Los empresarios de Ubrique siempre han sido ingeniosos, y gracias a eso han prosperado. En torno a 1924 un industrial marroquinero ubriqueño pensó en la conexión mental que podría establecer un fumador entre sacar un cigarrillo de su pitillera y encenderlo con un fósforo en cuya caja estuviera anunciada precisamente una empresa vendedora de pitilleras…El fumador, al ver el anuncio una y otra vez al encender sus cigarros, podría pensar, consciente o inconscientemente: “la próxima pitillera me la compro de estas”.
Eso es lo que deduzco del documento que reproduzco a continuación, si bien debo confesar que no lo entiendo bien (reconozco que en la comprensión de las operaciones comerciales soy un lerdo). Por lo que parece, un industrial marroquinero quería hacer una venta al por mayor de 3000 pitilleras más 3000 monederos cuyo importe total era de 6750 pesetas, pero quiso cobrar en efectivo solo 2750 pesetas y el resto (4000) entiendo que lo quería percibir mediante dos millones de anuncios en cajas de cerillas. Ahora bien, no entiendo lo de las 14000 y las 4000 pesetas…
Los anuncios se contrataban en la Compañía Arrendataria de Fósforos (productora de la caja que se ve en la cabecera) y los precios eran estos:
El mínimo a contratar en cada una de las caras de las cajas de cerillas era de 100 000 anuncios, que empezarían a aparecer a partir del tercer mes de firmado el contrato. El anunciante recibiría un primero un boceto que debería pagar, aunque la empresa le garantizaba que no costaría más de 25 pesetas. Por lo demás, si el costo de la publicidad excedía de 2000 pesetas se podrían conceder bonificaciones en concepto de aumento de tirada.
