Con aproximadamente el 70 % de su superficie cubierta por océanos, la Tierra ha sido apodada durante mucho tiempo como el Planeta Azul. Sin embargo, este nombre podría estar quedando desactualizado, especialmente en las regiones polares. Una investigación publicada en la revista Science revela que los océanos en esas zonas se están volviendo más verdes con el tiempo.
Desde la década de 1990, los científicos han observado un fenómeno conocido como “enverdecimiento”, caracterizado por un aumento en la cobertura de vegetación en distintas partes del planeta. Este cambio ha sido vinculado al aumento de temperaturas y a las mayores concentraciones de dióxido de carbono. Pero aunque este proceso ha sido evidente en tierra firme, hasta ahora era difícil saber si algo similar estaba ocurriendo en los océanos.
La clorofila del fitoplancton
La clave está en el fitoplancton, diminutos organismos que realizan fotosíntesis en el mar y que forman la base de la red alimentaria marina. El fitoplancton contiene clorofila, un pigmento que absorbe la luz azul y refleja la verde, lo cual influye directamente en el color del océano. Sin embargo, medir su distribución ha sido un reto debido a la dinámica constante de las corrientes oceánicas, que afectan la luz y los nutrientes disponibles.
Para arrojar luz sobre esta cuestión, un equipo de científicos analizó datos de satélites recogidos entre 2003 y 2022, enfocándose en el océano abierto y excluyendo las aguas costeras por su alta turbidez. El análisis reveló que, en general, la clorofila está aumentando en las regiones polares y disminuyendo en zonas tropicales y subtropicales, lo que sugiere un desplazamiento del fitoplancton hacia latitudes más altas.
Para profundizar en las diferencias geográficas, los investigadores recurrieron a herramientas tomadas de la economía: la curva de Lorenz y el índice de Gini, comúnmente utilizados para medir la desigualdad de ingresos. Aplicadas al color del océano, estas métricas mostraron una intensificación de las diferencias: las aguas azules del ecuador se han vuelto aún más azules, mientras que las regiones verdes del hemisferio norte se han vuelto más verdes. Es como si los ricos se volvieran más ricos y los pobres más pobres.
Aunque el calentamiento de los océanos aparece como la causa probable, los investigadores advierten que no pueden atribuir estos cambios directamente al cambio climático, ya que el periodo de observación es aún demasiado corto. Eventos climáticos recurrentes como el El Niño-Oscilación del Sur podrían haber influido en los resultados.
Conseciencias en la ecología y la pesca
Más allá del color, los cambios en el fitoplancton podrían tener importantes consecuencias ecológicas. Las alteraciones en estas poblaciones básicas pueden tener efectos en cadena en toda la cadena alimentaria oceánica. Una de las posibilidades es que la pesca comercial comience a migrar desde las aguas tropicales hacia las zonas polares, donde ahora habría más fitoplancton disponible.
Si este patrón continúa, podrían ocurrir profundos impactos en los ecosistemas marinos globales. Esto no solo afectaría a la pesca, sino también la biogeoquímica y la ecología marina en su conjunto.
Por tant, lo que antes parecía un fenómeno meramente visual —el color del mar— podría ser la señal de cambios estructurales en los océanos del planeta. Y aunque aún no se puede hablar de certezas absolutas, lo que sí está claro es que la Tierra está dejando de ser tan azul como solía serlo.

