lunes, 11 diciembre 2023

Química de la lluvia ácida 

Al azar

Carolina Sant’Anna Arjones »

La lluvia ácida es un proceso natural derivado de las erupciones volcánicas y los terremotos. La acidez de una sustancia se mide a través del pH; un pH neutro, es decir ni ácido ni básico, es de 7; la lluvia debido a la presencia natural de NO, SO2 y CO2 tiene un pH de 5,6, es decir ácido. Tras la revolución industrial (s. XIX) comenzó a incrementarse la acidez de dicha lluvia y puede llegar hasta valores de pH=3 en zonas sobreindustrializadas.

El concepto denominado lluvia ácida engloba diferentes tipos de sedimentación de la contaminación. Puede ser húmeda, en forma de lluvia, nieve o niebla; o seca, en forma de pequeñas partículas.

Los gases que han potenciado la lluvia ácida son producidos tras la combustión de carburantes fósiles. Gran parte de estas emisiones se producen en las centrales eléctricas, aunque día a día todos los seres humanos contribuyen a este hecho ya que la mayoría de los vehículos utilizan este tipo de combustión.

Las industrias que producen esta clase de gases tienen una gran chimenea, a través de ella lanzan sus gases a zonas altas de la atmósfera para evitar que estos precipiten en sus inmediaciones. Este hecho provoca que las lluvias ácidas puedan producirse a muchos kilómetros de su lugar de origen. En zonas sobreindustrializadas se pueden encontrar densas nubes, casi permanentes, de dichos gases entre otros.

Los gases que aumentarán la acidez de la lluvia por lo tanto serán el NO, SO2 y CO2.

Reacciones químicas

El CO2 contribuye normalmente a la aparición de lluvia ácida sin necesidad de contaminación. En presencia de H2O el CO2 experimenta la siguiente reacción teórica:

CO2 + H2O ⟶ H2CO3

El producto resultante, al disociarse liberará protones H+ que acidificarán la lluvia:

H2CO3 ⟶ H+ + HCO3

Otro de los gases que contribuyen a la lluvia ácida es el NO, que se forma naturalmente tras las tormentas eléctricas según la reacción:

N2 + O2  ⟶ 2 NO

Este gas se puede oxidar a NO2:

2 NO + O2 ⟶ 2 NO2

Y el NO2 en contacto con la humedad de la atmósfera producirá ácido nítrico.

3 NO2 + H2O ⟶ 2 HNO3 + NO

Este ácido al disociarse también liberará protones de H+ que acidificarán la lluvia:

HNO3 ⟶ NO3 + H+

Por último el SO2 será otro de los gases implicados, ya que al oxidarse en la atmósfera dará la siguiente reacción:

SO2 + ½ O2 ⟶ SO3

Este último compuesto en contacto con el H2O de la atmósfera produce ácido sulfúrico que al disociarse liberará protones de H+ y contribuirá al descenso del pH, según las siguientes reacciones:

SO3 + H2O ⟶ H2SO4

H2SO4 ⟶ H+ + HSO4

Las consecuencias de la lluvia ácida afectan gravemente a todo nuestro entorno. Tras su deposición en la tierra, esta es transportada a lagos, ríos y finalmente océanos acidificando todo a su paso.

En los suelos la lluvia ácida destruye su equilibrio de minerales liberando iones tóxicos para ellas como el Al+3. Además de esto destruye la capa de cera protectora de las platas, volviéndolas así más vulnerables a plagas y bacterias.

En los ríos, lagos y océanos acidifica el H2O existente en ellos provocando la extinción de los seres más susceptibles a cambios en su entorno.

Estos cambios en el ecosistema acuático no solo afectan a aquellos seres vivos que viven en él, sino también a aquellos que se alimentan de ellos como por ejemplo los pájaros.

Los efectos de la lluvia ácida no solo se aprecian en la naturaleza sino también en las ciudades, en elementos como los edificios y monumentos. Estos están hechos en su mayoría de roca granítica que es fácilmente alterada por lo ácidos.

Todos podemos realizar pequeños actos que contribuirán al descenso de la acidez de la lluvia, niebla, nieve… y demás formas de sedimentación. Actos como utilizar el transporte público, no utilizar productos químicos en los cultivos o consumir menos energía ayudarían a dicho descenso. Aunque a gran escala sería necesario limitar la utilización de combustibles fósiles en las fábricas, avanzar en la producción de elementos como los catalizadores para reducir la emisión de gases a la atmósfera o la utilización de fuentes de energía alternativas para ellos.

Incluso si se consiguiera frenar por completo la contaminación en este mismo instante, pasarían años antes de que los efectos de la ya existente desaparecieran.

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