viernes, 19 diciembre 2025

Sobre las aves que parasitan a otras mediante engaño

Al azar

En el mundo natural, el engaño no es exclusivo de los depredadores. Algunos animales han llevado el arte del disfraz y la manipulación a otro nivel: engañar a otros para que críen a sus hijos. Uno de los ejemplos más llamativos de esta estrategia lo encontramos en ciertas aves, que practican lo que los científicos llaman parasitismo de cría obligado.

Este comportamiento consiste en que una especie de ave pone sus huevos en el nido de otra, dejando que los padres adoptivos, sin saberlo, se encarguen de alimentar y proteger a los polluelos ajenos. Aunque este fenómeno se presenta en solo alrededor del 1 % de las especies de aves, ha evolucionado de forma independiente al menos siete veces, y hoy forma parte del estilo de vida de unas 100 especies diferentes.

Engaños visuales, sonoros y tácticos

Las aves parásitas no llegan a un nido cualquiera sin preparación. Han desarrollado estrategias sofisticadas para colarse sin ser descubiertas. El tejedor parásito (Anomalospiza imberbis, por ejemplo, se parece visualmente a otras aves de su entorno, lo que le permite entrar en sus nidos sin levantar sospechas. En cambio, el cuco común ha evolucionado para parecerse a un ave rapaz, provocando que los padres huéspedes huyan por miedo, dejando el nido desprotegido.

Cuando no encuentran un nido disponible, algunas aves parásitas recurren a la llamada «agricultura de nidos»: destruyen huevos o incluso arrojan polluelos al vacío, forzando a los padres anfitriones a construir un nuevo nido… que luego será parasitado. Este comportamiento fue documentado por primera vez en cámara en China, cuando un cuco común mató a siete crías de colirrojo dauriano y, días después, puso su huevo en el nuevo nido construido por los mismos padres.

Huevos disfrazados y padres desconfiados

La lucha entre parásitos y anfitriones continúa incluso a nivel de los huevos. Algunas aves como los tejedores parásitos han evolucionado huevos que imitan perfectamente el color y patrón de los de sus víctimas, lo que dificulta que los anfitriones detecten al intruso. Este mimetismo se transmite por vía materna, y cada línea familiar puede especializarse en un tipo de huevo distinto: azul moteado, rojo con puntos, etc.

No obstante, los anfitriones también han aprendido. Algunas especies, como los pinzones tejedores, ponen huevos con patrones únicos que los hacen más fáciles de identificar. Además, aves como el petirrojo americano pueden reconocer y expulsar huevos falsos basándose en diferencias sutiles de color o tamaño. Y cuanto más experiencia tiene el ave, mejor es su capacidad de detección.

Polluelos ventajistas

Incluso después de nacer, los polluelos parásitos siguen sacando ventaja. Muchas veces eclosionan antes que sus hermanos adoptivos, obteniendo una ventaja en el acceso a la comida. Algunos, como el cuco bronceado australiano, incluso nacen antes de que los demás huevos hayan sido expulsados del nido.

Además, los parásitos suelen tener un comportamiento más intenso al pedir alimento: gritan más, abren más el pico y gesticulan de forma exagerada. En un estudio reciente, se observó que los mirlos pálidos alimentaban con más frecuencia a los polluelos parásitos del tordo brillante que a sus propias crías. El dramatismo exagerado del parásito parece ser suficiente para ganarse el favor de sus padres adoptivos, incluso sin necesidad de parecerse físicamente a ellos.

Una guerra sin fin… pero con equilibrio

Aunque parezca una historia cruel, este tipo de parasitismo no suele poner en peligro a las especies anfitrionas. La mayoría de las aves tiene múltiples oportunidades reproductivas a lo largo de su vida. Lo que vemos es un conflicto evolutivo constante entre parásito y huésped: un tira y afloja donde cada avance de uno lleva a una respuesta del otro.

Es, en última instancia, una muestra de cómo la naturaleza selecciona ingenio, adaptación y resistencia. En este juego de apariencias y estrategias, ninguna de las partes ha ganado del todo… y esa es, precisamente, la razón por la cual ambas continúan existiendo.

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