Una nube iridiscente es un fenómeno atmosférico en el que las nubes muestran colores brillantes y variados, similares a los de un arcoíris. Estos colores pueden incluir tonos de rosa, verde, azul y violeta, y aparecen generalmente en nubes delgadas como los cirros, cirrocúmulos y altocúmulos. Es un espectáculo natural causado por la difracción de la luz en pequeñas gotas de agua o cristales de hielo en las nubes, creando una variedad de colores brillantes y hermosos.
Formación de una nube iridiscente
La iridiscencia en las nubes se forma debido a la difracción de la luz solar o lunar. Aquí te explico el proceso en detalle:
- Partículas uniformes. Las nubes iridiscentes están compuestas por pequeñas gotas de agua o cristales de hielo que tienen tamaños relativamente uniformes.
- Difracción de la luz. Cuando la luz del sol o de la luna pasa a través de estas pequeñas partículas uniformes, se dispersa en diferentes direcciones. Esta dispersión de la luz, llamada difracción, es la que produce los colores visibles.
- Interferencia de la luz. Los colores que se ven son el resultado de la interferencia constructiva y destructiva de las ondas de luz. Esto significa que ciertos colores se refuerzan mientras que otros se cancelan, dependiendo de las condiciones y del tamaño de las partículas en la nube.
- Ángulos específicos. La iridiscencia es más visible cuando el sol o la luna están parcialmente cubiertos por la nube, creando un ángulo adecuado para que se observe el fenómeno desde el suelo.
Factores que influyen en la iridiscencia
- Tamaño de las gotas. Para que ocurra la iridiscencia, las gotas o cristales en la nube deben ser bastante pequeños y tener tamaños similares.
- Posición del sol o la luna. La luz debe atravesar las nubes en un ángulo específico para que la difracción sea visible.
- Grosor de la nube. Las nubes delgadas son más propensas a mostrar iridiscencia, ya que las partículas individuales son más accesibles para la luz difractada.
Nubes iridiscentes y arcoíris
El fundamento de las nubes iridiscentes es análogo al del arcoíris en el sentido de que ambos fenómenos implican la interacción de la luz con las partículas en la atmósfera, lo cual resulta en la descomposición de la luz en varios colores, revelando el espectro visible. Sin embargo, hay diferencias importantes en los mecanismos específicos que producen cada fenómeno.
Los arcoíris se forman por la reflexión, refracción y dispersión de la luz solar en gotas de agua. La luz entra en la gota, se refracta (cambia de dirección), se refleja en el interior de la gota, y luego se refracta nuevamente al salir de la gota, dispersándose en sus colores componentes.
Pero las nubes iridiscentes se forman principalmente por la difracción de la luz solar o lunar en pequeñas gotas de agua o cristales de hielo de tamaños uniformes. La difracción ocurre cuando la luz pasa alrededor de estas partículas y se dispersa en diferentes direcciones.
Por otro lado, las condiciones de observación son diferentes. Para ver un arcoíris, el sol debe estar detrás del observador y las gotas de agua deben estar enfrente, formando un ángulo específico (generalmente 42 grados) con la línea de visión. La iridiscencia en las nubes es más visible cuando el sol o la luna están parcialmente cubiertos por nubes delgadas, y el fenómeno no depende de un ángulo específico tan marcado como en el caso del arcoíris.
La apariencia de ambos fenómenos también es diferente. Como es bien sabido, el arcoíris aparece como un arco multicolor en el cielo, con colores dispuestos en bandas claras y ordenadas. En cambio, en las nubes iridiscentes los colores aparecen como manchas o franjas difusas y a menudo mezcladas, dando una apariencia más irregular y menos estructurada que la de un arcoíris.

