Eva Ixchel Corcuera Gaztambide »
La talidomida es un principio activo constituyente mayoritario de medicamentos antieméticos y sedantes, muy usados durante los años cincuenta y sesenta.

Fue un medicamento muy útil a la hora de paliar las náuseas causadas por los desniveles hormonales propios de la gestación, pero también se utilizaba como sedante, por lo que una parte de la población pudo consumirlo. En mujeres no gestantes no pareció presentar especiales efectos secundarios. En mujeres gestantes, en algunos casos, causó mutaciones teratogénicas –aquellas que afectan a la formación del feto–, cuando se administraba entre la tercera y la octava semana de gestación, provocando malformaciones físicas; mas concretamente acortamiento en los miembros superiores e inferiores y en casos extremos ausencia de piernas y brazos, así como inmadurez de corazón o riñones, llegando a causar en el 15% de los afectados, muerte tras el nacimiento. La administración de este fármaco llegó a ser tan popular y era aparentemente tan inocuo para la salud, que llegó a comercializarse sin receta médica.
No solo afectaba directamente a través de las madres gestantes, sino que también las malformaciones podían ser causadas por un consumo del fármaco en hombres (ya que uno de sus usos era como inductor del sueño), lo que afectaba a sus espermatozoides, produciendo la posterior malformación en el feto.
Actualmente existen 5000 supervivientes con esta afectación.
Quiralidad

Este fármaco es un ejemplo de molécula quiral, lo que significa que tiene tal forma que no puede superponerse con su imagen especular. En la naturaleza existen ambas moléculas, es decir, existen ambas imágenes especulares, a las que se da el nombre de enantiomeros pero aunque aparentemente son idénticas, los receptores a los que pueden unirse sí reconocen y diferencian sus dos “posiciones” distintas.
Al comenzar las investigaciones, los médicos descubrieron que uno de los enantiómeros era el causante de las malformaciones congénitas (enantiómero S), mientras que el otro era la expresión del fármaco (enantiómero R).
La talidomida es una molécula orgánica de fórmula C13H10N2O4. Se trata de una amina secundaria con tres dobles enlaces y dos grupos cetona.
Fisiológicamente, el enantiómero teratogénico actúa en el desarrollo temprano del embrión inhibiendo la formación de capilares y vasos sanguíneos, por lo que no llega sangre a los tejidos ni a las extremidades, lo que causa la inmadurez de estas partes de la anatomía.
Anticancerígeno
Es precisamente esta característica la que hace eficaz a este enantiómero ante el tratamiento de algunos tipos de cáncer. Un tumor no es sino el crecimiento desmedido de un conglomerado celular, con lo que el enantiómero “teratogénico” actúa restringiendo el riego sanguíneo a ese tumor, lo que puede hacer que muera por falta de oxígeno. En los años noventa fueron descubiertas su propiedades en el tratamiento del mieloma múltiple, un tipo de cáncer que afecta a la médula ósea y su producción de células sanguíneas. Por ello, la talidomida se sigue comercializando.
Se puede destacar el hecho de que, aunque algunos fármacos han sido estigmatizados por circunstancias desafortunadas, siguen demostrando características perfectamente aplicables para la conservación de la salud y curación de enfermedades.
Es indudable que para el público general el nombre de talidomida está relacionado con un fármaco causante de malformaciones congénitas. Sin embargo, no se puede “condenar” un principio activo sin más. La talidomida, hoy por hoy, sigue salvando más vidas que las que destrozó.
Para saber más
