Rubén Herrero »
A partir de 1943, el Ejército alemán decidió aplicar en buena parte de sus carros de combate, una capa de un producto novedoso llamado zimmerit, que recubría el blindaje de acero de dichos vehículos. ¿Qué era ese producto novedoso? ¿Qué objeto tenía ese recubrimiento?
El Alto Mando del Ejército alemán era consciente del peligro que representaban las minas magnéticas, que, gracias al imán que llevaban en su base, quedaban sujetas en cualquier estructura que estuviera construida con acero. Ante el peligro que eso podía representar en un vehículo blindado, solicitó a la empresa Chemische Werk Zimmer AG de Berlín que intentara desarrollar un compuesto químico que hiciera que el acero del blindaje dejara de ser magnético, y así, las minas dejarían de adherirse a las superficies del carro de combate, con lo que se eliminaba la amenaza de destrucción del vehículo.
Tras varios meses de investigación y ensayos, la empresa Zimmer, desarrolló un polímero cuya composición era de un 25% de acetato de vinilo (PVA), usado como emulsionante, un 40% de sulfato de bario (BaSO4), 10% de serrín (fibra de madera), 10% de sulfuro de zinc (ZnS) y 15% de pigmento ocre como colorante. Es importante comentar que el encargo que recibió la empresa química alemana llevaba el condicionante de que las materias primas con las que debería elaborar el compuesto debían ser baratas y fácilmente obtenibles por Alemania, que se encontraba inmersa en la Segunda Guerra Mundial, y no disponía de un exceso de recursos.
A dicho polímero se le dio el nombre de zimmerit, y tras su preparación tenía la consistencia de una especie de pasta blanda diluida que desprendía un olor a disolvente orgánico similar a la acetona.
El polímero se aplicaba directamente sobre la superficie (torreta, parte frontal, frentes laterales, y zonas traseras) del vehículo blindado, y no necesitaba ser diluido. Para mejorar su efectividad, se daban dos capas, utilizando una espátula. La primera capa, tenía entre 4.5 y 5 mm de espesor, y había que ser muy cuidadoso al hacer esta operación, ya que era crucial que esta capa se adhiriera bien a la superficie metálica. Al aplicar esta primera capa con el borde de la espátula, se hacían unos pequeños dibujos en forma de cuadrados (a veces, se hacía un dibujo como una malla) sobre la superficie. Este dibujo favorecería posteriormente la adhesión de la segunda capa. Una vez dada la primera capa, esta se dejaba secar durante 24 horas a temperatura ambiente.
Transcurridas las 24 horas, y una vez que el curado de la primera capa era satisfactorio, se procedía a depositar una segunda capa de unos 5 mm de espesor, y antes de que endureciera, se le hacían unos surcos o acanaladuras para dotar al conjunto de cierta rugosidad y aspereza. Una vez aplicadas ambas capas, se iniciaba un proceso de secado con aire caliente durante una hora, realizado con un secador industrial, que tenía el objeto de endurecer el polímero y proporcionar resistencia mecánica , para evitar que se volviera quebradizo, al tiempo que se mejoraba la adherencia a la matriz metálica (las planchas de blindaje del vehículo). Una vez acabado este proceso, se procedía a pintar el vehículo con la pintura de camuflaje, zimmerit incluido.
La aplicación de este polímero a los vehículos blindados suponía un aumento de peso de entre 70 y 200 kg, dependiendo del modelo de carro de combate a proteger, lo cuál suponía un mayor gasto de combustible para mover el vehículo y una pérdida de velocidad; por tanto, lo que se ganaba frente a las minas magnéticas se perdía en otros aspectos. El polímero no tenía ninguna propiedad antimagnética especial, simplemente estaba elaborado con materiales no ferrosos, lo que le hacia ser diamagnético, y como hemos visto era fácil de fabricar y barato, además de ser resistente al agua. Su misión consistía en presentar una superficie rugosa y crear un espacio entre la mina y la superficie del vehículo, con el fin de minimizar la capacidad de adhesión del imán de la mina. Por otro lado, el zimmerit presentaba además del incremento del peso de los vehículos, dos inconvenientes.
Por un lado, a muy bajas temperaturas, el polímero se volvía quebradizo, debido a la inclusión del acetato de polivinilo en su formulación, y además, tenía tendencia a entrar en combustión, cuando era alcanzado por algunos tipos de proyectiles enemigos (granadas de fósforo, etc…) lo que hacía vulnerable al vehículo. Por todo esto, y por el descenso de utilización por parte del enemigo de minas magnéticas (debido a la aparición de armas anti-carro más modernas, como cohetes y lanzagranadas) a mediados de 1944, el uso del zimmerit, fue decreciendo paulatinamente hasta su desaparición.