Pablo Rodríguez Sánchez »
El pintor Francisco de Goya no necesita presentación. Lo que tal vez no todo el mundo sepa es que fue uno de los grandes candidatos a haber padecido envenenamiento por plomo. En 1792, en la ciudad de Madrid, en la que residía el pintor, se hace frecuente el “cólico de Madrid”, enfermedad relacionada con la exposición al plomo de los barnices de la cerámica y las soldaduras de las cacerolas. Añadamos que Goya era conocido por moler y mezclar él mismo los pigmentos además de imprimar la tela con blanco de plomo.
La fabricación de este pigmento admite varios procesos, y con el tiempo se han perfeccionado. Sin embargo, a finales del siglo pasado cayó en desuso por su excesiva toxicidad. Aún hoy lo podemos encontrar en tiendas, pero más como rareza que como pintura de uso común.
Recordemos su proceso estándar de elaboración y observemos las reacciones que lo producen.
Se disuelve plomo u óxido de plomo en ácido acético, procedente del vinagre, obteniéndose acetato de plomo.
PbO + 2 CH3COOH + 2 H2O ⟶ Pb(CH3COO)2·3H2O
El acetato aún se ha de precipitar antes de molerlo y tenerlo listo para su uso. Por la disponibilidad de las materias primas y la sencillez de los procesos era habitual que los propios artistas lo fabricaran y utilizaran desde la antigua Grecia hasta el siglo pasado.
En la actualidad ha sido sustituido por el blanco de titanio. Se tiene a este pigmento por no tóxico, lo que le ha llevado a copar el mercado e introducirse en la industria del papel, la impresión, la manufactura del cemento blanco y otras. Además, por sus propiedades absorbentes de los rayos UV, forma parte de productos cosméticos y relacionados con el bronceado.
Verde de Scheele
De la muerte de Napoleón y del supuesto envenenamiento por arsénico que sufrió, mucho se ha escrito, pero solo hay uno que lo asocia a los pigmentos. Más allá de lo que diga la historia, la química puede tener algo que contar.
En torno a 1800 se empezó a usar el verde de Scheele o de Schweinfurt, así llamado en honor a su descubridor, Karl W. Scheele, o del lugar donde se inició su fabricación comercial. Entre sus múltiples aplicaciones este pigmento verde tuvo éxito en el campo del papel pintado, pues nunca antes el verde fue tan fácil de conseguir.

Napoleón pasó los últimos años de su vida en cautiverio, en un clima húmedo, y tal vez con una decoración basada en el papel pintado en tonalidad verde. De ser así es probable que la humedad trajera moho. Habiendo papel pintado, con algo habrá sido pegado… Los adhesivos más comunes suelen llevar almidón, que es un excelente nutriente para el moho, con lo cual este se habrá propagado con facilidad. Pero al entrar el moho en contacto con el acetato de arsénico y cobre –base del verde de Scheele– el arsénico deja de estar inerte en la pared y por acción del moho se libera en forma de óxido de trimetilarsina gaseoso, con lo que tiene el paso libre hasta el sistema respiratorio de los ocupantes de la sala.
La reacción química de la obtención del pigmento es la siguiente:
3As2O3 + 2CH3COOH + 4CuO ⟶ 3Cu(As2O)2·Cu(CH3COO)2 + H2O
No sabemos a ciencia cierta si Napoleón fue una más de las víctimas del verde de Scheele, pero este pigmento se llevó a más de un apasionado del color verde.
Hay muchos más “asesinos cromáticos” en la historia: el violeta de cobalto luminoso, el amarillo de cadmio o el rojo de molibdeno.