Las «sustancias químicas eternas» (en inglés, forever chemicals) se refieren principalmente a una clase de compuestos químicos sintéticos conocidos como sustancias per- y polifluoroalquiladas (PFA). Estos compuestos se caracterizan por su alta estabilidad química y térmica, lo que les permite persistir en el medio ambiente durante décadas o incluso siglos sin descomponerse.
Propiedades de los PFA
Los PFA son una familia de más de 12 000 compuestos que comparten un esqueleto químico basado en enlaces carbono-flúor (C–F), que son de los más estables en química orgánica. Estos enlaces son muy fuertes y, debido a la alta electronegatividad del flúor, muy resistentes a la degradación química, térmica y biológica. Tal resistencia es lo que les otorga su durabilidad, pero también los convierte en contaminantes persistentes, acumulándose en el medio ambiente y en los organismos vivos, incluidos los seres humanos.
Algunos de los PFAS más conocidos son:
- Ácido perfluorooctanoico (APFO): Utilizado en la fabricación de teflón y otros recubrimientos antiadherentes.
- Ácido perfluorooctanosulfónico (APFOS): Empleado en espumas contra incendios, textiles repelentes al agua y productos para la limpieza industrial.
- GenX: Un sustituto más reciente del APFO, utilizado en la fabricación de recubrimientos de teflón, pero también con preocupaciones ambientales similares.
Los PFA han sido ampliamente utilizados en una variedad de productos debido a sus propiedades hidrofóbicas y lipofóbicas, es decir, su capacidad para repeler tanto el agua como las grasas. Esto los hace ideales para:
- Recubrimientos antiadherentes en utensilios de cocina.
- Textiles impermeables y resistentes a las manchas.
- Espumas contra incendios.
- Embalajes de alimentos, como cajas de pizza y envoltorios para comida rápida.
- Productos cosméticos y de cuidado personal.
Impacto ambiental y en la salud
La alta persistencia de los PFA ha llevado a su acumulación en el medio ambiente, incluyendo el agua, el suelo y los organismos vivos. Se han detectado en aguas subterráneas, agua potable, animales y humanos en todo el mundo. Esta persistencia, combinada con su movilidad en el medio ambiente y su capacidad de bioacumularse, ha generado serias preocupaciones sobre su impacto en la salud humana y la ecología.
Los estudios han vinculado la exposición a PFA con una variedad de efectos adversos para la salud, incluyendo:
- Disfunciones del sistema inmunológico.
- Problemas reproductivos y de desarrollo.
- Enfermedades hepáticas.
- Cáncer (por ejemplo, cáncer de riñón y testicular).
- Aumento del colesterol.
Regulación y desafíos
Debido a sus riesgos, algunos PFA, como el APFO y el APFOS, han sido prohibidos o su uso ha sido restringido en muchos países. Sin embargo, la gran cantidad de compuestos PFA y su uso en diversas industrias complican su regulación. Además, aunque algunos PFA han sido sustituidos por alternativas como GenX, estas sustancias también presentan problemas similares de persistencia y toxicidad.
El término «productos químicos eternos» refleja tanto la durabilidad como la problemática persistencia de estos compuestos, subrayando la necesidad urgente de soluciones sostenibles en química y en la gestión de residuos industriales.
Contaminantes persistentes
Aunque los términos «productos químicos eternos» y «contaminantes persistentes» están relacionados y a veces se usan de manera intercambiable en ciertos contextos, no son sinónimos. Como hemos dicho, los PFA se refieren específicamente a las sustancias per- y polifluoroalquiladas, conocidos por su extrema resistencia a la degradación química, térmica y biológica. Los PFA son notablemente duraderos en el medio ambiente y en el cuerpo humano, lo que les otorga el apodo de «eternos».
Por su lado, «contaminantes persistentes» es un término más amplio que se refiere a cualquier sustancia química que perdura en el medio ambiente, resiste la degradación, se acumula en los organismos vivos y tiene el potencial de causar efectos adversos en la salud humana y el ecosistema. El término incluye una gran variedad de compuestos orgánicos, no solo PFA. Muchos contaminantes persistentes son tóxicos y pueden transportarse a largas distancias a través del aire y el agua.
Son ejemplos los bifenilos policlorados, el dicloro difenil tricloroetano (DDT), las dioxinas o algunos plaguicidas. Están regulados internacionalmente bajo el Convenio de Estocolmo debido a su impacto ambiental y en la salud humana.
Por lo tanto, mientras que los «productos químicos eternos» son un subconjunto específico dentro del grupo de «contaminantes persistentes», no todos los contaminantes persistentes son productos químicos eternos. Por ejemplo, las dioxinas son contaminantes persistentes pero no PFA.
Ambos términos enfatizan la persistencia de estos compuestos, pero el concepto de «productos químicos eternos» está más centrado en la dificultad para descomponer estos compuestos químicos específicos, mientras que «contaminantes persistentes» es un término más general que incluye una gama más amplia de sustancias peligrosas para el ambiente y la salud humana.

