Xavier Puig Martinez »
Recientemente se ha galardonado con el Nobel de Química al primer hombre que a través del microscopio electrónico ha visto una obra artística en donde otros solo veían una serie de átomos esparcidos al azar.
Se trata de una estructura atómica que revela una nueva concepción de simetría y orden que ha hecho incluir un nuevo tipo de sólidos a los conocidos hasta ahora. A estos materiales se les conoce como cuasicristales y se consiguen al fundir metales y enfriarlos con mucha rapidez. Por ello únicamente se han encontrado de forma natural en la Tierra como parte de meteoritos. Los demás se sintetizan en laboratorios y son muy valiosos por su alta dureza. Ahora sabemos que existen en la naturaleza estructuras que se alinean formando aleaciones innovadoras que se plantean como materiales del futuro combinando sus átomos como baldosas en un mosaico árabe.

Durante veinte años se negó que existiera un orden concreto pero este científico defendió hasta el final un orden basado en la proporción divina, relación que los antiguos matemáticos suponían que era la que tenían los cuerpos divinos. Esta relación se encuentra en incontables ocasiones dentro del pentágono. Así fue como inspiró a ilustres como Platón y llegó a ser un símbolo religioso de la escuela de Pitágoras mediante la representación de una estrella de cinco puntas. Esto lleva al primer número irracional estudiado por el hombre ya desde la antigua Mesopotamia hacia el 2000 a.C. Se define como el cociente entre la diagonal interior de un pentágono regular y uno de sus lados. Se trata del número F = 1.6180…. Posteriormente se han encontrado que los árabes utilizaron estas proporciones para crear los mosaicos y teselas que adornan palacios moriscos como la Alhambra.
Ya en el Renacentismo inspiró a artistas como Leonardo da Vinci que lo usó para perfilar hasta la perfección sus cuadros (la última cena, la Gioconda y los bocetos de anatomía humana están acorde con esta proporción). Dalí lo incorporó en sus cuadros para reinventarse, como en su obra Leda Atómica, que por su nombre ya vaticinaba esta relación.
