viernes, 19 abril 2024

¿Los nootrópicos aumentan la inteligencia?

Al azar

Silvia Blanco Durán »

Los nootrópicos son sustancias que potencian o estimulan ciertas capacidades mentales como la cognición, la memoria, la atención, la concentración, la motivación, el aprendizaje y en general muchas de las funciones relacionadas con la inteligencia.

Esta palabra, que deriva del griego (nous = mente y tropos = dirección), hace referencia, en primer lugar, a componentes de origen natural encontrados en alimentos y plantas como: vitaminas (B), aminoácidos (fenilalanina, piroglutamato), hormonas (DHEA, pregnenolona), los flavonoides que se obtienen de las hojas del ginkgo biloba… La mayoría de ellos se utilizan como suplementos alimenticios y su adquisición es relativamente fácil en tiendas especializadas.

Sin embargo, los que ocupan hoy nuestra atención debido a la polémica que se ha generado en torno a su uso no terapéutico son las llamadas drogas inteligentes (smartdrugs). Este tipo de potenciadores cognitivos fueros creados artificialmente con el objetivo de proporcionar tratamiento médico a personas con dificultades a la hora de producir mecanismos cognoscitivos por la degradación de su sistema nervioso (en el caso de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson), para casos de déficit de oxígeno (prevención de la hipoxia), para tratar trastornos de TDHA (déficit de atención o hiperactividad) o de narcolepsia.

Medicamentos como el Adderall, Ritalin, Nootropil, Piracetam, Modafinil… han encontrado otra cuota de mercado en aquellos individuos que desean aumentar o potenciar sus cualidades mentales ya sea en el ámbito académico, profesional o simplemente en su vida diaria.

¿Cómo funcionan?

Los nootrópicos son sustancias psicoactivas, es decir, intervienen en la parte estructural del sistema nervioso central susceptible de ser alterada de forma física o química modificando su actividad normal. Dado que el cerebro es el órgano encargado de llevar a cabo los procesos cognitivos en el organismo, se produce un incremento en la efectividad de los procesos mentales mencionados anteriormente.

En general, su función es la de aumentar la producción de neurotransmisores (biomoléculas que transmiten la información de una neurona a otra) mediante el aporte de precursores y cofactores necesarios para su síntesis. Mientras que su déficit puede dar lugar a una mayor dificultad para la concentración, razonamiento retardado, disminución de la eficacia de aprendizaje, problemas de memoria, coordinación y fatiga mental; altos niveles de dopamina, acetilcolina o serotonina se asocian con frecuencia a mejoras en la capacidad de concentración, cálculo, memoria, creatividad y además disminuye el riesgo de depresión.

Otra de las cualidades asociadas a estas sustancias es la de aumentar el aporte de oxígeno destinado al cerebro y proteger y estimular el crecimiento nervioso.

Efectos secundarios

Gran parte de la popularidad que han obtenido este tipo de medicamentos a lo largo del tiempo se debe a sus escasos efectos secundarios dado su bajo poder tóxico. Incluso los nootrópicos más potentes carecen relativamente de dichos efectos cuando se toman en dosis normales, puesto que la mayoría de los problemas relacionados con ellos no proceden de su consumo sino de adulteraciones o usos inadecuados.

La diferencia entre las drogas que tradicionalmente se utilizan para obtener efectos potenciadores similares, como la cocaína o el MDMA (éxtasis), radica en que esta nueva generación de sustancias no parece tener efectos perjudiciales significativos sobre la salud del individuo y, en contraposición con el LSD o la mescalina, permite al sujeto desempeñar sus funciones sociales y laborales con normalidad.

Por supuesto, la adicción es uno de los riesgos que conlleva introducir cualquier elemento en el organismo que modifique sus funciones naturales pero de momento es equiparable, en cierta medida, al consumo que se realiza de cafeína y nicotina para interferir en determinados estados mentales (como la somnolencia o la ansiedad).

La ética de la llamada “neurología cosmética”

Ante la posibilidad, perfectamente factible, de mejorar nuestra cognición de forma cuantitativa con la simple toma de un fármaco sin apenas efectos secundarios, ¿quién no lo tomaría antes de un examen importante, una entrevista laboral, o para impresionar a alguien con tu inteligencia?

La aparición del término «neurología cosmética» se remonta al año 2004 y describe la práctica de utilizar medicamentos creados para diversas afecciones y trastornos diagnosticados con el fin de potenciar las habilidades cognitivas y mentales del sujeto.

En una sociedad como la actual donde el impulso individual de automejora en tan fuerte, tanto en ámbito estético como espiritual solamente era cuestión de tiempo el encontrar recursos que permitieran un incremento de las cualidades intelectuales.

Es posible estar sano y rendir de forma adecuada en cada una de las tareas que nos plantean diariamente pero en una cultura obsesionada por los resultados, la rapidez y la eficiencia esto no es suficiente. El envejecimiento progresivo de la población, la competencia laboral y la falta de tiempo para poder desarrollar cualquier tipo de cometido que se nos encomiende hace que la perspectiva de un incremento en las habilidades cerebrales que permiten una mejora del intelecto sea del todo atractiva, cuanto menos.

Los antecedentes de este tipo de planteamiento se remontan mucho tiempo atrás cuando reconocidas figuras de la política, cantantes o literatos, consumían las más diversas drogas para alcanzar mejores resultados en el ámbito estrictamente intelectual. La diferencia entre los nootrópicos recientemente acuñados y los tradicionales es que a través de investigación médica se ha conseguido aumentar su potencia disminuyendo los riesgos asociados a su ingesta prolongada.

En la actualidad los campus universitarios se han convertido en el caldo de cultivo propicio para la instauración esta nueva era de “esteroides cerebrales”. Medicamentos como Ritalin y Adderall son los favoritos entre los estudiantes que se someten a sesiones maratonianas de estudio mientras que Piracetam está más ligado al pensamiento abstracto y habilidades lingüísticas por lo que fomenta la creatividad en los artistas.

De todas formas, si bien existe un rechazo generalizado dentro de la sociedad a la utilización de sustancias que otorgan ventajas físicas a los competidores de cualquier deporte, en el ámbito académico estas consideraciones éticas no son tan contundentes.

Según la doctora Martha Farah, directora del Centro de Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Pennsylvania, la analogía producida entre la toma de nootrópicos y el dopaje deportivo es engañosa puesto que en dichos eventos lo que prima es la competencia, se trata de ser el mejor en su categoría mientras que en el ámbito académico, ya sea de estudiante o investigador la competencia es secundaria. El objetivo principal es tratar de aprender cosas para obtener una mejor experiencia, escribir artículos, hacer experimentos…

En palabras del neurólogo Anjan Chatterjee:

Es correcto que hay una analogía adecuada con la cirugía plástica. En una sociedad de consumo como la nuestra, si la gente está bien informada sobre los riesgos y beneficios de los potenciadores cerebrales, pueden tomar sus propias decisiones acerca de cómo cambiar sus mentes, al igual que puede tomar sus propias decisiones acerca de la conformación de su cuerpo.

Es difícil, pues, argumentar la frivolidad de la neurología cosmética, que con el tiempo puede llegar a ser tan aceptable como la cirugía estética.

La otra cara de la moneda

Una de las voces que se alzan en contra de esta controvertida panacea es la del biólogo evolutivo Jonathan Eisen, de la Universidad de California, quien en una reciente entrevista se muestra escéptico hacia lo que él denomina burlonamente «dopaje cerebral». Según declara: «Es extraño para mí que la gente está tomando estos medicamentos para solicitar subvenciones«.

Según plantea Francis Fukuyama en su libro Nuestro futuro posthumano: Consecuencias de la revolución de la biotecnología, “el propósito original de la medicina es curar a los enfermos, no convertir a las personas sanas en dioses».

Una de las posibles consecuencias de la masificación del uso de este tipo de sustancias es la ampliación de la brecha existente entre aquella parte de la población que tiene acceso a los medicamentos y la que no.

Y según escribieron la Dra. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas de Estados Unidos, y James Swanson, de la Universidad de California en Irvine, en una carta a la revista Nature:

A pesar de que los estimulantes y otros potenciadores cognitivos están diseñados para su uso clínico legítimo, la historia predice que la mayor disponibilidad conducirá a un aumento de la desviación, mal uso y abuso. […] Entre los estudiantes de secundaria, el abuso de medicamentos con receta sólo es superado por el consumo de cannabis.

En definitiva no es probable que se prohíba la utilización de potenciadores cerebrales pues ya hay demasiadas personas que practican su consumo y además tienden a pertenecer a un status privilegiado y con un buen nivel educativo pero si se masifica su uso dentro de la sociedad se plantea un inquietante interrogativo resumido perfectamente en las palabras del Dr. Chatterjee:

Se puede imaginar un escenario en el futuro, cuando usted está solicitando un trabajo, y el empleador dice:»Claro, usted tiene el talento para esto, pero le pedimos que tome Adderall”. Ahora, tal vez usted empiece a preocuparse por las implicaciones éticas.

¿Realmente aumentan la inteligencia?

A la hora de hablar de sustancias nootrópicas es importante mantener un tono realista que permita diferenciar entre la fantasía de inteligencia sobrehumana y potenciación de las cualidades cerebrales que posee cada individuo de forma natural.

Si bien con su consumo no se va a obtener un incremento cualitativo a nivel intelectual lo que sí es cierto es que se va a poder disponer de las herramientas cognitivas propias durante lapsos de tiempo más prolongados, por lo que el rendimiento final del sujeto va a ser muy similar al que obtendría en unas condiciones optimas o ideales (difícilmente alcanzables en la vida real y mucho menos sostenibles en el tiempo).

Esta capacidad para mantener un estado emocional propicio para el trabajo intelectual productivo es en realidad la clave del aumento de memoria, cognición, atención, aprendizaje… a la que nos hemos referido al principio. Incremento que se traduce en la capacidad e trabajar más horas sin dormir, realizar las tareas encomendadas el doble de rápido, una mayor eficacia, mejora de la gestión, creación de herramientas estratégicas mejores y más creativas…

En definitiva, es cierto que la mayoría de nootrópicos son comúnmente recetados por médicos y son asequibles en cualquier establecimiento farmacéutico pero su uso se restringe habitualmente a pacientes con dolencias relacionadas con alzhéimer o TDHA, no al de estudiantes en época de exámenes.

Estos medicamentos en ningún caso han sido diseñados para incrementar las habilidades cognitivas por lo que su utilización fuera de su función terapéutica no tiene la aprobación del fabricante del fármaco o de las autoridades sanitarias.


Para saber más

Para la ampliación de datos técnicos relacionados con la composición y funciones de los diferentes nootrópicos se recomienda la visita a la Wikipedia, teniendo en cuenta que su carácter divulgativo está por encima de su perfección académica.

La mayor parte de las opiniones de expertos en el campo de la medicina citados proviene de dos artículos publicados en New York Times: Brain Enhancement Is Wrong, Right? y The New Yorker: Grain Gail. 

Para más información más exhaustiva acerca de sustancias nootrópicas se sugiere la lectura del texto monográfico Drogas inteligentes: plantas, nutrientes y fármacos para potenciar el intelecto, de Juan Carlos Ruiz Franco.

Por último se comenta también la existencia del libro The Dark Fields, de Alan Gylnn, cuyo argumento gira en torno al descubrimiento por parte de un ciudadano anónimo de este tipo de drogas e ilustra un caso hipotético de las posibles complicaciones que acarrea el consumo de las mismas. (Posteriormente se produjo su adaptación cinematográfica bajo el titulo Limitless (Sin límites, en España), película dirigida por Neil Burger, con Bradley Cooper, Abbie Cornish y Robert De Niro como protagonistas).

Este es uno de los carteles promocional de la película. Por supuesto el NZT no existe pero como hemos podido comprobar la idea de lo que puede llegar a hacer una sustancia de este tipo no pertenece completamente al plano de la ficción.

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