viernes, 19 diciembre 2025

Flujos de lodo: un fenómeno destructivo debido a la lluvia tras un incendio forestal

Al azar

Tras los incendios forestales devastadores puede ocurrir un grave peligro: las inundaciones y flujos de lodo provocados por intensas lluvias. Lo explica en The Conversation Jen Pierce, profesora de Geociencias en la Universidad Estatal de Boise, Estados Unidos.

Los flujos de lodo, también llamados coladas detríticas o de fango, son los tipos más rápidos de corrimientos de tierra, pudiendo alcanzar los 80 km/h. Son corrientes rápidas y destructivas de agua, ceniza, sedimentos y rocas que pueden arrasar con todo a su paso. Estas corrientes pueden trasladar enormes cantidades de material en cuestión de minutos.

Las condiciones que facilitan la formación de estos peligrosos flujos están directamente relacionadas con los incendios. Cuando un fuego severo consume una ladera, las temperaturas pueden superar los 550 °C, destruyendo completamente la vegetación y dejando el suelo cubierto de ceniza. Además, el calor intenso quema la superficie del suelo, formando una capa hidrofóbica que impide la absorción de agua. Como resultado, la lluvia no se filtra, sino que fluye rápidamente cuesta abajo, mezclándose con la ceniza y los sedimentos para formar un lodo espeso y móvil.

Este flujo se desplaza inicialmente en arroyos que se unen para formar corrientes más grandes, incrementando la velocidad y el volumen del material transportado. Debido a su alta concentración de partículas finas, los flujos de lodos se comportan más como cemento líquido que como agua corriente, lo que les permite arrastrar rocas y árboles con facilidad. Incluso automóviles.

Un ejemplo trágico de este fenómeno ocurrió en enero de 2018 en Montecito (California, EE. UU.), cuando un fuerte aguacero, pocas semanas después de un gra incendio, provocó un flujo de lodos que se cobró la vida de 23 personas y destruyó cientos de viviendas.

Modelos predictivos

Los científicos del Servicio Geológico de EE. UU. han desarrollado modelos predictivos para estimar dónde y cuándo podrían ocurrir estos fenómenos. Factores clave como la topografía, la severidad de la quema, la intensidad de la tormenta y las características del suelo influyen en la probabilidad de un flujo de lodos. En general, cuencas con pendientes superiores a 23° y suelos ricos en arcilla y cenizas presentan mayor riesgo. Incluso lluvias moderadas pueden desencadenar estos eventos en zonas quemadas recientemente.

El aumento de la población en áreas propensas a incendios y el cambio climático están exacerbando el problema. Entre 2000 y 2019, el número de personas que viven a menos de 5 km de zonas quemadas se duplicó en EE. UU. Además, se ha determinado que el incremento en incendios forestales en California está vinculado al cambio climático. A medida que el planeta se calienta, la atmósfera retiene más humedad, lo que intensifica las precipitaciones. En California, se espera que la intensidad de las lluvias aumente en un 18 %, lo que duplicaría la probabilidad de grandes flujos de lodos.

Los estudios indican que en el oeste de EE. UU., la cantidad de sedimentos transportados tras incendios aumentará en más del 10 % en la mayoría de las cuencas hidrográficas. Además, incluso sin lluvia, los terrenos quemados pueden ser inestables. En 2021, un pequeño deslizamiento de tierra en Pacific Palisades dividió una casa en dos, debido a la erosión postincendio.

Estos procesos han moldeado el paisaje terrestre durante miles de años, pero la creciente urbanización y la intensificación de fenómenos climáticos extremos hacen que los flujos de escombros sean un peligro creciente para las comunidades. Es esencial que los planificadores urbanos y los responsables de emergencias tomen en cuenta estos riesgos y desarrollen estrategias de mitigación.

Relacionados

Dejar un comentario

Lo más visto últimamente

Lo más visto desde siempre

Descubre más desde TRIPLENLACE

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo