viernes, 19 diciembre 2025

Sobre el Padre Manuel Cerón Romero, los zepelines y la liturgia

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El dibujo que ven sobre estas líneas forma parte de un cuaderno escolar del niño ubriqueño Manuel Cerón Romero cuando era alumno, en los años 30 del siglo pasado, del Instituto de Segunda Enseñanza de Cádiz. Esta es otra de las láminas del cuaderno:

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Al pie de ella se lee el nombre del chaval y la fecha. El mes es XII, el día no lo identifico, y del año solo veo 93, faltándome la última cifra, pero la web de compraventa de la que he tomado estos dibujos asegura que es 1936. (Aunque Historias de Ubrique no es una página publicitaria, como compensación por haber tomado estos dibujos doy la dirección del vendedor: ALPIGRA | Tienda en todocoleccion).

Si los dibujos son de diciembre de 1936, el niño tendría 13 años, ya que había nacido en Ubrique el 24 de diciembre de 1923. Esto lo dijo el boletín oficial del Obispado de la Diócesis de Cádiz y Ceuta (año CLII, enero-febrero 2006, número 2556) a raíz del fallecimiento de nuestro protagonista, acaecido en Cádiz el 5 de enero de 2006, cuando contaba 82 años de edad.

La razón de que su necrológica la publicara un boletín de la Iglesia es que Cerón era presbítero de la mencionada diócesis. Había hecho sus estudios eclesiásticos en el Seminario Diocesano de San Bartolomé y en la Facultad de Teología de Granada. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de junio de 1947 en la Parroquia de San Lorenzo, de Cádiz, y ejerció de Maestro de Ceremonias de la Catedral de Cádiz, de Oficial de la Secretaría del Obispado y de Beneficiado de la Catedral de Cádiz. Este ultimo cargo lo alcanzó por oposición en 1948, según se desprende de un Boletín Oficial del Estado de diciembre de ese año.


Los zepelines

En ambos dibujos se repite el motivo principal: un labrador descansa de sus ocupaciones para mirar algo que está al frente o arriba. En la segunda lámina no está claro qué mira porque quizá la imagen sea un fragmento, pero en la primera es evidente: está observando dos aviones (uno es claramente un biplano) y un dirigible Zeppelin (además se ven varios pájaros).

¿En qué se inspiraría el niño? ¿Vería un zepelín de verdad o solo en pintura? Es probable que lo viera de verdad, porque el 18 de diciembre de 1934 un Graf Zeppelin sobrevoló Sevilla, Jerez, El Puerto y Cádiz llevando a bordo al jefe del gobierno de entonces, Alejandro Lerroux. Según Diario de Jerez, la aeronave estuvo escoltado por dos escuadrillas de aviones de la base aérea sevillana de Tablada. (¿Serían los biplanos que se ven en el dibujo del niño parte de esa escuadrilla?). El acontecimiento causó una extraordinaria animación en las ciudades mencionadas. Así plasmó la noticia el Mundo Gráfico del 26 de diciembre de 1934:

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El Graf Zeppelin fue el mayor dirigible alemán de su época, solo superado posteriormente por el Hindenburg, que por cierto explotó accidentalmente en Estados Unidos en mayo de 1937 debido a que los alemanes inflaban estas aeronaves con hidrógeno en vez de con helio por falta de este gas. El siniestro fue radiado en directo y la grabación es uno de los más emotivos documentos de la historia de la radio:

El desastre motivó que Hitler pusiera fin a la construcción de este tipo de aeronaves con fines comerciales.

Por otra parte, a menos que los temas de los dibujos fueran obligatorios en el Instituto, se ve que al niño le gustaban otros medios de transporte, a juzgar por este otra lámina:

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Las tres láminas llevan estampado sello que dice: “Presentado a examen – Clase de Dibujo – Instituto Nacional de 2ª Enseñanza – Cádiz”.


La liturgia

El autor José Antonio Hernández Guerrero publicó en Ecos de la Bahía (Universidad de Cádiz, 2007) una semblanza necrológica del Padre Cerón en la que dice que este vivió sus últimos años en el Hospital de San Juan de Dios y que había sido profesor de Latín del Seminario Conciliar de San Bartolomé de Cádiz. Sobre su forma de vivir su sacerdocio católico, extraigo este párrafo:

Hombre extraordinariamente concienzudo, interpretó y vivió la disciplina litúrgica como un escrupuloso compromiso con las normas de la Iglesia y, sobre todo, con un espíritu de fidelidad a unos ritos que expresan de manera concreta la eclesialidad universal de la celebración de los sacramentos y, singularmente, de la Eucaristía. Tanto sus palabras como sus gestos constituían la manifestación clara de sus altos niveles de autoexigencia. “La liturgia –repetía una y otra vez– es la fuente más importante de espiritualidad cristiana y el camino más directo para encontrarnos con Cristo.

Al parecer, le disgustaba que se prestara poca atención a la liturgia de las horas, “esa ‘escuela de oración’ en la que, mediante la recitación de los salmos que nos dejó el Antiguo Testamento, y a través de la entonación de los himnos que nacieron en el curso de la historia de la Iglesia, nos hacemos portavoces de la humanidad e, incluso, de los demás seres de la naturaleza”, según Hernández Guerrero.

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