jueves, 2 mayo 2024

Otro mito pseudocientífico: la sal cristalina del Himalaya

Al azar

Leo en una web (de la que no daré en enlace porque no quiero contribuir al desarrollo de la pseudociencia) que un famoso “doctor”  de medicina natural que tiene una página de las más visitadas del mundo (ahora me explico mejor por qué al mundo le va tan mal) dice que la sal cristalina del Himalaya es fantástica, ofreciendo entre otros esos beneficios:

  • Regula el sueño al ser un hipnótico natural (¡coño!, entonces los que vayan a conducir que no le echen esta sal a sus comidas).
  • Regula la presión sanguínea (claro que la regula; tomen mucha sal de esta –o de cualquier otra– y verán cómo su tensión se le pone por las nubes y los lleva pronto al Cielo).
  • Reduce la tasa de envejecimiento (probablemente porque nos mantiene en conserva, como las anchoas y la mojama).
  • Contribuye a la generación de energía hidroeléctrica en las células del cuerpo (¡hostia!, ¡energía hidroeléctrica, como en los embalses!).
  • Mantiene la libido (¡guauuuuu!).

Dice este sabio “doctor” que la sal refinada de mesa que tomamos no es muy buena porque contiene “un 97,5 % de cloruro sódico y un 2,5% de elementos químicos como absorbentes de humedad y yodo”. ¡Cuidado! ¡Malo! ¡Hay elementos químicos sueltos en la sal! ¡Hay que acabar con el “elemento químico”! (excepto el Na y el Cl de la sal del Himalaya, claro).

Sin embargo, alaba el el “doctor” de la sal del Himalaya que tiene 250 millones de años, que contiene los “84 elementos que se encuentran en nuestro cuerpo” y que ” tiene el grado más puro de sal natural”. Este doctor no tiene ni idea de química, de elementos químicos, de compuestos, de pureza… Pero con su verborrea pseudocientifica engaña a la gente y vende su sal. El charlatanismo siempre funcionó muy bien. Nos tragamos todo lo que nos venden como supuesta panacea al igual que se lo tragaba la gente de la Edad Media que tan estúpida creemos. Con una diferencia: su ciencia era la cienmilésima parte de la nuestra.

Miren qué otras perlas produce esta ostra:

  • los cristales de esta sal poseen una perfecta estructura cristalina;
  • son inmunes a las radiaciones electromagnéticas;
  • no tienen fecha de caducidad.

En fin, ¿para qué seguir?

Vamos ahora con la ciencia

La sal del Himalaya es un producto de moda. Según la Wikipedia, contiene un 98 % de cloruro sódico; es decir, menos que la sal refinada, que tienen algo más del 99%. Ciertamente, el 2 % son oligoelementos. Pero no contiene más que la sal marina de toda la vida, que solo contiene un 86 % de cloruro sódico y el resto son iones sulfato, magnesio, calcio, potasio, bicarbonato, bromuro, borato, estroncio, fluoruro y oligoelementos.

Vivimos en un país rodeado de ingentes cantidades de sal marina. Pero lleno de ingenuos que se creen todo lo que les cuentan.

Lo único bueno de todo esto es que la naturaleza se está valiendo de la mentalidad anticientífica equilibrar un poco la balanza comercial de los habitantes del Himalaya, que estarán vendiendo sal a espuertas. Aprovechen, pues no tardará en llegar otro “doctor” que afirme que la mejo sal es la que segregan las axilas de los coleópteros del Alto Karabaj.

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