domingo, 1 octubre 2023

La aparición de las superbacterias

Al azar

Joan Costa Gómez »

Las infecciones han sido durante mucho tiempo la principal causa de muerte en humanos. En el siglo XIX, enfermedades como la neumonía, la tuberculosis, diarrea y la difteria eran consideradas de las principales causas de muerte en niños y adultos. Hasta finales del siglo XIX, no se relacionó la existencia de patógenos microscópicos con la aparición de enfermedades (postulados de Robert Koch).

En 1929, Alexander Fleming, trabajando en el Hospital St Mary’s de Londres, observó como un hongo contaminante inhibía el crecimiento de un cultivo bacteriano mediante la secreción de una sustancia, a la cual le dio el nombre de Penicilina, y desde entonces han ido apareciendo nuevos compuestos antimicrobianos que han ido ampliando el espectro de enfermedades que se pueden prevenir y curar, iniciándose la era de los antibióticos.

Los antibióticos no son más que sustancias químicas producidas por un ser vivo (como en la experiencia de Fleming) o fabricadas por síntesis, y que son capaces de paralizar el desarrollo de microorganismos bacterianos o causando su muerte. Hay de diferentes tipos, según su lugar de acción: desde inhibidores de producción de la pared bacteriana hasta inhibidores de la síntesis de proteínas.

Pero a pesar de la rapidez con la que se han ido introduciendo nuevos compuestos antimicrobianos, las bacterias también han desarrollado estrategias y mecanismos para contraatacar el efecto de los antibióticos. Estos mecanismos los obtienen bien mediante modificaciones en su material genético, o obteniéndolos de otras bacterias. Por ejemplo, una de las “armas” en muchas bacterias es la producción de la enzima β-lactamasa, capaz de romper la estructura de los antibióticos de la familia de los β-lactámicos (la penicilina es un miembro de esta familia). Estos antibióticos tienen como función inhibir la síntesis del componente principal de la pared bacteriana, impidiendo así la multiplicación del microorganismo. Pero cada vez más cepas son resistentes a este antibiótico debido a la producción de este tipo de enzima, y esto comporta que sean las infecciones sean más difíciles de tratar.

Estructura química de la penicilina y lugar de acción de la β-lactamasa (Rang & Dale, “Pharmacology”, Seventh Edition, Elsevier, pag 625).

El uso indiscriminado de los antibióticos es una de las principales causas de la emergencia de estas bacterias tan resistentes, no solo en humanos, sino también en animales, convirtiéndose en un gran problema de salud pública. Estos nuevos microorganismos provocan que se dificulte la determinación del tratamiento adecuado para el paciente y también provocan aumento en el tiempo de ingreso de pacientes hospitalarios, con sus consecuencias a nivel económico. Es importante no tomarse un antibiótico si no lo indica el médico, ya que un simple resfriado no siempre es producido por bacterias, hay de víricos, y con antibióticos en este caso solo conseguiríamos disminuir nuestra flora autóctona y aumentar el número de bacterias multirresistentes que podrían diseminarse y producir patogenia.

Lo más importante y efectivo es el uso adecuado de los antibióticos, para evitar así, la aparición de estas “superbacterias”.

Fuentes

  • Murray P., “Microbiología Médica”, 5ªEdición, Elsevier 2006
  • Harold C. Neu: The crisis in antimicrobial resistance, Science, August 1992, Vol. 257 no. 5073 pp. 1064-1073
  • Rang & Dale, “Pharmacology”, Seventh Edition, Elsevier, pag 625
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