viernes, 19 diciembre 2025

Ciencia española frente al cambio climático: cuatro voces, cuatro caminos

Al azar

En un monográfico de Nature Spotlight dedicado a la ciencia en España, esta revista destaca que España es uno de los países más vulnerables a los impactos del cambio climático, como lo demuestran las devastadoras inundaciones de octubre de 2024 que dejaron más de 200 muertos y enormes pérdidas económicas. Con un calentamiento que supera el promedio mundial y una prevista reducción de las precipitaciones del 20 % para 2050, el país se enfrenta a transformaciones profundas en su economía y ecosistemas.

Cuatro científicos españoles comparten cómo su trabajo busca construir resiliencia ante estos desafíos. Los cuatro resaltan con sus trabajos que hacer frente al cambio climático requiere no solo innovaciones técnicas, sino también transformaciones sociales, económicas y culturales profundas.

Ignacio Lorite: Innovar en la tradición agrícola

Agrónomo en el IFAPA de Córdoba, Ignacio Lorite se centra en proteger los olivos tradicionales de Andalucía, esenciales para la economía rural y para el suministro mundial de aceite de oliva. Mediante experimentos en invernaderos que simulan condiciones futuras —déficit hídrico, altas temperaturas y aumento del CO₂—, Lorite investiga medidas de adaptación, como la selección de variedades más resistentes y nuevas prácticas de riego. También asesora a agricultores sobre cultivos alternativos y nuevas áreas de plantación más al norte, anticipando los cambios climáticos de las próximas décadas. Lorite destaca la necesidad urgente de combinar estrategias a corto y largo plazo, aunque reconoce que cambiar prácticas ancestrales no es fácil para las comunidades rurales.

Cati Torres: Repensar la economía del turismo

Desde la Universidad de las Islas Baleares, la economista ecológica Cati Torres analiza la paradoja del turismo: motor económico que a su vez agrava la crisis climática. El turismo masivo consume enormes recursos —agua, energía y alimentos importados— y contribuye significativamente a las emisiones de carbono de España. Torres critica las soluciones tecnológicas «verdes» promovidas por la economía tradicional y propone un cambio radical: replantear el modelo de desarrollo económico, abandonar el PIB como indicador de bienestar y adoptar un enfoque que respete los límites planetarios. Para ella, sin una transformación profunda del metabolismo social que sostiene al capitalismo, será imposible frenar el cambio climático.

Joaquim Garrabou: Proteger los ecosistemas marinos

Testigo de la primera gran mortandad de vida marina en el Mediterráneo en 1999, el biólogo marino Joaquim Garrabou ha dedicado su carrera a estudiar el impacto del cambio climático en los ecosistemas costeros. Las especies bentónicas, como corales y esponjas, sufren especialmente porque no pueden escapar de las olas de calor marinas. Garrabou advierte sobre la simplificación de los ecosistemas, dominados cada vez más por especies oportunistas. Pese a los compromisos internacionales para proteger el 30% de los océanos, en el Mediterráneo solo un 8% de las áreas están protegidas y muchas carecen de gestión efectiva. Garrabou trabaja directamente con gestores de áreas marinas protegidas, promoviendo prácticas de monitoreo y control que ayuden a reducir las presiones humanas y den a la naturaleza mejores oportunidades de recuperación.

Victoria Reyes-García: Aprender de los pueblos indígenas

Antropóloga en la Universidad Autónoma de Barcelona, Victoria Reyes-García investiga cómo los conocimientos indígenas ofrecen claves para enfrentar las crisis climáticas. Lidera el proyecto LICCI, una red global que documenta cómo comunidades locales perciben e intentan adaptarse al cambio climático. En España, su equipo trabaja con pescadores artesanales y pequeños agricultores que ya están modificando cultivos, prácticas de plantación e incluso abandonando actividades dependientes de la naturaleza. Reyes-García también llama a la autorreflexión dentro de la comunidad científica, mostrando cómo cambios simples —como reducir viajes o ajustar hábitos digitales— pueden disminuir la huella de carbono de la investigación académica.


Fuente: Nikki Forrester, Nature.

Relacionados

Dejar un comentario

Lo más visto últimamente

Lo más visto desde siempre

Descubre más desde TRIPLENLACE

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo