Adriana Araujo Vega »

El elemento número 53 de la tabla periódica, el yodo (también llamado iodo), es un oligoelemento fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo. Que esté presente en nuestra dieta de forma equilibrada, sobre todo en las primeras etapas de la vida, es crucial. Todos algunas vez hemos oído términos como bocio, hipotiroidismo y cretinismo. Estas son algunas de las patologías que pueden estar causadas por una carencia o exceso de yodo en el organismo.
En un principio, el descubrimiento del yodo pasó inadvertido para el químico francés Bernard Courtois, quién fue el primero en aislarlo (sin saberlo) mientras buscaba compuestos de sodio y potasio en las cenizas de algas marinas en 1811. No fue hasta 1814 cuando Gay-Lussac se dio cuenta de que estaba ante un nuevo elemento químico, al que bautizó con el nombre de yodo (que en griego significa violeta) porque este es el característico color que presenta el elemento en estado gaseoso.
En la naturaleza tiene una amplia distribución, aunque se encuentra principalmente en el agua de mares y océanos, desde donde también puede pasar al aire (por evaporación) y a los suelos. Como es lógico, los alimentos más ricos en yodo serán aquellos provenientes de ambientes marinos como pescados, mariscos y algas.

En el organismo, el yodo se encuentra almacenado en la tiroides, una glándula con forma de mariposa que se encuentra en la cara anterior del cuello. En el interior de la tiroides, junto con el aminoácido tirosina, el yodo forma una molécula llamada tiroglobulina que es la precursora de las hormonas tiroideas T3 y T4. Estas hormonas son vitales para el correcto funcionamiento del metabolismo celular, haciendo posibles, entre otros procesos, el crecimiento y el desarrollo neuronal en el feto. Tanto su exceso como su defecto pueden causar enfermedades que repercuten de forma generalizada en el organismo y en la calidad de vida de las personas afectadas. Algunas de estas enfermedades son las siguientes.
Hipotiroidismo
Es un descenso en la secreción de hormonas tiroideas. Hace algunos años era muy frecuente en personas con dietas pobres en yodo e incluso endémica en determinadas zonas geográficas alejadas del mar, asociadas tradicionalmente con poca ingesta de alimentos con suficiente contenido en yodo. En la actualidad, aunque continúa siendo importante, la falta de yodo no es su principal causa; se sabe que, además, puede estar causado por una predisposición genética. Esta enfermedad puede cursar con bocio (agrandamiento de la glándula tiroides). Las personas afectadas suelen ser tratadas con fármacos que sustituyen a las hormonas no producidas por la tiroides.
Cretinismo
Es una enfermedad que afecta al feto en su desarrollo y puede producir diversas complicaciones en la vida infantil y adulta. Su causa más frecuente es una dieta pobre en yodo o hipotiroidismo no tratado en la mujer embarazada.


Hipertiroidismo
Es un exceso en la producción de hormonas tiroideas. Puede estar causada por un exceso de yodo en la dieta, aunque que como en el hipotiroidismo, existen otras causas (sobre todo genéticas) que pueden ocasionarla.
Yodo y radiactividad
Existen una treintena de isótopos del yodo, pero el único estable es el I-127. Cuando se produce un accidente nuclear, como el ocurrido en Japón en marzo de 2011, se liberan muchos isótopos radiactivos del yodo. Esto supone un problema para nuestra tiroides, ya que es incapaz de distinguir entre el yodo estable y el yodo radiactivo. La acumulación de yodo radiactivo en la tiroides puede provocar alteraciones que finalmente pueden causar tumores. Después de catástrofes nucleares, como la de Chernóbil en 1986, los casos de cáncer de tiroides suelen dispararse a altos niveles entre la población de las zonas afectadas. El año pasado, en Japón se produjo un gran temor entre la población por esta causa, por lo que se disparó la venta de yoduro potásico, un medicamente que tradicionalmente se utiliza para tratar la carencia de yodo. La razón es simple, al ingerir este medicamento, el organismo recibiría una gran cantidad de yodo extra, la tiroides se vería “saturada” y ya no podría absorber el yodo radiactivo presente en el ambiente, con lo que, en apariencia, la posibilidad de padecer cáncer de tiroides se reduciría. Pero las autoridades sanitarias advirtieron que no es oro todo lo que reduce y que consumir un exceso de yodo cuando no es necesario también podría tener importantes efectos secundarios, desde el hipertiroidismo hasta la aparición de alergias a este elemento. Es una difícil elección. Lo mejor sería que no nos falte ni nos sobre el elemento violeta y puesto a pedir, que este sea lo más estable posible.