jueves, 25 diciembre 2025

El misterio del número cero: cómo el cerebro humano aborda la «nada» matemática

Al azar

El concepto del número cero ha tenido un viaje fascinante a lo largo de la historia, desde su invención como un simple marcador en la antigua Babilonia hasta convertirse en uno de los mayores logros matemáticos de la humanidad. Hace aproximadamente 2500 años, los comerciantes babilonios usaban dos cuñas inclinadas para representar un marcador de posición en los números, como 50, 505 y 5,005. Aunque esta forma primitiva de cero no tenía un valor en sí mismo, marcaba la distinción entre los números.

Fue en la India del siglo VII cuando el cero se transformó de un marcador a un número con valor, ocupando su lugar en la recta numérica antes del número uno. Esta invención no solo revolucionó la matemática, sino también el avance de la ciencia y la tecnología. Andreas Nieder, neurocientífico de la Universidad de Tübingen, señala que el cero es considerado por muchos matemáticos como uno de los mayores logros de la humanidad, si no el mayor.

Dificultad conceptual

Sin embargo, la comprensión del cero no es algo sencillo. Tanto para niños como para adultos, el cero presenta una dificultad especial para entenderlo y leerlo. Mientras que otros números se relacionan fácilmente con objetos tangibles, el cero representa la ausencia de algo, lo que requiere un nivel adicional de abstracción mental. Benjy Barnett, investigador sobre la conciencia en el University College London, explica que el cero obliga a la mente a concebir la «nada» como una entidad matemática, lo cual es un desafío único.

Investigaciones recientes han comenzado a descubrir cómo el cerebro humano procesa el cero. Dos estudios independientes, uno liderado por Nieder y otro por Barnett, han mostrado que el cerebro codifica el cero de manera similar a otros números en una «línea numérica mental». Sin embargo, uno de estos estudios revela que el cero tiene un estatus especial en el cerebro. Aunque aparece en la línea numérica, es percibido como una entidad única, lo que sugiere que el cerebro lo trata de manera diferente.

El desafío de la nada

Históricamente, el cero ha sido una fuente de confusión y fascinación. Cuando llegó a Europa en el siglo XIII a través de Fibonacci, quien lo introdujo desde el mundo árabe, el concepto de «nada» desafiaba las creencias teológicas y filosóficas, ya que muchos lo asociaban con el caos y el desorden. De hecho, algunos llegaron a considerarlo como el «número del diablo». A pesar de este escepticismo inicial, los comerciantes rápidamente vieron su utilidad, y para el siglo XV, el cero se había extendido por Europa, jugando un papel crucial en el comercio, las finanzas y las matemáticas.

Aunque el cero es ahora omnipresente, sigue siendo un concepto misterioso para muchos. Por ejemplo, la noción de que multiplicar por cero hace desaparecer cualquier número sigue siendo difícil de comprender, incluso para los estudiantes de matemáticas. Como dice Nieder, el cero es como «el tío excéntrico en la familia de los números». Para usarlo en cálculos, fue necesario establecer reglas especiales: no se puede dividir un número por cero, pero se puede dividir cero por cualquier número.

Las neuronas y el cero

Para los neurocientíficos, el cero ha resultado ser tan intrigante como para los matemáticos. Investigaciones han mostrado que algunas neuronas en el cerebro «prefieren» ciertos números. Es decir, responden más cuando se les presenta una cantidad particular, como tres, que cuando se les presentan dos o cuatro. Este fenómeno se observa no solo en humanos, sino también en animales como los monos y los cuervos, que tienen neuronas sintonizadas específicamente con el concepto de cero. Sin embargo, hasta hace poco, nadie había estudiado cómo el cerebro humano codifica el cero.

Barnett comenzó a investigar la relación entre el cerebro y la ausencia antes de enfocarse en el número cero. Su interés radicaba en cómo el cerebro maneja la experiencia de que algo no está presente, lo que llevó a su estudio sobre el cero como una representación concreta de la ausencia. Utilizando una técnica de magnetoencefalografía (MEG), Barnett y su equipo observaron cómo el cerebro de los participantes respondía al pensar en el cero, y encontraron que el cerebro trata al cero tanto como un número como una cantidad.

Por otro lado, Nieder ha estado estudiando el cero y la ausencia desde hace casi una década. Propuso que los mecanismos neurológicos que codifican la ausencia podrían estar relacionados con los que codifican el cero, y su investigación ha sugerido que el cerebro puede representar el «conjunto vacío» con más precisión que otras pequeñas cantidades.

A pesar de las diferencias entre los estudios de Barnett y Nieder, ambos coinciden en que el cero es un número especial que el cerebro trata de manera particular. Mientras que el cero se representa junto con otros números pequeños, su representación es más distinta. Además, aunque el cerebro trata el símbolo del cero de manera similar a otros símbolos numéricos, sigue siendo un «excéntrico» entre los números.

Estos estudios son solo el comienzo para comprender cómo el cerebro maneja el concepto de cero y la ausencia. Los investigadores coinciden en que hay mucho por descubrir, especialmente sobre cómo el cerebro procesa «cero» como palabra escrita o cómo se relacionan los diferentes conceptos de cero.


Fuente: Quanta Magazine.

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