Un nuevo estudio revela que las pelvis femeninas se han estrechado progresivamente en los últimos 150 años, una tendencia observada en mujeres de Australia, Polonia y México. Aunque las causas no están del todo claras, este hallazgo reaviva el debate sobre el llamado «dilema obstétrico», que sugiere una tensión evolutiva entre tener una pelvis suficientemente ancha para dar a luz y lo suficientemente estrecha para caminar eficientemente sobre dos piernas.
La investigación, hecha en la Universidad de Adelaida, analizó más de 8000 registros y encontró que, en promedio, el ancho pélvico disminuyó entre 0,42 y 0,47 milímetros por año en las poblaciones estudiadas, incluso mientras aumentaba la altura promedio y se mantenía o incrementaba la anchura de hombros.
Una posible explicación es que la medicina moderna, en particular el aumento de las cesáreas ha reducido la presión de la selección natural sobre el tamaño del canal de parto. Antiguamente, un canal estrecho podía significar la muerte de la madre y el bebé. Hoy, la cirugía permite que incluso partos complicados tengan un desenlace exitoso, lo cual podría estar alterando las presiones evolutivas.
Algunos especialistas señalan que la cesárea representa una forma extrema de una práctica ancestral: la asistencia al parto. Desde hace cientos de miles de años, otras mujeres ayudaban en el nacimiento, suavizando así las exigencias biológicas impuestas por el parto.
Sin embargo, no todos están convencidos de que las cesáreas sean el único motor del cambio y creen que factores como la alimentación y el cuidado médico han modificado la forma corporal humana sin necesidad de cambios genéticos. Una buena nutrición puede redistribuir recursos durante el desarrollo, afectando las proporciones corporales, incluida la pelvis.
Otros estudios recientes sugieren que el problema no es solo el parto o la marcha bípeda. La presión sobre el suelo pélvico, asociada con pelvis más anchas, puede aumentar el riesgo de incontinencia y prolapsos. Por lo tanto, una pelvis más estrecha podría tener beneficios médicos, al tiempo que complica el parto natural.
Finalmente, el panorama es más complejo de lo que parecía. Factores como el aumento de la obesidad infantil, el cambio climático (que afecta la morfología corporal) y el hecho de que las mujeres tienen menos hijos y a edades mayores, podrían estar influyendo también. Algunos expertos proponen hablar ya no de un dilema obstétrico, sino de una “pelvis multifactorial”.
Lo que está claro es que esta evolución morfológica podría tener profundas consecuencias para la salud reproductiva y ginecológica en el futuro.
Fuente: Research Square DOI: 10.21203/rs.3.rs-6712615/v1.

