El oro es uno de los metales denominados preciosos, ya que puede encontrarse en estado puro en la naturaleza, es decir, sin estar formando compuestos con otros elementos. Esta característica es propia de un reducido número de elementos metálicos como la plata, el platino, el rodio o el paladio. El hecho de encontrarlos de forma libre en la naturaleza revela la gran estabilidad química y durabilidad de estos elementos, por lo que a veces se les llama también nobles.
En el caso concreto del oro, no reacciona con la mayoría de los productos químicos, salvo con un número muy reducido de estos, como el cianuro, los iones de haluros o el agua regia. Tiene baja capacidad de alearse con otros metales salvo el mercurio, con el que forma amalgamas. A diferencia de lo que le ocurre a la mayoría de los metales que hemos descrito hasta ahora, es incapaz de oxidarse, por lo que no está recubierto nunca de una fina capa de óxido. Al contrario, su brillo metálico resulta siempre perceptible, lo que, combinado con su gran ductilidad, maleabilidad y densidad, lo hace un material idóneo para la joyería y la orfebrería, siendo de un color amarillo intenso muy característico. A menudo el oro no se trabaja en estado puro para joyería, sino que se preparan aleaciones, sobre todo con plata, níquel o cobre, para aumentar la dureza y poder producirlo en varios colores. Por ejemplo, con plata o níquel suele dar aleaciones de color blanco o plateado, mientras que con cobre se logran de tonos rojizos.
Como ya se ha indicado, el oro se encuentra normalmente en estado puro, en forma de pepitas y depósitos aluviales. En la figura 2.14 se muestra un ejemplo de oro nativo sobre cuarzo tal y como puede hallarse. Esto hace que, a diferencia de la mayoría de los metales, la extracción de oro no siempre esté supeditada a costosos procesos de minería, como vimos en el caso del aluminio. Al poder encontrarse de forma nativa, la búsqueda de oro fue siempre una ocupación muy arraigada en la cultura popular, y ha habido épocas en las que mucha gente se aventuraba a buscar oro en los yacimientos de algunos ríos o en aquellas zonas donde se suponía una alta presencia de este metal, como Alaska y el oeste de Canadá. La búsqueda manual de oro mediante la técnica del bateo se ha hecho popularmente conocida gracias al cine.

No obstante, el oro también puede encontrarse formando compuestos en distintos minerales como la calaverita (telururo de oro), la silvanita o la krennerita, que son telururos mixtos de oro y plata. El proceso de extracción del oro se basa en la lixiviación con cianuro, es decir, la acción directa de un disolvente líquido. En este caso se forma un complejo que precipita y que puede reducirse posteriormente con zinc. Este método es muy controvertido ya que el cianuro es extremadamente tóxico y tiene unas consecuencias medioambientales poco deseadas, pero aún no se ha encontrado otro ligando que sea viable económicamente y que carezca de esta toxicidad tan alta.
El oro es un material muy particular debido a que su uso principal es el de la joyería desde tiempos muy antiguos. En la figura 2.14b se muestra el llamado Tesoro del Carambolo, encontrado en la localidad sevillana de Camas y que data de en torno al siglo VII a. C. Esta costumbre continúa muy arraigada y actualmente una parte importante de los artículos de joyería usan oro como material preferente, como se muestra en la figura 2.14c. Sin duda, el oro es el metal estrella de la joyería, aunque evidentemente no es el único. Aparte de su color y brillo característicos que le dan una belleza inherente, ya hemos comentado que el oro es especialmente fácil de trabajar. El oro puro o de 24 quilates, como se denomina en joyería y orfebrería[1], es demasiado blando para su uso directo, por lo que se alea con otros metales como plata, cobre o en menor medida níquel para mejorar sus propiedades mecánicas, su dureza y su resistencia al desgaste. Por eso el oro de las joyas suele ser de 18, 14 o 10 quilates típicamente.
Un quilate es la veinticuatroava parte en peso del metal referido en una determinada aleación o, lo que es lo mismo, el 4,167%. De este modo, 24 quilates de oro se corresponderían con oro puro, 18 quilates a una aleación con un 75% de oro y así sucesivamente. La del 75% es la que más se comercializa en joyería. El 25% restante de la aleación lo constituyen otros metales que se eligen de acuerdo al color que se desea. Así, el denominado oro amarillo suele contener cobre y plata a partes igual; el oro rojo es una aleación predominantemente con cobre; y el popular oro blanco es el resultado de añadir un 16% de paladio y un 9% de plata, u otras opciones similares. No obstante, el término de oro blanco resulta un poco confuso porque se usa indiscriminadamente en varios contextos y a veces hace referencia también a aquellas piezas sobre las que se ha depositado un finísimo recubrimiento de rodio.
El oro siempre ha estado ligado a la riqueza. Desde tiempos antiguos se ha utilizado como patrón monetario y para acuñar monedas. Si bien es cierto que esta última modalidad está ya prácticamente en desuso en favor de otros metales como el cobre, el zinc, etc., sigue jugando un papel muy importante en cuanto a reserva de riqueza. Esto se debe a que el oro es un material relativamente escaso que se lleva produciendo desde la antigüedad, por lo que la posibilidad de que se encuentren nuevos yacimientos con cantidades importantes es muy baja. Esta circunstancia hace que el precio del oro sea muy estable y, a diferencia de la inmensa mayoría de materias primas, no tenga fluctuaciones muy bruscas a lo largo del tiempo, siendo un valor muy seguro. Por esta razón, casi todos los países, algunas instituciones internacionales como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional e incluso personas a título individual hacen acopio de oro en mayor o menor medida. Para este fin el oro se funde en lingotes (figura 2.14d) de distintos tamaños y se almacena en lugares seguros.
Resulta llamativo que tan solo en torno a un 10% de la producción mundial de oro se emplea con fines industriales, como conductores de alta calidad y otras aplicaciones en electrónica de tipo industrial, y toda la cantidad restante se dedica a joyería, orfebrería y reservas. Un dato a destacar sobre la relativa escasez del oro es que su producción anual es muy estable, siendo ligeramente inferior a las 3000 toneladas. Dada su densidad, esto sería aproximadamente un cubo de unos 5 m de arista. Si hiciéramos la comparación con la producción anual de acero, esta sería un prisma de base cuadrada de 5 m de lados y 4000 km de altura.
[1] No debe confundirse la definición de quilate en joyería y orfebrería que aquí comentamos con la que se hace en gemología como unidad de masa para gemas y perlas y que actualmente equivale a 200 mg.
Este texto pertenece al libro:
Carlos Romero Muñiz, José M.ª Gavira Vallejo: Noventa materiales de ingeniería para la enseñanza de Física y Química. Triplenlace.com, 2025. https://triplenlace.com/aula-libros/90mi/ .

