domingo, 3 diciembre 2023

Vitaminas: pros y contras

Al azar

Alexandra Pascual Tardón »

En la sociedad actual va siendo habitual complementar la alimentación con vitaminas en forma de pastillas. El gasto en los llamados complejos vitamínicos va en aumento de forma vertiginosa e incluso creemos que son una solución fantástica para la prevención y curación de ciertas enfermedades. Pero ¿es esto real del todo?

Las vitaminas son compuestos imprescindibles para la vida y esenciales, en según qué cantidades, para el buen funcionamiento de nuestro organismo, ya que este no puede obtenerlas por sí solo y necesita ingerirlas.

Existen dos grandes grupos que clasifican las vitaminas.

Liposolubles (se disuelven en grasas y aceites):

– Vitamina A
– Vitamina D
– Vitamina E
– Vitamina K

Hidrosolubles (se disuelven en agua)

– Vitamina B1
– Vitamina B2
– Vitamina B3
– Vitamina B6
– Vitamina B12
– Vitamina C

Siguiendo una alimentación apropiada conseguimos el aporte necesario para nuestro organismo, la llamada “dieta equilibrada”, privilegiando los alimentos nutritivos como legumbres, cereales y frutas.

A finales de los 60, Linus Pauling revolucionó la idea que tenía la sociedad respecto a las vitaminas, ya que aparte de asegurar que las vitaminas podían prevenir las enfermedades carenciales, estas también podían prevenir otro tipo de enfermedades como el cáncer u otras cardiovasculares; la clave estaba, según Pauling, en tomar grandes dosis de vitaminas.

La idea era clara, conseguir una vida óptima aumentando el consumo de vitaminas en forma de pastillas, pero ¿qué pruebas reales científicas hay de todo esto? Analizaremos los distintos estudios sobre las vitaminas más comunes.

Estudios

Es cierto que las vitaminas ayudan a apaliar los efectos de algunas enfermedades, pero no evita que algunas enfermedades, como los catarros, se desarrollen en los organismos que tienen exceso de vitamina C.

Estudios, por ejemplo, de la vitamina E nos dejan claro que si no si ingiere con una cierta cantidad de grasa el cuerpo no la absorbe, así que una capsula de vitamina E será mejor que la tomemos junto con una comida algo grasa.

Por otra parte los estudios sobre la vitamina A son mucho más cautos. Esta vitamina, que se encuentra en las zanahorias y en las hojas de las verduras, se ha dicho que reduce el cáncer de pulmón.

Durante distintos ensayos clínicos se demostró que las píldoras de betacaroteno eran dañinas en aquellas personas con más probabilidad de desarrollar este cáncer: los fumadores. Parece ser que esta vitamina en grandes dosis puede resultar perniciosa en este tipo de personas, aumentando su probabilidad de desarrollar la enfermedad.

Al igual sucede con el retinol (otro tipo de vitamina A), Los concentrados habituales suelen triplicar la cantidad recomendada diaria de esta vitamina. Cuando se excede la cantidad que el organismo necesita resulta difícil eliminar ese exceso, así que, por ejemplo, esta vitamina se acumula en el hígado, llegando a dañar este órgano, según se cree.

En la actualidad se continúan los estudios que demuestren cuál es la cantidad necesaria para el organismo, cuáles son las dosis de todas las vitaminas que de verdad nos ayuden a tener una vida sana. Por el momento, una alimentación adecuada reduce los posibles riesgos asociados al consumo de vitaminas.

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