jueves, 2 mayo 2024

Un vivo retrato del mundo

Al azar

Llegó a mis manos esta instantánea, probablemente de los años sesenta del siglo pasado, y quisiera comentarla porque se me antoja un vivo retrato del mundo.

Ahí tenemos a la izquierda al caballero que fuma un puro después de una exitosa partida de caza en la que han sido abatido tres zorros, feroces bestias que probablemente tenían amedrentados a los habitantes de aquellos pagos. El gentleman va embutido en elegante y pulcro abrigo y se toca a lo Bogart. Su presencia destaca como la de una estrella en su sistema plantario. Parece que enfila su mirada entre satisfecha y meditabunda hacia uno de los cadáveres.  

Cerca de él orbitan algunos miembros de su círculo o aspirantes a entrar en él, sonriendo. Y al ladito, en posición de firmes, posa una digna representación del cuerpo social que se encarga de velar por el mantenimiento del orden establecido. La pareja, que se decía antes.

En cuclillas, para no hurtar demasiada imagen a los de arriba y, ¡mecachis!, para ocupar el puesto que el ordenamiento jerárquico humano les señala, elementos del pueblo llano sostienen en vilo a los zorros que han cobrado, como para darles la presencia y la prestancia que poco antes unas balas salidas de sus escopetas les arrebataron.  El señor del centro parece que debería estar arriba, pero quizá se ha complacido en habitar momentáneamente las esferas inferiores para sentir en su mano el peso de la muerte aún cálida…

Finalmente, en el nivel más bajo, un sujeto de boina calada se prosterna estrechando a sus perros, como queriendo mimetizarse con ellos.  No se sabe si desea tranquilizar la excitación que debe de despertar en los canes el olor dulzón a sangre detenida o simplemente los abraza como haría un padre orgulloso de sus hijos que vienen del colegio con notables y sobresalientes en todas las asignaturas (en este caso, en el ejercicio venatorio del que han sido imprescindibles protagonistas). 

Para que la imagen resultara plenamente paradigmática del mundo echo en falta a un cura. De hecho, no me sorprendería que alguno hubiera pasado por allí para bendecir la expedición de caza cuando esta se inició. 

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