viernes, 19 diciembre 2025

Química de las fumatas de elección de papas

Al azar

Marcos Lorch, profesor de Comunicación Científica y Química, Universidad de Hull escribe en The Consersation un artículo que explica cómo se obtiene el humo que ha de ser claramente negro y el humo que ha de ser claramente blanco para anunciar al mundo, respectivamente, que aún no se ha elegido Papa o que ya se ha hecho. Como es sabido, más allá del misterio del cónclave, lo que verdaderamente despierta la atención mundial es un fenómeno singular: las columnas de humo que emergen del tejado de la Capilla Sixtina.

Orígenes: la quema de las papeletas de votación

La tradición de quemar las papeletas del cónclave para mantener la confidencialidad de las votaciones data del siglo XV. Sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando se instaló una chimenea en la Capilla Sixtina para proteger los frescos de Miguel Ángel del hollín, lo que hizo visible el humo desde el exterior. En ese entonces, el humo no era una señal formal, pero pronto se convirtió en un indicio interpretado por los presentes: si salía humo, aún no había Papa; si no salía, sí lo había.

Ya en el siglo XIX se institucionalizó el uso de humo negro (fumata negra) para anunciar que no se había alcanzado acuerdo, y humo blanco (fumata blanca) para confirmar la elección. Inicialmente, el humo negro se obtenía agregando paja húmeda y alquitrán a las papeletas. Estos materiales producían una combustión incompleta.

La combustión incompleta ocurre cuando no hay suficiente oxígeno o la temperatura es demasiado baja. En este caso, la humedad de la paja absorbía energía térmica, dificultando la ignición completa de los hidrocarburos del alquitrán. El resultado: hollín, o partículas de carbono sin quemar, suspendidas en el aire.

Confusión y evolución química

Durante décadas, el sistema resultó poco fiable. Las fumatas eran difíciles de interpretar: ¿gris oscuro? ¿gris claro? ¿blanco con sombras? Especialmente en 1939 y 1958, las dudas generaron malentendidos globales.

Fue entonces cuando el Vaticano decidió modernizar el proceso, abandonando materiales orgánicos variables en favor de mezclas químicas controladas. Desde la década de 1970, y de forma más sistemática desde 2005, las fumatas se producen mediante pirotecnia cuidadosamente formulada.

Fumata negra: una combustión ‘sucia’ a propósito

Para producir el humo negro, el Vaticano utiliza una mezcla de:

  • Perclorato de potasio (KClO₄): agente oxidante.
  • Antraceno (C₁₄H₁₀): hidrocarburo aromático derivado del alquitrán de hulla.
  • Azufre (S): que regula la temperatura y velocidad de combustión.

La reacción es deliberadamente ineficiente, con exceso de combustible y condiciones que favorecen la formación de hollín. Simplificando:

C₁₄H₁₀ (s) + O₂ (g) → CO₂ (g) + H₂O (g) + C (s) + otros productos

El antraceno no se quema por completo, generando grandes cantidades de carbono sólido (hollín), que da al humo su color negro intenso. Es similar al humo de una llanta ardiendo o de aceite quemado, ricos en compuestos carbonosos parcialmente oxidados.

Fumata blanca: el arte de una combustión limpia

Para generar humo blanco, se emplea una mezcla más oxidante y que tiene garantías de producir combustión completa:

  • Clorato de potasio (KClO₃): oxidante aún más potente que el perclorato.
  • Lactosa (C₁₂H₂₂O₁₁): un azúcar como fuente de carbono e hidrógeno.
  • Resina de pino (colofonia): rica en terpenos que producen humo blanco al calentarse.

La lactosa se descompone fácilmente en condiciones oxidantes:

C₁₂H₂₂O₁₁ + 12 O₂ → 12 CO₂ + 11 H₂O

El clorato de potasio asegura una combustión rápida y completa, generando vapor de agua y dióxido de carbono. El vapor de agua puede ser visible, pero de color confuso. Sin embargo, la colofonia, al calentarse sin llegar a arder completamente, libera aerosoles de partículas blancas (gotículas de resina, cenizas claras) que dispersan la luz y forman un humo blanco muy visible.

Además, la presencia de terpenos en la resina genera productos de combustión que son visualmente perceptibles por la refracción de la luz. El efecto visual es una nube blanca, densa y brillante.

Un ejemplo de señal química

Hoy en día, la fumata ya no es un accidente visual, sino una señal química cuidadosamente diseñada. Las mezclas se encienden en un horno especial dentro de la Capilla Sixtina. El humo generado sube por una chimenea instalada temporalmente, visible para miles de personas en la Plaza de San Pedro y millones más alrededor del mundo.

Lejos de ser un simple ritual religioso, la fumata representa un caso interesante de cómo la química puede ser utilizada como lenguaje simbólico. El asunto combina aspectos de termodinámica, cinética química, combustión, ciencia de materiales, refracción de la luz

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