Durante décadas, los investigadores han explorado la capacidad de los animales para comunicarse de manera similar a los humanos. Desde los primeros intentos con primates entrenados en lenguaje de señas hasta el uso de dispositivos de comunicación aumentada con delfines y loros, el objetivo ha sido determinar si los animales pueden expresar pensamientos intencionales mediante símbolos o señales aprendidas. Sin embargo, estos estudios han recibido críticas constantes debido a limitaciones metodológicas y posibles interpretaciones erróneas de la conducta animal.
En la actualidad, una nueva tendencia ha tomado fuerza entre dueños de mascotas: el uso de tableros con botones que reproducen palabras cuando se presionan. Estos dispositivos han sido ampliamente adoptados por propietarios de perros, quienes aseguran que sus mascotas son capaces de expresar necesidades, deseos y conceptos abstractos mediante combinaciones de botones. Ante este fenómeno, un equipo de investigadores decidió analizar si estos botones son utilizados de manera intencional por los perros o si simplemente responden a la imitación de sus dueños o al famoso “efecto Clever Hans”, por el que los animales responden inconscientemente a señales humanas sin comprender realmente el significado de sus acciones.
El estudio analizó una gran base de datos con información de más de 150 perros entrenados para usar estos tableros de comunicación. Los investigadores evaluaron tres aspectos clave: (i) si los botones eran presionados de manera no accidental, lo que indicaría una intención en la acción; (ii) si las pulsaciones seguían patrones no aleatorios, lo que descartaría que los perros estuvieran simplemente presionando botones sin sentido; y (iii) si los perros no imitaban directamente los botones presionados por sus dueños.
Los resultados mostraron que los perros presionaban los botones de manera deliberada y con frecuencia combinaban palabras de forma coherente, especialmente aquellas relacionadas con comida, juego y sus propios nombres. Además, la secuencia de botones presionados no coincidía completamente con la de sus dueños, lo que sugiere que los perros no solo estaban repitiendo lo que observaban, sino que realmente estaban usando los botones con una intención comunicativa.
Este hallazgo resulta significativo, ya que rompe con la idea de que los perros simplemente imitan o presionan los botones al azar. Aunque no se puede afirmar que los perros comprendan el lenguaje humano en el mismo sentido que las personas, los resultados sugieren que estos animales pueden asociar palabras con significados específicos y utilizarlas de manera funcional en su entorno.
Los investigadores destacan que, a diferencia de los primeros intentos de comunicación con primates, este estudio se basa en un gran conjunto de datos provenientes de perros en distintos hogares, lo que proporciona una perspectiva más amplia y controlada. Sin embargo, aún quedan preguntas por responder, como hasta qué punto los perros pueden comprender conceptos abstractos o si pueden formar oraciones complejas con los botones.
Estos hallazgos abren nuevas posibilidades en el campo de la cognición animal y la comunicación entre especies. Además, podrían tener aplicaciones prácticas en la forma en que los humanos interactúan con sus mascotas, permitiendo una mejor comprensión de sus necesidades y emociones.
Fuente: Nature.

