Durante mucho tiempo, se creyó que la carabela portuguesa (Physalia physalis), también conocido como fragata portuguesa y agua mala, era una sola especie flotando en los océanos del mundo. Sin embargo, un nuevo estudio global ha cambiado por completo esta idea.
Un equipo internacional de científicos secuenció el genoma de 151 ejemplares recolectados en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico y descubrió que, en realidad, existen al menos cuatro especies diferentes de este animal, cada una con su propia forma, genética y distribución geográfica.

¿Qué es la carabela portuguesa?
Aunque a simple vista parece una medusa, en realidad se trata de un sifonóforo: un animal colonial compuesto por muchos organismos más pequeños llamados zoides, que trabajan en conjunto como si fueran un solo ser. Estos zoides están especializados en funciones como la flotación, caza, digestión y reproducción.
Consta del neumatóforo (parte que flota o vela), los gastrozoides (para la digestión), los dactilozoides (para la detección y captura de presas, y defensa) y los gonozoides (que se ocupan de la reproducción).
La carabela portuguesa flota gracias a un flotador lleno de gas, llamado neumatóforo, que además tiene una especie de vela que le permite desplazarse con el viento. Bajo la superficie, cuelgan sus largas tentáculos, que pueden alcanzar los 30 metros de longitud y están equipados con células urticantes (llamadas cnidocitos) capaces de paralizar y capturar peces.
Este curioso animal forma parte del neuston, un conjunto poco conocido de organismos que viven en la superficie del océano.

Más de una sola especie
El nuevo estudio identificó cuatro especies de Physalia:
- Physalia physalis
- Physalia utriculus
- Physalia megalista
- Physalia minuta, mucho más pequeña y localizada en aguas de Australia y Nueva Zelanda.
Además, se encontraron subpoblaciones genéticamente distintas dentro de cada especie, moldeadas por factores como las corrientes marinas y los vientos regionales.
¿Cómo es posible que coexistan sin mezclarse?
Lo más desconcertante para los científicos fue descubrir que estas especies no se cruzan entre sí, a pesar de compartir hábitats. Esto rompe la idea tradicional de que el océano abierto es un entorno uniforme y sin barreras para la vida marina. En realidad, parece haber una estructura ecológica compleja que aún no comprendemos del todo.
¿Por qué se pensaba que había una sola especie?
Durante los siglos XVIII y XIX, se describieron muchas especies diferentes de Physalia, basándose en observaciones de su color, tamaño y forma. Pero en el siglo XX, se consolidó la idea de que todas esas diferencias eran simplemente variaciones de una misma especie.
Gracias al uso de tecnologías genómicas modernas, los científicos lograron confirmar que muchas de aquellas observaciones antiguas eran correctas: hay varias especies, y son biológicamente distintas.

Una biodiversidad oculta a simple vista
Este descubrimiento forma parte de una creciente evidencia de que la superficie del océano, lejos de ser un desierto biológico, es en realidad un ecosistema lleno de biodiversidad desconocida. Aún queda mucho por entender sobre la reproducción, dieta y ecología de estas criaturas.
Por ejemplo, no se sabe por qué estas especies no se reproducen entre sí, ni qué presiones evolutivas han llevado a su separación. Se sospecha que podrían alimentarse de peces diferentes o vivir bajo condiciones ambientales ligeramente distintas, pero esto aún debe ser investigado.
Ciencia ciudadana y colaboración internacional
El estudio también destacó el valor de la ciencia ciudadana. Los investigadores usaron más de 4000 fotografías enviadas por personas de todo el mundo a la plataforma iNaturalist, lo que ayudó a correlacionar los datos genéticos con las características físicas de los animales observados.
Finalmente, los autores subrayan que este trabajo fue posible gracias a una colaboración internacional de científicos que recolectaron muestras desde sus playas locales y las enviaron a los laboratorios en Yale.
Este hallazgo transforma nuestra comprensión del hombre de guerra portugués y nos recuerda que los océanos aún guardan muchos secretos. Lo que parecía una especie única y omnipresente es, en realidad, un conjunto de criaturas sorprendentes, diversas y aún poco comprendidas.
El ecosistema de la superficie marina tiene más biodiversidad de lo que se había asumido. Y apenas estamos empezando a descubrirla.

