Mucha gente habrá comprobado que poco después de comer espárragos la orina tiene mal olor (aunque hay personas que dicen que no huelen nada raro). Con casi toda seguridad, el origen de este olor es el ácido asparagúsico, cuyo nombre deriva de asparagus, que es un género de plantas de la familia asparagaceae..
Su nombre sistemático IUPAC es ácido 1,2-ditiolano-4-carboxílico, y como se deduce de su nombre abunda en los espárragos. Al parecer, cuando ingerimos este ácido y lo metabolizamos produce en nuestro cuerpo una serie de tioles (sustancias orgánicas que contienen el grupo funcional –SH), que huelen mal, como muchos compuestos de dicha familia y, en general, los compuestos orgánicos azufrados.
Se han identificado como productos de la descomposición del ácido asparagúsico el sulfuro de dimetilo (que es la sustancia principal que da el “olor a mar”), el disulfuro de dimetilo, el dimetilsulfóxido y el metilsulfonilmetano, entre otros. Estas sustancias son muy volátiles, por lo que al orinar alcanzan nuestra nariz fácil y rápidamente (de hecho, si además de oler mal no tuvieran la característica de la volatilidad probablemente no repararíamos en el mal olor). El ácido asparagúsico, sin embargo, no es volátil, por lo, aunque tenga mal olor (algo probable) no se lo confiere a los espárragos en sí.
¿Por qué hay gente que no detecta el mal olor en su orina?
Hay una curiosidad más al respecto. Entre un 20 y un 40% de la población asegura que su orina no huele mal cuando comen espárragos. Los científicos no tienen claro por qué, pero hay dos teorías: una es que degradan el ácido asparagúsico de otra forma; la otra es que simplemente no tienen la capacidad para oler esos compuestos que para otros tienen olor desagradable. .
En los años 80 se hizo un estudio en personas de Francia y de Israel y se obtuvo la conclusión de que todos los que ingerían espárragos producían el olor característico en su orina, Y aunque algunos no lo captaban, los que sí lo olían en la orina de aquellos.
Sin embargo, estudios recientes han demostrado que el asunto puede ser más complejo y que pueden existir diferencias tanto en la producción de las sustancias como en la detección del olor. La mayor parte de la diferencia es atribuible, desde luego, a la percepción, pero también parece deberse en menor grado a que algunas personas realmente tienen menos concentración de estas sustancias en su orina tras la ingesta.
Por otra parte, en los últimos años se ha hecho un estudio con 10.000 personas con el objetivo de buscar similitudes genéticas entre los que no podían oler nada raro en la orina tras comer espárragos. Se concluyó que la causa puede ser una mutación genética única: un par de bases cambiadas dentro de un grupo de 50 genes diferentes que codifican receptores olfativos.
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Fuente principal: Smithsonian Magazine