En enero de 1953 la Compañía Eléctrica de la Sierra detectó un fraude en el consumo de electricidad por parte de un empresario de Ubrique que, además era reincidente. Copio la carta de denuncia que se elevó al inspector jefe de la Delegación de Industria de Cádiz (ocultaré nombres propios con siglas ficticias):
Ilust. Sr.
Tengo el honor de poner en conocimiento de V. S. que por notar anormalidades en el sector de la [ZZZ] de Ubrique, fue practica una inspección por dos empleados de esta Empresa y el Inspector para la represión del fraude que esa Delegación tiene nombrado en Ubrique, siendo observado en la instalación de [XXX], Fábrica [YYY] unos puentes en el cuadro de distribución entre la red para el suministro de luz y el de fuerza, afectando a los contadores y haciéndolo funcionar en marcha contraria, al entrar la corriente en sentido inverso al normal; estableciendo también una derivación entre el cero y otro hilo a tensión de 220 volts.
Todo ello representaba un gran perjuicio en las instalaciones de los abonados que toman fluido de aquella línea y un quebranto económico de importancia para esta empresa.
Por todo ello, solicitamos de esa Delegación de Industria que a la vista del acta que se levante y cuantos datos crea oportuno conocer abra expediente sobre el asunto y mientras tanto se proceda al corte del suministro, teniendo en cuenta que dicho abonado fue sorprendido en fraude en varias ocasiones y que la citada industria pose un grupo electrógeno, por lo que no repercutiría en perjuicio para el personal que trabaja en dicha Fábrica.
En junio de 1954 uno de los directores de la compañía escribía a su oficina en Ubrique indicando qué se debía hacer sobre otro fraude detectado: “existen dos caminos. O bien llamarlo y hacerle pagar la cantidad que se crea conveniente y poner contador o bien rellenar un acta y mandarla a Cádiz”. La empresa quería resarcirse de alguna, pero no sancionando al defraudador porque no podía por ley. Recomendaba “llamar a capítulo al interfecto y amenazarlo con la delegación, corte de fluido, acta…”.
Por las mismas fechas se detectó otro fraude en otra fábrica de Ubrique (no de marroquinería). El empresario acusó por carta a un empleado (sin mencionar su nombre) y pidió perdón asegurando que no iba a ocurrir más.
