El 18 de noviembre de 2023, la compañía SpaceX lanzó su cohete Starship desde una plataforma en Boca Chica, Texas. Este cohete, el más grande y poderoso jamás construido, sufrió dos explosiones masivas: la primera, aproximadamente a 90 kilómetros sobre el Golfo de México, y la segunda, a unos 150 kilómetros de altitud, cuando se activó el mecanismo de autodestrucción de la segunda etapa.
Estas explosiones causaron una de las perturbaciones más grandes jamás detectadas en la ionosfera, en una capa de la parte superior de la atmósfera terrestre. Según un estudio publicado en Geophysical Research Letters, el «agujero» creada en la ionosfera se extendió pormiles de kilómetros y duró casi una hora. La magnitud de la perturbación fue inesperada, lo que indica que aún no se comprenden completamente los procesos que ocurren en la atmósfera. Estas perturbaciones podrían tener implicaciones para futuros vehículos autónomos que dependan de la navegación por satélite precisa.
Ionosfera y ondas de choque
El equipo investigó cómo estas explosiones afectaron a la ionosfera, que es una zona atmosférica que se extiende desde aproximadamente 50 a 1000 kilómetros sobre el nivel del mar y donde la radiación solar ioniza algunos de los componentes del aire. Estos procesos afectan a la propagación de las ondas de radio enviadas por los satélites de navegación global. Cambios en la proporción de moléculas ionizadas alteran las velocidades de estas ondas, lo cual puede ser medido en tiempo real comparando diferentes frecuencias.
Analizando datos de más de 2500 estaciones terrestres en América del Norte y el Caribe, los investigadores encontraron que las explosiones del Starship generaron ondas de choque que viajaron más rápido que la velocidad del sonido, creando una región de atmósfera neutral o «agujero» en la ionosfera durante casi una hora. Esta brecha se extendió desde la península de Yucatán en México hasta el sureste de los Estados Unidos.
El estudio señala que las explosiones fueron significativamente más impactantes que otros eventos, como la caída de un meteorito en Chelyabinsk, Rusia, en 2013, aunque no tan grandes como las causadas por la erupción de un volcán en Tonga en 2022. Este tipo de perturbaciones en la ionosfera puede afectar no solo a la navegación por satélite, sino también a las comunicaciones y a la radioastronomía. A medida que aumenten las frecuencias de lanzamiento de cohetes, estos efectos podrían convertirse en un problema mayor.
Más información
Yasyukevich, Y. V. et al. Geophys. Res. Lett. 51, e2024GL109284 2024).

