jueves, 16 mayo 2024

Pronto será una nueva moda: plantas de interior bioluminiscentes

Al azar

Empieza la moda de tener en hogares y jardines plantas modificadas genéticamente que brillan si cesar. En Estados Unidos va a ser especialmente popular una petunia (Petunia hybrida) que emite luminiscencia verde tenue. Dentro de dos meses se van a poner a la venta 50000 de estas «petunias luciérnaga».

Esta planta tiene tales propiedades que su bioluminiscencia puede ser apreciada a simple vista. La bioluminiscencia se debe a reacciones químicas que se producen dentro de las células.

Hace algún tiempo se había comprobado la bioluminscencia inducida en una planta de tabaco (Nicotiana tabacum ) en la que se había insertado el gen de la luciferasa de las luciérnagas (Photinus pyralis). En aquel momento, el objetivo era aprender los conceptos básicos de la expresión genética, y los biólogos vegetales todavía utilizan esta herramienta en la actualidad. Pero enseguida se pensó en obtener un partido decorativo (comercial) a los resultados de estos experimentos.

La petunia luciérnaga brilla intensamente gracias a un grupo de genes del hongo bioluminiscente Neonothopanus nambi. Este hongo alimenta su reacción de emisión de luz con la molécula de ácido cafeico. Al insertar los genes del hongo en la petunia, la planta produce enzimas que pueden convertir el ácido cafeico en la molécula emisora ​​de luz luciferina y luego reciclarla nuevamente en ácido cafeico, lo que permite una bioluminiscencia sostenida. La planta brilla más si está sana y recibe suficiente luz solar.

Por eso, se está pensando en usar la bioluminiscencia para conocer el estado de salud de las plantas. De hecho, los investigadores creadores de la petunia luciérnaga están desarrollando actualmente plantas que utilicen el sistema de la luciferasa de los hongos para comunicarse cuando estén estresadas ​​o infectadas por un virus, de modo que en un futuro podría ser posible que los agricultores reciban información precoz sobre los problemas de sus cultivos a través de satélites o drones.

Estos investigadores creen que las posibilidades de que los genes modificados se propaguen a otras plantas nativas y alteren los ecosistemas son mínimas.


Referencia

DOI: https://doi.org/10.1038/d41586-024-00383-3

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