A primeros de este año una serie de potentes terremotos sacudieron la costa oeste de Japón, causando tragedias humanas (más de 60 muertes) y materiales. El más fuerte ocurrió en la prefectura de Ishikawa el 1 de enero. Con una magnitud de 7,6, fue el de más intensidad en un siglo. Causó casi 150 réplicas en la península de Noto, incluida una de magnitud 6,2.

Aparte de derrumbamientos de edificios y otras estructuras materiales, uno de los efectos más llamativos ha sido que la tierra avance hacia el mar hasta casi 250 metros en algunos puntos debido al levantamiento de fondos marinos. Esto ha provocado la ampliación de algunas playas y el completo aterramiento de algunos puertos, que han dejado temporalmente inutilizables. Las imágenes son muy elocuentes.

Terremotos en Japón
Japón es uno de los países más propensos a sufrir terremotos porque se asienta sobre cuatro placas tectónicas convergentes que chocan constantemente entre sí. La mayoría de los temblores los provoca la placa del Pacífico, frente a la costa este, que se desliza debajo de otra placa. Esta subducción fue la causa del terremoto más grande jamás registrado en Japón, de magnitud 9,1, que sacudió la región de Tohoku en 2011 y provocó un enorme tsunami.

Los terremotos de Ishikawa responden a un mecanismo diferente al de los que ocurren en el lado oriental de Japón. Aquellos los provocan fallas dentro de la propia placa debido a la presión al chocar con otra placa.
Por otro lado, el hecho de que haya habido tantas réplicas al terremoto principal se debe a que probablemente se produjeron múltiples fallas a lo largo de una línea de 150 kilómetros de longitud debajo de la península de Noto.

