viernes, 19 diciembre 2025

Las chinches fueron la primera plaga urbana de la historia

Al azar

Según un artículo publicado por Rodrigo Pérez Ortega en Science, mucho antes de que las ratas infestaran las alcantarillas y las cucarachas merodearan por las cocinas, otra criatura ya se había convertido en un huésped indeseado de las civilizaciones humanas. Un nuevo estudio genómico publicado en Biology Letters sugiere que las chinches de cama (Cimex lectularius), esos insectos hematófagos que hoy tememos encontrar en hoteles, podrían haber sido las primeras plagas urbanas de la historia, conviviendo con los humanos desde hace decenas de miles de años.

Aunque algunas voces discrepan sobre si las chinches pueden reclamar ese título sin discusión, el estudio genético liderado por Warren Booth, biólogo evolutivo del Instituto Politécnico de Virginia, aporta evidencia contundente sobre la larga y problemática relación entre estos insectos y los humanos.

De los murciélagos a nosotros

Las chinches actuales dependen de nosotros —y de nuestra sangre— para sobrevivir, pero en sus orígenes se alimentaban exclusivamente de murciélagos. Según las pistas genéticas, hace unos 245 000 años, algunas chinches saltaron de los murciélagos a los primeros humanos, dando origen a dos linajes distintos: uno que siguió alimentándose de murciélagos, y otro que nos siguió hasta nuestras viviendas modernas.

Booth y su equipo analizaron los genomas completos de 19 chinches comunes de la República Checa: 10 del linaje que aún se alimenta de murciélagos y 9 del linaje humano. Comparando las mutaciones en su ADN y modelando las fluctuaciones poblacionales a lo largo del tiempo, encontraron que la población de chinches asociada a murciélagos ha ido disminuyendo durante más de 60 000 años. Por su parte, el linaje humano también decayó inicialmente, pero repuntó hace unos 13 000 años, y de nuevo hace unos 7000 años, coincidiendo con importantes cambios en el estilo de vida humano.

La domesticación del hábitat… y de las chinches

Los investigadores sugieren que eventos climáticos fríos pudieron causar el declive inicial de las chinches, pero cuando los humanos pasaron de ser nómadas a sedentarios, estos insectos encontraron un entorno ideal para prosperar. El siguiente gran impulso ocurrió hace 7000 años, con el surgimiento de las primeras ciudades, como Sumer (actual Irak) y Cucuteni–Trypillia (actual Ucrania y Moldavia).

Esto convierte a las chinches en candidatas firmes al título de primera plaga urbana, ya que dependen exclusivamente de los humanos, a diferencia de otras especies como la cucaracha alemana (Blattella germanica), que se adaptó al entorno humano hace apenas 2000 años, o la rata negra (Rattus rattus), cuya convivencia con nosotros comenzó hace unos 5000 años.

Un caso evolutivo muy interesante

A pesar de cierta cautela por parte de otros expertos, como Veera Singham o Coby Schal, hay consenso en que las chinches son uno de los primeros casos documentados de plaga adaptada a estructuras humanas. Además, su evolución nos habla de una sorprendente capacidad de adaptación: las chinches que viven con humanos hoy en día son más pequeñas, menos peludas y tienen patas más grandes que sus parientes cavernícolas, lo que las ayuda a desplazarse por paredes lisas y sábanas sintéticas.

Y no es todo: el equipo descubrió múltiples mutaciones genéticas relacionadas con la resistencia a insecticidas, reflejo de las presiones modernas del control de plagas.

Una relación que aún nos acompaña

Entender cómo las chinches han co-evolucionado con nosotros puede ayudar a mejorar las estrategias de control, especialmente en un mundo cada vez más urbanizado. Hoy incluso se alimentan del ganado avícola, y algunas personas desarrollan alergias graves a sus picaduras. Booth y su equipo ya están estudiando ejemplares antiguos conservados en museos, con el objetivo de rastrear cómo ha cambiado su ADN a lo largo del tiempo.

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