suspensión de garantías que el gobierno había promulgado para evitar que se extendieran unos conatos se sublevación militar que se habían producido en Badajoz, Santo Domingo de la Calzada y la Seo de Urgell. Estas suspensión pretendía, entre otras cosas, impedir la propagación en la prensa de noticias que pudieran alentar la insurrección.
Bohórquez fue a acompañar a Santa Catalina a su correligionario Ramón de Cala, un jerezano también colaborador directo de Salvochea que tiempo atrás había organizado el Partido Republicano en su ciudad y la comarca y llegó a ser vicepresidente del Congreso en las Cortes republicanas y senador. Fue director del periódico La Igualdad y colaborador de otros órganos republicanos. (El final de su vida fue triste: desprovisto de recursos de subsistencia tuvo que trabajar de peón en la construcción de una línea de ferrocarril, muriendo en un hospital de caridad).
El corresponsal gaditano de El Globo del 25/8/1883 dio estos pormenores de la inopinada detención y presidio de Bohórquez El Chico:
Efectivamente, en la primera semana de septiembre fueron puestos en libertad. Así informó de ello El Globo el 9 de dicho mes:
Además, se levantó una suspensión que se había decretado contra la Diputación.
Un hombre solidario
Por lo que ha trascendido de Pedro Bohórquez El Chico, era un hombre preocupado por el sufrimiento de los demás. En 1885 parece que hizo una colecta para ayudar a los damnificados de varios desastres naturales que habían ocurrido. Así lo publicaba La República (14/2/1885):
Ese mismo año, toda la familia Bohórquez contribuía a una campaña organizada por el periódico Las Dominicales del Libre Pensamiento (12/7/1885) para ayudar a las víctimas del cólera en Murcia:
[…]
A las dos semanas (26 de julio de 1885) otros Bohórquez y otras personas de Ubrique seguían el ejemplo:
2. Otros republicanos de Ubrique
Sixto Bohórquez Gómez
En la familia de Pedro Bohórquez El Chico se puede asegurar que todas las figuras son interesantes. Hemos dedicado gran parte de este artículo al padre, pero recordemos que la madre (Juana Gómez Tocón) encabezó la lista de mujeres ubriqueñas que pidieron la abolición de las quintas y que Ángeles Bohórquez Gómez fue la primera maestra por oposición de Ubrique. Diremos también que su hermana Sebastiana puso escuela propia en Cádiz. De Cristóbal, el más famoso personaje de la familia a pesar de morir con solo 22 años, hablo más abajo.
Y queda mencionar a Sixto Bohórquez Gómez. Este, como he contado en otro lugar, era uno de los más fervientes suscriptores del diario anticlerical El Motín, al que estuvo suscrito al menos hasta 1923, según hemos encontrado. (Este periódico gozó de mucha divulgación entre los librepensadores de Ubrique, pueblo al que dedicó muy sabrosas informaciones). En una edición de 1900 de El Motín encontramos esta generosa contribución de Sixto a uno de los proyectos del fundador y director, el recalcitrante José Nakens:
Asimismo era suscriptor de Las Dominicales del Libre Pensamiento. En el número del 28 de octubre de 1892 de esta revista se lee que Sixto Bohórquez había hecho una contribución pecuniaria a un congreso de librepensadores. Como también hemos publicado, este miembro de la familia Bohórquez Gómez, industrial taponero y fotógrafo, fue desde 1887 a 1902 masón de la logia América de Ubrique bajo el nombre simbólico de Guillén Martínez (en homenaje al diputado provincial que murió junto a su hermano Cristóbal Bohórquez durante la insurrección federal de octubre de 1869).
En el Boletín Oficial del Gran Oriente Español del 4 de febrero de 1891 encontramos esta referencia:
No se puede asegurar que ese Bohórquez sea Sixto porque en la logia América había otros Bohórquez, como lo prueban otros boletines del Gran Oriente también de 1891:
También en relación con su fidelidad masónica podemos encontrar esta referencia en Las Dominicales del Libre Pensamiento del 28 de diciembre de 1893:
Por supuesto, Sixto Bohórquez compartía las ideas políticas de su familia, como lo prueba el hecho de que en 1890 era secretario del comité local de la coalición republicana (La República, 23/1/1890):
Republicanos ubriqueños de finales del siglo XIX
Sea por el predicamento o el magisterio político ejercido por Pedro Bohórquez El Chico, sea porque el republicanismo se adaptó al “carácter” del ubriqueño (si cabe hablar de eso), lo cierto es que a finales del siglo XIX las ideas republicanas parece que habían arraigado fuertemente en la sociedad local.
En el diario El Globo del 6 de enero de 1885 figuraba esta nota sobre la constitución en Ubrique del Comité Republicano Histórico, en el que se integraban otros Bohórquez:
La raigambre republicana ubriqueña queda reflejada en esta larguísima lista de contribuyentes al “tesoro republicano” publicada el 7 de agosto de 1903 en Las Dominicales del Libre Pensamiento:
Difícilmente habrá alguna persona ubriqueña que no encuentre uno de sus apellidos en esa lista.
3. Insurrección federalista de 1869 en Cádiz
La primera República española fue declarada en 1873, pero se estuvo barruntando desde bastantes años antes, y sobre todo desde el destronamiento de Isabel II a consecuencia de la revolución de 1868 (La Gloriosa). Los republicanos consideraron que ahora o nunca y a partir de entonces intensificaron sus movilizaciones.
En el diario La Correspondencia de España del 24 de marzo de 1869 leemos que un tal Marimón llegó a proclamar una “República de Ubrique”, autonombrándose presidente de la misma:
Han llegado a Ceuta mas de la mitad de los prisioneros de Jerez, estando próximo a llegar el resto. Componen un total de 440 hombres. El espíritu público estaba completamente reanimado en Jerez, y la población tranquila. Habían salido para Medina cuatro compañías del regimiento de Málaga, un batallón de Albuera y una sección de Húsares. Se supone que la partida mandada por Marimón, el cual se titulaba presidente de la república de Ubrique, se haya disuelto después de saber el desenlace.
Dos meses más tarde el comité republicano de Ubrique pedía a las Cortes (sesión del 19 de mayo) el establecimiento de la República federal, sumándose así a peticiones similares hechas por los comités de muchos otros pueblos y ciudades de España (La Discusión, 20/5/1869).
El 25 de junio de 1869 La Discusión informaba de que “nuestros correligionarios de Ubrique (…) han protestado contra la venida a España del duque de Montpensier”, que fue uno de los candidatos a suceder a Isabel II (finalmente, el trono lo ocupó Amadeo de Saboya a primeros de 1871, pero se fue a los dos años para dar paso a la República).
Fermín Salvochea y los republicanos federales de Cádiz
Fermín Salvochea fue uno de los más importantes defensores y propagadores de la causa republicana federal. Este gaditano (n. 1842) fue enviado por su padre a estudiar a Inglaterra muy joven (con unos 15 años). Allí resultó muy influenciado por las ideas de Robert Owen, que atacaba la propiedad privada; Charles Bradlaugh, ateo y anticlerical; y Thomas Paine, difusor de los principios de la Revolución francesa e impulsor de la independencia de los Estados Unidos.
De vuelta en Cádiz, Salvochea empieza a sembrar la semilla de sus ideas políticas entre quienes después serían sus seguidores. Según Juan Cejudo, en torno a 1862 se reunían en una «casa de fotografía» que había en la calle Sacramento con algunos activistas correligionarios, entre los que encontramos al ubriqueño Pedro Bohórquez El Chico.
En 1866, Salvochea participó en unos planes conspiratorios para derrocar a Isabel II. Junto a Rafael Guillén Martínez (pieza muy importante de nuestra historia, como se verá) ocupó las casas consistoriales de Cádiz, entre otras acciones. Destronada la reina, en 1868 Guillén y Salvochea fueron nombrados jefe y segundo del primer batallón de losVoluntarios de la Libertad (milicias ciudadanas). A primeros de diciembre de ese año, Salvochea enfrentó su fuerza al ejército porque no quiso acatar la orden de desarmar al pueblo.
Mediante carta fechada en Jerez el 7 de diciembre de 1868, un ciudadano de Ubrique allí residente se dirigía a un paisano explicándole así lo que estaba pasando en Cádiz desde el día 5 (copio literalmente):
[…] Balla algo de Politica: estamos en un estado de alarma, por los acontecimientos en Cadiz que no sabemos a que atenernos; pues ase 48. horas que en Cadiz se pronuncio, el Pueblo con parte de la guarnicion; desde cuya hora no para el fuego de Cañon y fusileria, y se dice q. la Casa Ayuntamiento, la Aduana y muchas Casas estan todas en el suelo. se habla tanto que no se sabe la verdad, nadie sale ni entra en Cadiz; los Cañones de las Murallas, son los que tiran ael Pueblo, y los paisanos, y compañeros tienen tomadas las Azoteas, han mandado por refuerzos a Sevilla, y el ultimo parte que se ha resivido en esta, es que los pronunciados tienen posiciones que no los pueden desalojar, y que son muchos en numero; el ferrocarril y el Telegrafo, cortados.
Por estos hechos, Salvochea fue detenido, juzgado y desterrado a Ultramar.Pero, a pesar de estar en prisión, en enero de 1969 es elegido diputado (también lo fue Rafael Guillén), siendo amnistiado en mayo y elegido presidente del comité provincial del partido republicano. En septiembre-octubre, los republicanos federales se alzaron en armas contra el gobierno, capitaneando la insurrección en la provincia Salvochea, Guillén y José Paúl y Angulo, también diputado, además de periodista y escritor. Y con ellos se hallaba Cristóbal Bohórquez Gómez, hijo de Pedro Bohórquez El Chico. Cristóbal tenía entonces solo 22 años (según una efemérides publicada en el Boletín de Lotería y de Toros del 23 de octubre de 1871, había nacido el 7 de mayo de 1847 y llegó a ser «maestro de obras públicas»).
Años más tarde, los periódicos se referían a él como el Niño Bohórquez. La razón es obvia: aún no era mayor de edad cuando estaba plenamente comprometido con la causa revolucionaria e incluso probó la cárcel. Trasladamos de La Ilustración republicana federal del 15/10/1871 el historial de Cristóbal Bohórquez antes de los sucesos que vamos a contar en este artículo:
En 1850 nació este noble joven, hijo del ciudadano Pedro Bohorquez, uno de los republicanos más antiguos y probados de la siempre liberal Andalucía.
Querido con delirio por su padre, estudió la carrera de arquitecto, que terminó con grande lucimiento; entusiasta por las ideas de su padre, que eran también las suyas, joven, y de un valor y un talento poco comunes, tomó gran parte en la revolución de Setiembre [de 1868], viniendo á Cádiz con los paisanos de Jerez, y una vez lanzado el grito revolucionario, marchó en la columna que formaron dichos paisanos a sublevar el Puerto de Santa María y otras varias ciudades.
Elegido secretario de la Juventud Republicana de Cádiz, Bohórquez propagó con la más grande fe y el mayor entusiasmo las ideas democráticas, ilustrando al pueblo y organizando al partido.
Cuando las barricadas de Jerez, Cristóbal Bohórquez fue conducido prisionero a Ceuta, donde pasó días crueles, dejando a su querido padre en el más triste desconsuelo.
La insurrección de octubre en la Sierra de Cádiz
Los rebeldes organizaron partidas y se dirigieron a primeros de octubre a la zona de Medina y Paterna. Uno de los organizadores de la agitación en este último pueblo, comisionado por Salvochea, fue precisamente Cristóbal Bohórquez, que puso allí en movimiento «la partida que debía formar el grueso de las fuerzas revolucionarias» (La Ilustración Republicana Federal, 15/10/1871). Los rebeldes se dirigieron enseguida a Medina, según contó el diario La Discusión (10/10/1869):
A las nueve de la mañana presentáronse a la vista de dicha ciudad [Medina] doscientos hombres de Paterna mandados por Salvoechea [sic; en aquella época los periódicos añadían una e al apellido de Salvochea], ocupando la población luego y recorriendo las casas de los que componen aquel municipio.
Avisados estos recogiéronse los unos a las Casas Consistoriales, y los otros al cuartel de carabineros, donde pusiéronse en defensa, dispuestos a rechazar la fuerza con la fuerza, y dar tiempo a ser socorridos por las autoridades superiores de la provincia, a quienes dieron aviso de lo que ocurría; mas pronto cesaron las comunicaciones por haber cortado el telégrafo los insurrectos.
Intimóseles la rendición por Salvoechea, enviándoles un parlamentario; pero fue rechazado, no prestándose a escuchar a los que se habían puesto fuera de la ley. Por tres veces repitióse la escena tanto en el consistorio como en el cuartel, donde solo había diez carabineros y algunas personas de arraigo, siendo en todas rechazados los enviados.
Mientras tal acontecía, recorrieron las principales casas de labor, exigiendo en todas ellas cantidades.
Ante súplicas muy amables recogieron, y si estamos equivocados rectificaremos, 23.000 reales de casa de la señora viuda de Várala y 15.000 de varios labradores, los cuales, confiados, no se ampararon en el ayuntamiento o cuartel.
No satisfechos solo con el dinero, buscaron armas y municiones, apoderándose de 53 escopetas y de ocho caballerías.
Viendo los federales que les era imposible, sin trabar una lucha, apoderarse del ayuntamiento, y temerosos que las tropas cayeran sobre ellos, salieron a la cuesta, donde tomaron posiciones.
En este instante los concejales salieron del ayuntamiento y compusieron el desperfecto de la línea telegráfica, comunicándose con el gobernador, operación que hicieron por dos veces, pues otras tantas fue cortada.
A las seis de la tarde abandonaron los insurrectos las posiciones que ocupaban, marchando con dirección a Alcalá sin pasar por la población.
Hanse hecho prisiones, entre ellas las del tabernero García, presidente del comité republicano, y trece individuos más, todos jefes de los elementos de anarquía y desorden que abriga Medina en su seno.
Después marcharon sobre Alcalá. Según La Época del 5 de octubre de 1869:
La partida Salvoechea abandonó ayer a Alcalá al saber la aproximación de la columna mandada por el teniente coronel Gurrea, dirigiéndose hacia la sierra de Ubrique. Esta partirla va cometiendo toda clase de escesos [sic], y los pueblos saludan y reciben con entusiasmo a las tropas que la persignen.
El diputado Paúl se presentó en Arcos en la madrugada del día 3 con 200 hombres; proclamó la república, y dio un bando por el que mandaba entregar las armas imponiendo pena de la vida a ¡os que no quisieran unírsele. Diferentes fuerzas marchan en su persecución.
La Discusión del 9/10/1869 reprodujo este parte del teniente coronel Gurrea:
Llegué con la columna a Alcalá a las siete de la noche. Los republicanos al saber con anticipación mi marcha, emprendieron la fuga precipitadamente dos horas antes de mi llegada. En esta han cometido los mismos robos que en Medina, añadiendo haber ocupado el ayuntamiento y causado destrozos; he cogido un desertor de ellos con dos caballos que entregaré a su dueño en Alcalá, Sr. Puelles; llevaba una pistola: lo remito a Medina. — Los insurrectos llevan la dirección de la Sierra de Ubrique a Algar. También pueden tomar hacia Arcos. Voy a dar un descanso a la tropa y ración: salgo a las doce de la noche; pienso alcanzarlos mañana. El número lo hacen subir a seiscientos, pero lo creo exagerado. Un herido en esta, por resistencia. Los pueblos entusiasmados a nuestra llegada, todos vitorean al Gobierno. Mando prender a los individuos que se han constituido en juntas puestas por los sublevados.
La Discusión del día 9 informó de que
Ayer llegaron a Medina 22 prisioneros, entre ellos cuatro heridos, de las partidas de Paúl y Salvoechea, las cuales marchan en dispersión hacia la sierra de Ubrique, ocultándose unos en los montes o retirándose a sus pueblos.
El día 8 de octubre La Época confirmaba estos movimientos y mencionaba el apoyo del cura Romero a los federalistas (varios curas se unieron a la insurrección; por ejemplo, en la zona de Carmona lo hizo el presbítero Pedregal).
Las partidas republicanas de Cádiz marchaban en efecto a la sierra de Ubrique. En Cádiz se aseguraba que el cura Romero bajaba por Ronda con una partida a incorporarse con Paúl.
En su camino hacia la sierra de Ubrique, los rebeldes llegaron a Algar, donde tuvieron el primer encuentro serio con el ejercito. Se derramó bastante sangre, como se desprende de este parte de Gurrea (La Discusión, 9/10/1869):
Alcanzado el enemigo a las diez de la mañana. — Tomadas sus posiciones a la bayoneta y cargas de caballería. —Vuelto a alcanzar en nuevas posiciones inmediatas al pueblo de Algar; arrojados de ellas. —Tomadas a la bayoneta las primeras casas; cogida una bandera y 16 prisioneros; muchos muertos. — Tomo posesión al ponerse el sol, hora en que cesó el fuego. — Pueblo ocupado todo al mando de Paúl.— Espero refuerzos, municiones y raciones. — Heroísmo en la tropa, valor en los oficiales; pérdidas mías, muertos; teniente del ejército y reemplazo Morales, voluntario, y cuatro individuos de tropa heridos, teniente de caballería D. Lucas Fernández, dos sargentos, tres soldados de caballería y siete de infantería. — Contuso leve el capitán Domingo, y un carabinero de infantería. — De oficio daré detalles. —Campamento, Mesas de Algar 4 de octubre a las nueve de la noche.
Un periódico de Cádiz, citado por La Discusión del 10 de octubre narraba así los sucesos de Algar:
Parapetáronse algunos insurrectos en las casas más altas del pueblo donde dominaban el sitio por donde debía entrar ese cuerpo, tan bizarro como sufrido, los carabineros, y desde ella empezaron a molestarlo con sus disparos, mientras que en el cerro del Calvario, ocupado por Paúl y su gente, resistía el ataque; pero pronto fueron estos últimos desalojados a la bayoneta y obligados a refugiarse en las casas, desde donde hicieron un mortífero fuego sobre las tropas.
Da nada les sirvió, sin embargo, puesto que luego tuvieron que abandonar ¡as primeras casas ante las bayonetas de los carabineros, si la noche no les llegara en su auxilio, viniendo con sus sombras a darles amparo, puesto que a las tropas, siendo solo la vanguardia de la columna, no podía comprometerlas el bizarro y entendido teniente coronel Gurrea en el ataque de un pueblo ocupado por fuerzas mucho mayores que las suyas, estando además cansadísimas estas después de cinco días de marchas forjadas, la de aquel día, y estando batiéndose desde las diez de la mañana; así es que tomó posiciones, aguardando al nuevo día y con él lo restante de la columna.
No aguardaron los federales el nuevo ataque y abandonaron el pueblo, tomando la dirección de Ubrique, amparados por la oscuridad de la noche.
A una hora avanzada entró la columna, ocupando el pueblo y enviando un paisano para noticiar al jefe de la vanguardia su llegada.
Los muertos han sido muchos, pues varias veces fueron los federales atacados por la caballería y a la bayoneta. Van mal armados, pues sólo tienen como cuatrocientos con escopetas, y el resto con hoces, picas, hachas, pocos con pistolas y algunos con rewolvers [sic].
Como cosa notable se refiere que cuando se presentaron las tropas, estaban los federales exigiendo a uno de los vecinos una fuerte suma, suma que se libró de entregar, pues tuvieron que acudir a combatir.
De acuerdo con El Imparcial (9/10/1869) el día 6 estaban en Ubrique:
El teniente coronel Prado dice que el 6 salieron de Ubrique (Cádiz) los insurrectos dos horas antes de llegar su columna. Iban cometiendo toda clase de excesos y se dirigieron a Grazalema.
Según La Época del día 9 de octubre, Paúl se presentó el día 7 en Grazalema:
La partida de Paúl entro anteayer en Grazalema; se apoderó de la correspondencia oficial; recogió las armas que había en el pueblo; dio libertad a los presos, y detuvo al juez de primera instancia, saliendo a las ocho de la noche en dirección a Ubrique, llevándose algunos caballos. Su partida va muy reducida. Ayer entró en Cortes cometiendo escesos [sic].
La Correspondencia de España del día 14 de octubre reprodujo una carta procedente al parecer de Grazalema y que habían publicado los periódicos de Cádiz que informaba de lo que había pasado en Villaluenga y Ubrique al llegar los insurrectos a dichos pueblos:
Se presentó en Villaluenga a las diez de la mañana del día 6 la partida republicana al mando de Paúl y Salvoechea, compuesta de unos 170 hombres, parte de estos desarmada; entre ellos iban Carrasco, el ex-secretario de Pateraa y el hijo de Pedro el Chico. De Algar dicen que iban tres, Juan Vallejo, Miguel Domínguez y otro que no he podido averiguar quién sea.
Amenazaron de muerte a muchas personas, recogieron algunas escopetas, pues registraron casi todas las casas del pueblo; trabajaron mucho para llevarse los fondos municipales, pero se encontraron las arcas limpias, pues con anticipación se habían retirado aquellos. Con el pretesto [sic] de recoger arnas, se robaba por la canalla cuanto podía; y estando ocupándose de exigir una contribución a los vecinos pudientes, supieron que las fuerzas de Ubrique les seguían, no teniendo tiempo para consumar sus proyectos, que es difícil calcular el alcance que tuviesen, y se marcharon como a la una del mismo día dirigiéndose a tomar la falda de la sierra de Livar [sic] y a Cortes donde pernoctaron.
Uno de los mayores males que en Villaluenga se han tocado ha sido el de haber algunos malos vecinos informado de las personas y sus circunstancias a los jefes, y con esos antecedentes molestaron mucho. Quisieron fusilar a Don Juan Antonio Menacho y a D. Juan Zapata, y el señor cura que no abandonó con tiempo la población, fue objeto de toda clase de insultos, pero no llegaron las amenazas a vías de hecho, pues al fin se escapó sin que lo notaran.
Así como otras muchas casas, allanaron las capitulares de donde sacaron la talla [de medir la altura a los quintos], quemándola y unos globos de lata que destrozaron. Al archivo no le tocaron y Paúl estuvo revisando los libros de intervención para cerciorarse de la existencia en las arcas. Es un servició que han prestado D. Eugenio Sánchez, el depositario y el alcalde D. Diego Ortega, ocultando los fondos.
Hasta aquí lo ocurrido en Villaluenga. Los republícanos iban perseguidos en su marcha a Cortes por un batallón que creo procede de esa guardia civil y carabineros que ayer marcharon de Villaluenga; pues bien, salió la partida de Cortes y se dirigió a Jimera de Livar, que está a distancia como de una legua; pero anoche llegaba otro batallón procedente de Málaga y cortándole la retirada por la otra parte, y puesto en combinación con las otras fuerzas, están cercados los rebeldes, cuyo cerco tuvo lugar al amanecer de hoy; de modo que en Jimera tiene hoy lugar la lucha, que dará por resultado infalible la destrucción completa de toda la partida.
En Villaluenga se recibió parte diciendo que la vanguardia de que la columna, al llegar a la venta de Villaluenga, tuvo algún fuego con los dispersos y que habían resultado algunos muertos.
Los cuatro desgraciados que se han quedado en el campo en esta escaramuza han sido el secretario de un club de Medina, un aparador de calzado de Cádiz y natural de Ubrique, un vejete como de sesenta años, tirador cosario de Paterna y otro de Ubrique que vivía en dicho Paterna.
En Ubrique no exigieron contribuciones, pero sí hubo registros de casas para recoger escopetas y robos de caballerías. Llegaron a levantar algunas barricadas temiendo ser atacados; fortificándose en la iglesia y ayuntamiento. Este pueblo fue sin duda tratado con alguna más consideración, por ir en la partida el hijo de Pedro Bohorque [sic] (el chico) y Carrasco, naturales dcl mismo.
El periódico satírico Gil Blas del 17 de octubre de 1869 ironizaba sobre la pretendida gravedad de estos hechos:
El paso por Ubrique de los sublevados atrajo a la población a varias columnas del ejército. La Discusión del día 15 de octubre se hacía eco de una carta publicada en La Libertad de Cádiz que informaba de estos hechos:
«Han estado aquí cuatro columnas: la última llegó anoche y permanece en este pueblo, pues aun cuando ha salido una compañía, se cree volverá esta noche. En este momento, que son las doce del día, acaban de llegar fuerzas de carabineros. De los sublevados federales que desde allí se dirigieron á Villalnenga, se sabe que de allí pasaron á Liba, donde creemos que se habrán dispersado enteramente, según nos refieren, pues se ven por todas direcciones, y si alguna partida queda por la sierra no será fácil puedan escaparse por estar toda ella rodeada por las columnas que en número de seis ó siete van en su persecución. Ayer, cuando las tropas habían evacuado el pueblo, los partidarios federalistas hicieron correr la estupenda noticia, sin duda para amedrentar, de que por la parte de Morón venían Pierrad y Castelar, capitaneando 4.000 republicanos federales, y que en Cortes habia otra numerosa partida; esto alarmó al vecindario en términos que mucha parte de él huyó al campo y los que nos quedamos no sabiamos qué hacer, sumidos en la mayor aflicción, pues tal era el carácter de verdad que se había dado á la noticia de la venida de los antedichos republicanos.»
La Época del 18 de octubre publicó una carta de la que se desprende que el día 12 la partida de Salvochea hacía todo el ruido que podía en Jimena:
Llegaron aquí el 12 Paúl, Salvoechea y el clérigo Romero, estableciendo su cuartel en una ermita dedicada a la Virgen, que está situada en el centro de la población, y donde todos, pero más el insensato clérigo, cometieron indecentes profanaciones. Si se hubieran limitado a recoger caballos y armas, no lo habríamos estrañado [sic]; pero el afán era hacer dinero, y después de tomar todo lo que había en las arcas municipales, que eran 15.000 rs., formaron una lista de los vecinos pudientes, a quienes exigieron una cuota desde 10 hasta 2.000 rs. La cobranza empezó por la esposa del juez de paz D. Francisco Rivas, la cual entregó los 10.000 rs. que le habían sido impuestos, y al consumar la operación apareció una columna a la vista del pueblo, y los facciosos salieron a escape en dirección a Ubrique. Venían unos 400 hombres, la tercera parte sin armas, y escepto [sic] los cabecillas y sus más íntimos allegados, los demás eran braceros de la más ínfima clase que iban por el cebo de un jornal, y otros reos prófugos y bandidos reconocidos que buscan la impunidad de sus delitos. Con estos elementos iban a hacer la regeneración de nuestra infeliz patria. Como este pueblo de Jimena dista solo cuatro leguas de buen camino de San Roque, esta ciudad y Algeciras se alarmaron creyendo ser visitadas por la gavilla. En la primera se armaron los vecinos, y con 50 hombres de tropa que hay en ella, se prepararon para la resistencia. El pánico fue grande, y varias familias se marcharon a la línea [La Línea] el mismo 12 para entrar el 13 en Gibraltar.
He visto cartas sobre la cordial acogida que allí encontrara el comandante militar D. Antonio Feduchi, a cuya actividad se debe la prisión del secretario de Salvoechea, que era un zapatero. Felizmente la alarma cesó al saberse que los facciosos huían hacia la Sierra, de donde no se han atrevido a salir. El Ayuntamiento de Jimena, en connivencia con ellos, fue depuesto y reemplazado con progresistas, y se espera que el de San Roque lo sea pronto también, pues es republicano rabioso. […]
La parte final del texto revela que Salvochea y sus compañeros encontraban más simpatías y apoyo de lo que se puede deducir de la lectura de estas notas de prensa.
Cristóbal Bohórquez Gómez
En torno al 10 de octubre era evidente que la insurrección republicano federal de las sierras de Cádiz y Ronda estaba a punto de ser aplastada. La Esperanza del día 15 informaba de lo siguiente:
Andalucía.- Las partidas se van disolviendo y los insurrectos presentándose a indulto, figurando entre estos últimos los cabecillas Navarrete, Janer y Tomás Pozo.
Los restos de las partidas Paúl y Salvoechea salieron de Jimena en dirección a Ubrique, acosados por las columnas que los persiguen.
Pablo Benítez Gómez, en el número 9 de la Gaceta de Benaoján (octubre de 2012) explica que Salvochea estuvo esperando en el término de Benaoján ayuda de la Junta Revolucionaria de Ronda, pero esta había declinado comprometerse por ver la situación perdida.
El día 14, Rafael Guillén, que llevaba varios días buscando a los rebeldes, consiguió unirse a ellos. ¡En mala hora para él! Finalmente, el día 15 los alcanzó una columna militar a la que se habían incorporado el alcalde de Ubrique, Cristóbal Toro, y el médico de esa localidad (que en algún momento también fue juez municipal) Fernando Suárez. La partida quedó destrozada. Los jefes principales consiguieron escabullirse hacia Gibraltar, pero Guillén y Bohórquez no. Ellos tenían reservado el peor de los sinos…
El joven ubriqueño de 22 años dio una muestra de valentía y fidelidad impresionantes, ya que, pudiendo escapar solo con su caballo, trató de llevarse consigo al amigo herido y maltrecho a sabiendas de que su decisión podría resultarle fatal. Así lo contó La Ilustración Republicana Federal (15/10/1871):
Al incorporarse el desgraciado Guillen a la partida, Bohórquez, que le profesaba un gran cariño, se unió a él y no le abandonó un solo momento, pudiendo decirse que la vida de ambos no fue desde aquel punto sino una tan solo.
Al perder la batalla que nuestros amigos presentaron tan heroicamente a las tropas del gobierno, Bohórquez, que vio desmontado y herido a Guillen, le tomó a la grupa de su caballo y emprendió la huida, mientras que el camino fue accesible; llegado a un punto en que el pobre animal no pudo caminar ya, Bohórquez depositó a Guillen sobre una piedra con el más tierno cuidado, y trepó a lo alto del sitio llamado Perilla de la Pizarra del Charco del Moro; pero ¡oh desgracia! un grupo de soldados que trepaba por el lado opuesto hirió con sus tiros al pobre joven, que vino a caer rodando de peña en peña a los brazos de Guillén, en cuyas rodillas espiró [sic] el desgraciado niño, única esperanza de su noble padre y legitimo orgullo del gran partido federal.
Consignemos por hoy su desgraciada muerte, confiando que nuestro gran partido no olvidará jamás a quien por él supo sacrificar carrera, juventud, familia y vida.
El final trágico de Guillén lo narró así esta misma revista:
Provocado el partido republicano a una sangrienta lucha por un ministro insensato, Guillen partió de Cádiz en unión de otros amigos para unirse en la Sierra con Paúl y Salvoechea, pasando muchos días sin encontrar a sus amigos, y teniendo el peligro de caer en manos de las diferentes columnas que rodeaban la Sierra; en tal estado, decidieron disolverse, y Guillén tuvo la desgraciada suerte de encontrar las partidas de Paúl y Salvoechea y unirse a ellas en el pueblo de Benaoján la víspera de su muerte.Estos nobles patricios, lejos de huir, presentaron en el día 15 de Octubre de 1869 la batalla a las tropas del gobierno, que más fuertes y numerosas, pudieron obtener la victoria; llegado el momento de dispersión, Guillen, herido, y a la grupa del caballo que montaba el desgraciado niño Bohórquez, llegó al sitio denominado Perilla de la Pizarra del Charco del Moro; sentado sobre una peña quedó Guillen, mientras Bohórquez trepaba a lo alto de un pico para descubrir terreno, pero con tan mala fortuna, que pronto resonó una descarga y el desdichado joven vino a caer rodando hasta los pies de Guillen, en cuyos brazos espiró [sic].
No tardó en verse rodeado Guillén por tropas de línea y carabineros, que unían los insultos al rudo esgrimir de sus punzantes bayonetas, logrando que el noble mártir exclamara viendo la sangre que derramaba por sus destrozadas manos y su agujereado cuerpo: “Mátenme Vds. de una vez, pero no me maltraten ni me insulten”.
La revista ilustraba la muerte de Guillén con un grabado “copiado del bellísimo cuadro de Moreno Rubí”:
La Ilustración Republicana Federal continuaba así:
De un artículo necrológico publicado en La Soberanía Nacional de Cádiz copiamos el siguiente notable párrafo: «¡Ah, jefe de carabineros (el célebre coronel Luque)! ¡Ah, alcalde de Ubrique, que hiciste de Judas! ¡Oh miserable médico! ¡Qué premio tan tremendo sacasteis por la muerte de un inocente! ¡Quisiera penetrar en los arcanos de vuestro corazón y estudiarlo!»
El noble mártir no tardó en morir, y según hemos podido saber, su chaqueta fue comprada por un noble ciudadano que presenció esta horrible escena con el corazón hecho pedazos, y hoy la conserva como la prenda más preciada. […] Derramemos una postrera lágrima sobre la tumba de este honrado patricio tan inhumanamente sacrificado, y esperemos confiadamente que el castigo de sus implacables verdugos no ha de tardar en presentarse.
En la parte superior izquierda del grabado anterior parece que se ha querido representar al alcalde de Ubrique, Cristóbal Toro, junto al jefe de los carabineros, señalando a Guillén, como se representa en este detalle:
La Ilustración Republicana Federal daba también esta breve nota biográfica sobre el diputado Rafael Guillén:
Este nuevo mártir de la causa republicana nació en la siempre liberal ciudad de Cádiz en el año 1829, y era hijo de un magistrado de la Audiencia de Barcelona y notable abogado de los tribunales.
Estudió con notable aprovechamiento la carrera de medicina, cuando le sorprendió la muerte de su querido padre: educado entre el fausto [sic] y el lujo, Guillén, cuya organización era privilegiada, lejos de arredrarse al hallarse sin fortuna, se unió al ciudadano Bartorelo, distinguido fotógrafo de Cádiz, y trabajando en su compañía, pasó sin ningún esfuerzo del elegante salón al modesto taller del obrero.
De bellísimas costumbres, sobrio y de una clara inteligencia y un gran sentimiento, todas sus necesidades, todas sus afecciones se hallaban reducidas a sus tórtolas y canarios, los cuales cuidaba con el más grande esmero y el mayor cariño.
Viviendo la vida del artista y comiendo el pan del trabajador, Guillen, cuyas ideas democráticas y cuyo severo carácter le conquistaban las simpatías de todos, tuvo ocasión de conocer al ilustrado propagador ciudadano Cala, y bien pronto la más íntima amistad ligó a estos esforzados campeones de los derechos populares.
Desde 1864, Guillen, siguiendo las inspiraciones de su amigo Cala, propagó las ideas democráticas y socialistas, y cuando en 1867 Cala tuvo que emigrar a extranjero suelo, Guillen fue deportado a Ceuta, donde continuó sus trabajos revolucionarios en unión del hoy coronel Carmona y otros oficiales.
Tranquila al parecer la situación , Guillen volvió a Cádiz, donde, de acuerdo con Paúl, Salvoechea y La Rosa, preparó la revolución, y arriesgándolo todo marchó en comisión a Ceuta para comunicar ciertas órdenes y preparar el ya próximo alzamiento.
Llegado el momento de la revolución (9 de Agosto [de 1868]), Guillén, al frente de los paisanos que llegaron de Jerez para auxiliar el movimiento, expuso la vida cuando el general Primo de Rivera se negó al alzamiento proyectado: así pasó un mes, hasta que el 17 de Setiembre Cádiz lanzó el grito revolucionario, y Guillen y sus amigos secundaron la tan ansiada revolución, siendo elegido individuo de las Juntas revolucionarias de Cádiz y Jerez, y más tarde comandante del primer batallón de voluntarios de Cádiz.
Convocadas Cortes Constituyentes, Guillen fue elegido [en enero de 1869] diputado por la circunscripción de Jerez, tomando asiento en la Cámara entre sus amigos de la Montaña, y ayudando con su voto y su palabra al triunfo de la República federal, por la que no tardó en sacrificar hasta la vida.
Cuando los tristes sucesos de Cádiz [diciembre de 1868], Guillen se hallaba con Garrido, Cala, La Rosa y Bohórquez (padre) en una reunión convocada en Álora, a la que asistieron representantes de toda Andalucía, y fue tal su dolor al saber que en Cádiz se batía su batallón [contra el ejército, por oponerse a entregar las armas del pueblo], y que él, su comandante, no se hallaba a su frente, que esta fue desde entonces su idea fija, y no vacilamos en calificarla de herida mortal.
El periódico La Esperanza del 4 de diciembre de 1869 se hacía eco de la versión sobre la muerte de Guillén que había dado su colega La Igualdad. Según se desprende, la violencia de los carabineros contra el diputado (cuya personalidad parece que desconocían) la exacerbó el propio Guillén al arrojarle una piedra a la cabeza a uno de ellos. Después, Guillén fue reconocido por el alcalde de Ubrique, Cristóbal Toro, y el médico del pueblo Fernando Suárez, pero de la lectura de este texto concreto no tiene por qué se deducirse que pretendieran perjudicarlo, ya que también podría ser que, al indicar la calidad del prisionero, intentaran lograr un buen trato para él.
Los carabineros que le apresaron le hicieron sufrir el mas horrendo martirio, pinchándole en las manos y en el cuerpo con las bayonetas, de tal manera que, lleno de desesperación, pedía la muerte; y no alcanzando este favor, se apoderó de una piedra, y lanzándola contra sus verdugos le partió una ceja a uno de ellos. En esta angustiosa situación, lo llevaron ante el jefe de la fuerza, que se hallaba a distancia de un cuarto de legua, en el sitio denominado Perilla de la Pizarra del Charco del Moro, y allí se lo presentaron cubierto por la sangre que manaba de sus heridas.
Aquel jefe, que era el coronel de carabineros de la comandancia de Cádiz, preguntó al alcalde de Ubrique, Cristóbal Toro, y al médico del mismo pueblo, Fernando Suárez, que iban incorporados a la columna militar, si conocían al prisionero; y dichos dos individuos le aseguraron que era D. Rafael Guillén, diputado a Cortes. Oído esto por el coronel, mandó a Guillén que le siguiese, y la columna tomó la dirección de Atajate, por el camino del Quejigal.
Quedan en el misterio las terribles ideas que cruzarían en aquellos momentos por la mente del coronel Luque, cuyo nombre debe pasar a la historia de los crímenes célebres de España. Pudo, sí, observarse que hallándose Guillen a unos cincuenta pasos del sitio en que fue presentado al jefe, sentado en una peña, con la mano en la mejilla, presa de terribles dolores y tal vez de amarguísimos recuerdos, hizo Luque una señal a los carabineros, y estos dispararon sobre el mártir dos tiros por la espalda penetrando una bala por el hombro y otra por el cuello, dejándole muerto en el acto. Fue entregado el cadáver a la soldadesca, que, considerándolo como botín, lo desnudó completamente, si bien por un sentimiento de pudor, que forma un amargo contraste con tan informe crueldad, le pusieron los calzoncillos, abandonándolo en el campo. El sombrero hongo que llevaba lo hicieron pedazos, arrojándolos luego al río: el pantalón lo cortaron con una navaja, quemándolo después. La chaqueta fue la única prenda que se salvó en poder de un carabinero, quien la vendió a una mujer de Benaoján en cuarenta y cinco reales. Esta prenda fue lavada para quitarle la sangre; pero aun conserva señales de tan terrible drama, pues se ven en ella ocho agujeros causados por dos balas, y cinco bayonetazos.
Unos piadosos vecinos de Benaoján recogieron el cadáver de Guillen del sitio en que fue asesinado, y lo mismo hicieron con el del desdichado joven que le acompañaba [Cristóbal Bohórquez Gómez, hijo de Pedro Bohórquez El Chico].
La Esperanza continuaba así:
Nuestros lectores conocen las graves indicaciones hechas por la prensa republicana acerca de la muerte de dicho diputado.
Los detalles que abraza esta carta, suscrita en Gibraltar por los Sres. Salvoechea y Carrasco y Romero, en representación de la provincia de Cádiz, y de los Sres. Castro y Alcalde Espeja, en representación de la provincia de Sevilla, son terribles; tanto, que no podemos menos de pedir justicia contra los jueces del Sr. Guillen, o contra los calumniadores de esos mismos jueces.
La Correspondencia del día 18 informaba de que:
El viernes [15], según parte oficial recibido la noche última por el gobierno, el coronel Luque, jefe de una de las columnas que operan en la Sierra de Málaga, alcanzó entre Cortes, Mojate [sic] y Benoajan [sic] a la facción de Paúl y Salvoechea que fuerte [sic] de 500 a 600 hombres, esperó a las tropas en fuertes posiciones. El combate fue rudo y dio por resultado la dispersión completa de los insurrectos que tuvieron 20 muertos y cinco heridos. La columna del coronel Luque tuvo un cabo déla guardia civil gravemente herido y otros dos soldados de un modo más leve. Al reconocer los cadáveres de los insurrectos se encontró entre ellos al diputado republicano de las Constituyentes Sr. Guillén.
Los demás jefes de la partida consiguieron huir, buscando el refugio de Gibraltar. Según La Época del día 16 de octubre, ese día Paúl y Salvochea ya estaban allí. El cura Romero también lo consiguió (La Época, 17 de octubre). Algún periódico, no obstante, difundió el rumor de que Salvochea era uno de los muertos, y en otro se lee que antes de llegar a Gibraltar unos paisanos lo hicieron desmontar de su caballo y lo desarmaron, dejándolo finalmente marchar.
Desde allí probablemente escribió a los diarios españoles esa carta que cita La Esperanza y que sin duda es la fuente principal de esta versión. Unos meses más tarde, desde el exilio, Salvochea escribió al diario francés La Marseillaise (9/3/1870) otra carta en la que explicaba más o menos lo mismo (traduzco del original francés):
[…] Para que no se piense que estamos exagerando, quiero contar cómo fue la muerte que dieron los asesinos uniformados al heroico Rafael Fernán Guillén y Martínez, diputado en Cortes por la provincia de Cádiz. Guillén, dejando su escaño en las Cortes, se puso a la cabeza de una columna republicana.
El 15 de octubre de 1869, en las inmediaciones de Jimera de Líbar y Benaoján [sudoeste de la provincia de Málaga, cerca de Ronda], se produjo un enfrentamiento entre la columna republicana de la provincia de Cádiz y fuerzas gubernamentales. Estas eran mucho más numerosas y consiguieron dispersar a los republicanos que se habían reunido en número de unos cien en las montañas alrededor del Cornio, de Jimera.
Rafael Guillén estaba al frente de un grupo separado del resto de las fuerzas republicanas, cuando recibió aviso de que dos compañías de carabineros marchaban a su encuentro. Guillén tuvo que replegarse, pero el terreno era tan accidentado que acabó quedando distanciado de todos los que estaban con él. Se quedó con el joven Cristóbal Bohórquez, hijo de uno de sus mejores amigos. Montados ambos en un caballo que pronto se vieron obligados a abandonar porque el animal no podía con ellos, se dirigieron penosamente hacia el lugar llamado Loma de la Dehesa. En aquel alto fueron reconocidos por los carabineros, que hicieron una descarga sobre ellos de la que Bohórquez resultó muerto.
Poco después Guillén fue hecho prisionero en la punta del Apeadillo, sobre la cueva de la Gotera.
Los carabineros se apoderaron de él y le hicieron sufrir el más terrible martirio, pinchando sus manos y su cuerpo con las bayonetas, por lo que por piedad pidió la muerte. Loco de dolor, haciendo un último esfuerzo, logró apoderarse de una piedra que lanzó a sus torturadores. Se le condujo ante el jefe de la tropa, que ese encontraba a media legua de allí, en el Charco del Moro. Guillén iba manchado de la sangre que fluía de sus heridas abiertas.
Este jefe era el coronel Luque, de los carabineros de la provincia de Cádiz. Preguntó al alcalde y al médico de la columna si conocían al prisionero. Ellos respondieron que era Fernán Guillén, diputado en Cortes.
La columna reanudó la marcha, llevándose al prisionero. Todo lo que se sabe es que Guillén se había sentado en una roca a cincuenta pasos del lugar donde había sido conducido ante coronel Luque; su mano crispada de sufrimiento revolvía sus cabellos. Luque hizo una señal y los carabineros dispararon por detrás; una bala le entró por el cuello; otra por el hombro. Guillén murió. El cuerpo fue entregado a los soldados que, como si de un botín se tratara, lo despojaron y desnudaron completamente y luego, irónicamente, lo vistieron con unos calzoncillos y lo abandonaron en medio del campo. Rompieron su sombrero en mil pedazos que arrojaron al río; sus pantalones hechos jirones los quemaron ; la chaqueta la vendió un saldado a once francos a una pobre mujer.
Hoy las cárceles, presidios y el exilio –esta otra prisión– están llenas de hermanos nuestros, pero la sangre de nuestros mártires cae gota a gota sobre la cabeza del general Prim y sus cómplices malditos.
España reclama su derecho a la justicia y la República.
En 1901, con motivo del 32º aniversario de aquellos episodios, el político masón y republicano Manuel Moreno Mendoza (miembro durante un tiempo de la logia ubriqueña América, alcalde de Jerez de 1931 a 1934 y dos veces diputado a Cortes), escribió un artículo en Las Dominicales del Libre Pensamiento (8-11-1901) en el que aseguraba que la muerte de Bohórquez no había sido una contingencia de guerra, sino un asesinado en toda regla:
Al dispersarse las fuerzas populares, Guillen, que se había batido con verdadero heroísmo, estaba herido, fatigado y descalzo del pie derecho, por lo que tuvo necesidad de montar a la grupa del caballo de su inseparable compañero Bohórquez, y descendiendo por las ásperas vertientes de la Sierra, llegaron al Charco del Moro, lugar donde se verificó su martirio.
Inaccesible de todo punto para el débil y fatigado caballejo el único camino que podían seguir para no ser descubiertos por la tropa enemiga, abandonaron el animal y Rafael quedó sentado sobre un peñasco, mientras Cristóbal trepó a lo alto del risco denominado Perilla de la Pizarra para descubrir el campo.
Un grupo de carabineros que subían por el lado opuesto y a los que le hubiese sido fácil apoderarse de él, puesto que estaba solo y desarmado, prefirieron convertirse en asesinos a hacerlos prisioneros, con lo que hubiesen cumplido como soldados fieles y como hombres honrados a la vez; descargaron pues sus fusiles sobre el desgraciado niño, que rodando de piedra en piedra fue a caer a los pies de Guillén en cuyos brazos exhaló su último suspiro.
Momentos después aquella horda de fieras con figura humana, aquellos miserables esbirros de Gurrea y Luque, rodearon a Guillén y acuchillándolo con sus bayonetas e insultándolo bárbaramente, le hicieron caer en tierra exclamando: «¡Mátenme de una vez, pero no me insulten!»
Así murieron estos nobles defensores de la causa del pueblo, sin que este haya sabido después imponer el condigno castigo a sus asesinos.
Pablo Benítez Gómez, en el mencionado número 9 de la Gaceta de Benaoján (octubre de 2012), afirma que «sus cadáveres, semidesnudos fueron conducidos a Benaoján, donde con un simple y vulgar sudario se les dio sepultura».
Balances
Terminada la revuelta, La Discusión del 26/10/1869 hacía este resumen de lo que había pasado en la Sierra:
La insurrección en Andalucía y Granada se ha verificado por medio de un levantamiento casi simultaneo de gran número de partidas mandadas por algunos alcaldes y por los diputados Paúl y Guillen, este último muerto en uno de los encuentros que tuvo con las tropas.
La partida que hizo repetidas marchas y contramarchas en la sierra de Ubrique esperando alguna que otra vez en posiciones ventajosas a las columnas del ejército que la batieron, fue la que mandaban el diputado Paúl y el cabecilla Salvoechea; pero a pesar de haber sido la que con más tenacidad intentó sublevar a Jerez, donde se había concentrado mucha gente del campo armada, no pudo conseguir su objeto, merced a la energía desplegada por el jefe de las fuerzas del ejército, guardia civil y carabineros, teniente coronel D. Manuel Miranda, que desde los primeros momentos hizo comprender a los republicanos la firme e inquebrantable resolución que tenía de conservar el orden a toda costa, sin reparar en los medios que para conseguirlo fuera necesario emplear.
El general Prim, Ministro de la Guerra, emitió el 24 de octubre un parte oficial que publicó La Gaceta y reprodujeron los periódicos (La Discusión, 26-10-1869) por el que informaba a la nación de lo que había sido aquel levantamiento federalista, restándole importancia y alardeando de haberlo podido sofocar en solo 20 días. Sin embargo, curiosamente exageró muchísimo lo ocurrido en Ubrique:
Algunas de las partidas insurrectas han cometido toda clase de excesos y crímenes, y los pueblos de Valls, Cortes, Ubrique y otros, víctimas del asesinato, del saqueo y del incendio, conservarán siempre un triste recuerdo del instinto feroz y sanguinario de aquellos hombres que, más que defensores de una causa política, parecían hordas de salvajes.
Secuelas
De todos modos, algunos rescoldos de la insurrección debieron de quedar tras las manifestaciones de Prim, a juzgar por esta noticia de La Correspondencia de España de un mes más tarde (27 de noviembre de 1869)
Al día siguiente, este mismo periódico daba algunos datos más:
Y el 11 de diciembre volvía a mencionar al ubriqueño Carrasco:
Y a finales de 1872, es decir, poco antes de proclamarse la República, seguían existiendo «partidas republicanas» en la Sierra de Cádiz, según se deduce de la lectura de una carta desde Jimena publicada en el diario La Esperanza del 3 de diciembre de ese año. Reproduzco un fragmento:
Como adelanté más arriba, hubo una secuela personal muy importante de todo esto: el asesinato en Ubrique del alcalde Cristóbal Toro año y medio después del de Cristóbal Bohórquez. De eso he hablado pormenorizadamente en otro artículo.
Fray Sebastián y su juicio sobre la insurrección federalista
En su Historia de la Villa de Ubrique, FraySebastián se refiere a estos acontecimientos mezclándolos con otros, ya que sitúa cronológicamente los hechos de Benaoján (15 de octubre de 1869) después de los del cantón de Cádiz (que duró del 19 de julio al 4 de agosto de 1783), afirmando que Salvochea y Guillén se posesionaron del Ayuntamiento de Ubrique el 28 de julio de 1873 (cuando ya del segundo no quedarían más que los huesos). Estos son sus comentarios:
Sometidos los cantones de Sevilla y Cartagena, tocó el turno al de Cádiz. Nótese que van a luchar republicanos con republicanos cantonales. Salvochea y Guillén levantaron el campo de la horrorizada y saqueada Cádiz para buscar el abrigo de la Serranía de Ronda, baluarte natural de la provincia. Perseguidos por fuerzas del ejército, guardia civil y carabineros, llegaron a Ubrique, donde se repostaron y descansaron, destituyendo de paso al ayuntamiento y posesionándose de él, en 28 de julio de 1873. (Act. Cap ., fol. 68). De paso hicieron registros en todas las casas, obligando a entregarles a todas las personas las armas y municiones que tuvieran. A los tres días, no creyéndose seguros, toda vez que Ubrique está en una posición indefendible, ante las confidencias recibidas de la aproximación de las fuerzas gubernamentales, tocaron el cornetín de órdenes y se reunieron en la plaza y calles adyacentes, saliendo para Benaocaz. No supieron sacar partido del imponente desfiladero de Villaluenga. y desembocaron en Benaoján, donde la justicia de Dios esperaba a aquella miserable caterva de asesinos, ladrones y sacrílegos.
La acción de Benaoján no fue batalla: fue una espantosa carnicería. Cercados por todas partes, sin refugio posible, fueron materialmente acribillados a bayonetazos y balazos. Republicano hubo que en la guerrera tenía más de veinte cuchilladas. Ni aun las cuevas les sirvieron de refugio, porque allí mismo fueron exterminados.
Este fue el primero y más terrible escarmiento de la revolución republicana en Ubrique. No paró aquí. En la dehesa de la Covezuela, en la soledad de los montes, situados entre Ubrique y Gibraltar, fueron las fuerzas gubernamentales cazando como fieras a los fugitivos y dispersos. Eran fusilados sin piedad. En las cortezas de los árboles, grandes cruces blancas, trazadas con cal, señalaron durante muchos años el lugar donde fueron ejecutados y enterrados. En mis excursiones infantiles, aun recuerdo con horror la impresión que me produjeron la muchedumbre de cruces blancas, mudo y elocuente epitafio de la locura republicana. Ni aun con este escarmiento se extinguió la semilla. Quedaron muchos con sus barbas largas y afectada austeridad, que cultivaron el republicanismo, el cual había de retoñar en los luctuosos días de 1931 al 1936, al sobrevenir la segunda república.
4. Homenajes a Cristóbal Bohórquez
El levantamiento republicano federal de octubre de 1869 fracasó, pero –paradojas de la historia– poco más de tres años después (exactamente el 11 de febrero de 1873) se proclamó en España una República que en su primera etapa de 11 meses fue de corte netamente federalista, ya que estuvo presidida sucesivamente por cuatro miembros del Partido Republicano Federal.
En los años que mediaron entre la insurrección federalista que acabó en tragedia y la proclamación de la República (es decir, entre 1869 y 1873) los defensores de este sistema de gobierno utilizaron a menudo los nombres de Cristóbal Bohórquez y Rafael Guillén como banderas. Por ejemplo, La Ilustración Republicana Federal del 31/5/1872 decía:
Y vosotros, tránsfugas de todos los partidos, temblad ante los grandes acontecimientos que se preparan, porque el pueblo sabe que no se hizo una revolución para conducir a la Hacienda al tristísimo estado en que hoy se halla; que no se hizo una revolución para aumentar los impuestos; que no se hizo una revolución para falsear el sufragio; que no se hizo una revolución para que la prensa viviese sometida a mayores persecuciones y a mayores arbitrariedades que las desencadenadas por González Brabo; que no se hizo una revolución para que gobiernos ineptos vinieran a hollar y desconocer todos nuestros derechos y todas nuestras libertades.
¡Temblad ante las víctimas que habéis sacrificado por haber defendido los derechos del pueblo! ¡Temblad ante los sepulcros de Guillen, Carvajal y Bohórquez, que os están pidiendo estrecha cuenta de vuestras tropelías! ¡Temblad ante la sombra de los augustos mártires de la libertad!
¿Intentáis subyugar a este noble pueblo ibero? ¡No lo conseguiréis! ¿Intentáis fusilarle, deprimirle y deshonrarle? Os equivocáis. ¿Intentáis sepultarle bajo una masa de sangre y tierra? Os equivocáis también, porque el pueblo sabe quiénes sois. ¿No veis aun la humedad de la tierra, bañada en sangre de los mártires republicanos?
¿Olvidáis tan pronto los asesinatos de Guillen, Carvajal y Bohórquez?
Dormid en paz ¡oh mártires queridos de una santa causa; reposad en lo que vuestros asesinos llaman vuestra tumba! Dormid en paz ¡oh víctimas sacrificadas en aras de la libertad y de la República!
Y tú, pueblo amigo, si quieres ser libre rompe las cadenas de la esclavitud y proclama el ideal de los pueblos libres, esas ideas sublimes predicadas por el mártir del Gólgota, la República democrática federal.
En El Combate del 9 de mayo de 1872 leemos:
No, y mil veces no, Sr. Sagasta; el partido republicano, que ve en vos al insensato y cruel provocador de la insurrección de octubre de 1869, de la muerte de Carvajal, de Guillén y del niño Bohórquez, no se pondrá jamás de vuestra parte, no luchará jamás a vuestro lado, no os prestará jamás su apoyo, aunque lo que no creemos os lo ofrecieran los más respetables y encumbrados santones de nuestro partido.
La Ilustración Republicana Federal del 8 de octubre de 1871 publicó un artículo en homenaje a otro de los muertos en el levantamiento (Froilán Carvajal, fusilado en Ibi, Alicante, el el 8 de octubre de 1869) en el que citaba varas veces a los gaditanos Guillén y Bohórquez. Lo firmaba el director de este semanario, Enrique Rodríguez Solís, que más tarde escribiría una famosa Historia del partido republicano español:
¡Froilan Carvajal, duerme tranquilo! Descansa en paz,amigo mío, y repite a aquellos de los nuestros que ya no existen, al inolvidable Sixto Cámara, al generoso amigo Moreno Ruiz, al malogrado niño Bohórquez, al noble Ruiz Pons, a los valerosos patricios Abdón Terradas, Baliardo Ribó y Saint Just; al desgraciado Francisco Cuello; a los valientes Vicente Martí, Espiga y García, López Carrafa y Domínguez; y al invicto Guillén Martínez, que su recuerdo está grabado en nuestra mente; que su sangre y la tuya ha sido el fresco y puro rocío que ha hecho brotar miles de flores en los fértiles campos de la República […].
Sixto Cámara era el tribuno del pueblo; Ruiz Pons el gran publicista; Abdón Terradas el genio organizador; Francisco Cuello el enérgico propagandista; Saint Just representaba la audacia; López Carrafa, Espiga y García y Baliardo Ribó el valor; Domínguez la idea consecuente; Guillen Martínez era uno de los más firmes baluartes de nuestra causa; Moreno Ruiz y el niño Bohórquez eran la viva imagen de la abnegación y el sacrificio; tú, pobre amigo mío, el valor y la constancia […].
No terminaremos sin dar las gracias a nuestros correligionarios por los numerosos clubs y asociaciones fundadas con los heroicos nombres de nuestros inolvidables mártires Carvajal, Guillen y Bohórquez […].
Efectivamente, al menos desde 1870 se había creado el Círculo Cristóbal Bohórquez en Cádiz, según se desprende de este telegrama publicado por El Combate el 7/11/1870:
Posteriormente se propuso fundir este círculo con otros existentes en Cádiz (La Discusión, 20/5/1873):
Al llegar la República y alcanzar el poder los que habían sido compañeros de lucha de Guillén y Bohórquez quisieron, lógicamente, rehabilitar sus figuras y rendirles homenajes, pero también siguieron utilizando su tragedia como arma política. Así, en La Esperanza del 6/11/1873 se lee:
Salvochea, alcalde de Cádiz, quiere traer los restos
A primeros de 1871 el rey Amadeo I, con motivo de su entronización, promulgó un indulto que permitió a Fermín Salvochea volver a Cádiz. En marzo de 1873 hubo elecciones municipales; se presentó y salió elegido por práctica unanimidad de los concejales el 23 de marzo.
Una de las primeras decisiones que tomó el Ayuntamiento gaditano con el alcalde Salvochea fue trasladar al cementerio de la ciudad con todos los honores los cadáveres de Guillén y Bohórquez. El 28 de marzo publicaba La Época este suelto en ese sentido (hay un error: escriben Benaocaz por Benaoján):
No existe actualmente ninguna calle Cristóbal Bohórquez en el callejero gaditano (aunque bien pudo ocurrir que en un periodo posterior quitaran ese nombre, práctica bastante común en nuestro país).
En cuanto al traslado de los cadáveres y otros honores nos tememos que todo quedó en lo que nos cuenta el historiador Pablo Benítez Gómez en el número 9 de la Gaceta de Benaoján (octubre de 2012):
Al poco tiempo, proclamada la I República, vinieron [a Benaoján] los republicanos rondeños, con música, banderas… a rendirles homenaje. En sucesivas etapas políticas, y dependiendo siempre de la tendencia política reinante, fueron más o menos recordados por sus congéneres y por el pueblo de Benaoján hasta quedar totalmente olvidados.
El político masón y republicano Manuel Moreno Mendoza (que perteneció a la logia América de Ubrique, fue alcalde de Jerez de 1931 a 1934 y dos veces diputado a Cortes) dio fe de que los restos seguían en Benaoján a principios del siglo XX en un artículo titulado Fecha triste que escribió en Las Dominicales del Libre Pensamiento el 8-11-1901 con motivo del 32º aniversario de la muerte de Guillén y Bohórquez. Este es un fragmento interesante del mismo en el que menciona algo de lo que nos ocupa:
Moreno Mendoza se había interesado mucho por estos personajes desde una visita que hizo a Benaoján en el primer trimestre de 1901 con fines políticos. Allí comprobó el estado deplorable en que se hallaba el nicho que contenía los restos de Guillén y Bohórquez y decidió abrir una suscripción popular para erigirles un mausoleo.
(Como se ve, el texto contiene un error en el año de la muerte de los dos republicanos, pues fue en 1869, no en 1868.)
De Pablo Benítez Gómez y su artículo en el citado número 9 de la Gaceta de Benaoján tomamos el epílogo de este asunto:
Se cree que el mausoleo llego a construirse, pero de nuevo nos tocamos con la falta de documentación.
El Archivo Municipal no conserva documentación sobre el traslado de los restos al cementerio nuevo, a pesar de quedar constatada la existencias de documentación de la época, desgraciadamente no ha llegado a nuestros días.
La logia masónica Guillén y Bohórquez de Benaoján
El mismo Pablo Benítez Gómez publicó en 2004, en la revista La Serranía, un artículo de gran interés en el que recupera para la memoria de Benaoján la historia de una logia masónica que allí se constituyó a finales del siglo XIX con el nombre de Guillén y Bohórquez, siendo la número 198 del Gran Oriente Español. Alguno de sus miembros incluso adoptó el nombre simbólico Bohórquez en honor a nuestro personaje ubriqueño. El sello de la logia plasmaba (libremente) la escena de la muerte de los republicanos.
(Estas dos imágenes relacionadas con la logia Guillén y Bohórquez las reproducimos gracias a la amabilidad de la editorial La Serranía).
El recuerdo
Los ecos de la historia de Guillén y Bohórquez siguieron resonando por mucho tiempo, propagados por los medios afines a sus ideas. En El Motín del 19/11/1892 podemos leer:
En el mismo periódico del 24 de febrero de 1899 (es decir, 30 años más tarde) encontramos un artículo titulado Los hombres de acción en el que se les citaba, y también a Pedro Bohórquez El Chico, padre de Cristóbal:
[…]
Sesenta y un años más tarde, en vísperas del advenimiento de la Segunda República Española, en un artículo titulado
la revista La Esfera (8/2/1930) reproducía en lugar destacado los bustos de Sixto Cámara, Froilán Carvajal, Cristóbal Bohórquez, Rafael Guillen Martínez y Enrique Genovés, además de otros correligionarios:
Oda a la Memoria de Guillén y Bohórquez
Hemos dejado para el final de esta historia una pequeña pieza literaria relacionada con ella. Se trata de una Oda a la memoria de Rafael Guillén y Cristóbal Bohórquez, Mártires de la Idea Federal Socialista que compuso la internacionalista y fourierista gaditana Margarita Pérez de Celis y Torhbanh, presidenta del club femenino Mariana Pineda, de Cádiz. Esta mujer destacó por su apoyo a algunas polémicas decisiones del alcalde Salvochea, como cuando este ordenó desalojar a las monjas del convento de la Candelaria de la localidad para derribar el edificio y poder ampliar la plaza de la Candelaria.
El poema, leído en el Circulo de Guillén Martínez y publicado en La Ilustración Republicana Federal del 15 de octubre de 1871 es este:
Matar a un enemigo es ley de guerra, y enemigos juzgar a sus hermanos: ¡bárbara ley que dieron los tiranos! ¡Odiosa ley que el universo aterra!
Al resonar el golpe tremebundo con que el hombre a su vez destruye al hombre, de guerra nada más escucha el nombre, y horrísono fragor, que asombra al mundo.
¡Guerra, crimen, baldón, baldón eterno que el ser humana a su pesar degrada, tú fuiste por los hombres provocada para trocar la tierra en el averno!
¡Oh, Rafael, querido hermano mío! tú que odiaste la guerra con el alma, ¿quién a tu pecho arrebató la calma, y te arrastró en su loco desvarío?
Más por amor al hombre que a la gloria, sintiendo de ambición el pecho exhausto, ofreciste tu vida en holocausto, y una página triste a nuestra historia.
Y tú, Cristóbal, cuya noble frente era el espejo fiel de un alma pura, ¿quién abrió a tu candor la sepultura, y osó apagar tu corazón ardiente?
Por sostener un trono solitario, un trono roto, una corona hollada, te ofrecieron, cual víctima inmolada, a su orgullo feroz y sanguinario.
¡Guillén, Cristóbal, vuestra horrible suerte clama justicia sin cesar al cielo! ¡Oh! ¡Quién pudiera descorrer el velo que oculta misteriosa vuestra muerte!
Guillén, Cristóbal, desde el solio augusto do veis la luz que de lo excelso emana, aceptad una flor de vuestra hermana, humilde ofrenda que se debe al justo.
Permitid que mi ardiente fantasía en vosotros vislumbre una esperanza, mirando fulgurar en lontananza para nosotros el supremo día.
E inspirad a la mente que delira, ¿quiénes, con pecho diamantino y duro, de aquel amor universal más puro, osaron extinguir la santa pira?
No hubieran menester vanos alardes, de esfuerzos, de valor insuficiente, pues para exterminar a unos valientes lo basta a la traición unos cobardes.
¡Guillén, Cristóbal, vuestros pechos fieles fueron heroicos cual vosotros mismos; quien no sepa imitar vuestro heroísmo, que aprenda a respetar vuestros laureles!
La ofrenda sacrosanta que reciban de nuestro amor esos despojos yertos; Guillén, Cristóbal, para el mundo muertos, que en nuestros pechos inmortales vivan.
Margarita P. de Celis
Anexo I. Trabajos académicos del maestro de obras Cristóbal Bohórquez
(26 de enero de 2013)
Cristóbal Bohórquez Gómez realizó estudios relacionados con la arquitectura. Concretamente, según el Boletín de Lotería y de Toros del 23 de octubre de 1871 llegó a ser «maestro de obras públicas» (un “maestro de obras” en aquella época era algo así como un arquitecto técnico o aparejador actual). Otra fuente dice que “estudió la carrera de arquitecto, que terminó con grande lucimiento” (La Ilustración republicana federal, 15/10/1871).
Mercedes Romero Janeiro, descendiente de la familia de Cristóbal Bohórquez y arquitecta de profesión, nos ha facilitado amablemente una colección de trabajos de geometría descriptiva y de planos arquitectónicos realizados por el personaje durante sus estudios entre 1866 y 1868 de los cuales reproduzco aquí algunas muestras (la mayoría son fragmentos).
Anexo II. La familia Bohórquez Gómez y los errores de los padrones
Manuel Zaldívar Romero »
He investigado en antiguos libros de padrones de Ubrique conservados en el Archivo Histórico Municipal y puedo dar más datos sobre la familia Bohórquez Gómez.
En el padrón de 1867 he encontrado al matrimonio formado por Pedro Bohórquez Piñero (El Chico) y Juana Gómez Tocón, informándose de que ambos tenían 40 años. Como indico más abajo, creo que este dato es erróneo, pero si fuera correcto eso significaría que nacieron en 1826 o en 1827 (si nacieron en 1826, el año del censo cumplían 41 años, pero es posible que la estadística se hiciera en un mes en el que aún tenían 40).
Esta es la relación de sus hijos y su edad (indico entre paréntesis el año en que se deduce que debieron nacer, señalando en negrita el año que dan otras fuentes en su caso):
Cristóbal: 19 (1848 o 1847) Francisca: 17 (1850 o 1849) Sebastiana: 15 (1852 o 1851) Marina: 12 (1855 o 1854) Sixto: 9 (1858 o 1857) Juana: 7 (1860 o 1859) Ángeles: 4 (1863 o 1862)
1866
Si enfrentamos estos datos con los del padrón del año anterior (1866) podemos observar que hay errores en alguno de los dos porque la edad de los padres no concuerda. La de los hijos parece que sí, ya que, aunque se da un aparente contrasentido en los casos de Mariana y Ángeles, puede ser debido a que el censo de 1866 se hizo en un mes diferente al mes en que se hizo el censo en 1867:
Padres: Pedro Bohórquez Piñero: 45 (1821 o 1820) Juana Gómez Tocón: 43 (1823 o 1822)
Hijos: Cristóbal: 18 (1848 o 1847) Francisca: 16 (1850 o 1849) Sebastiana: 14 (1852 o 1851) Marina: 12 (1854 o 1853) Sixto: 8 (1858 o 1857) Juana: 6 (1860 o 1859) Ángeles: 2 (1864 o 1863)
1850
Tratemos de salir de dudas. En un censo del año 1850 aparece Pedro Bohórquez Piñero como vecino de la calle de Zamora, de profesión arriero, propietario de una caballería mayor y de edad de 26 años, lo que significa que nació en 1824 o 1823, lo que no concuerda con ninguno de los padrones anteriores. Y junto a él aparece su esposa Juan Gómez Tocón de la que se dice que tenía 25 años (es decir, nacida en 1825 o 1824). En esa estadística se dice también que Pedro Bohórquez Piñero no tenía sirvientes, ni yuntas de vacas o bueyes ni carros.
1889
Los errores de los padrones eran a veces muchos y de bulto. Por ejemplo, en uno de 1894 se dan unos datos que son coherentes en cuanto a las edades de los padres, pero no respecto a las de los hijos:
Según las edades que se mencionan, Pedro Bohórquez Piñero nació en 1823 o 1822 y Juana Gómez Tocón en 1824 o 1823. Eso puede concordar con los datos de 1850 del matrimonio, pero hay discrepancias con otros censos en los datos de los hijos.
Lógicamente, no aparece Cristóbal porque, como se ha contado más arriba, murió trágicamente en octubre de 1869, es decir, cuando tenía 21 o 22 años. Y, como curiosidad, parece que por entonces la hija mayor, Francisca, vivía en la misma casa que sus padres y tenía dos hijos (María Zarco Bohórquez, de 11 años, y Pedro Zarco Bohórquez, de 6).
Finalmente, he encontrado un padrón del que no sé su fecha exacta pero calculo que debe de datar de 1860 o 61:
En él no aparece la hija menor, que aún no habría nacido. Sin embargo, figura un niño llamado Emilio que habría nacido después de Marina y antes que Sixto. Si el dato no es incorrecto, este niño debió de morir poco tiempo después.