Lucía Ayuso Martínez »
Muchos hemos experimentado la sensación de, viajando en tren o en coche, pasar cerca de una de esas praderas de molinos inmensos que te hacen pensar en lo insignificante que eres a su lado. ¿Habéis pasado alguna vez al lado de un camión que transportaba tan sólo una de las descomunales aspas que porta cada “juguete” de esos? Impresiona.
Cuando hablamos de “parque eólico” imaginamos instalaciones terrestres que agrupan un conjunto de aerogeneradores cuya misión es dar como fruto energía eléctrica a partir de energía eólica. Bien, hasta ahí el concepto, pero demasiado acotado en cuanto a la localización. Ahora también podemos verlos viajando en barco o desde la costa, mirando hacia el mar.
A día de hoy sabemos que la energía eólica es una fuente en constante renovación que pretende activar un futuro energético limpio y sostenible.
Como dato revelador, la Unión Europea ha fijado el objetivo de que en 2020 el 20% del consumo de energía provenga de fuentes renovables. La tendencia actual es la de promover el aprovechamiento del recurso del viento.
Este escrito pretende centrarse en un breve estudio de los “parques offshore”, situados en el mar, a grandes distancias de la costa, un sector actualmente en investigación y que parece tener muchos atributos positivos y de interés.
Historia de los parques offshore
Fue Dinamarca, en el 1991, el pionero de una instalación en activo de una turbina eólica en aguas profundas (offshore) costa afuera, aunque ya en 1990 se produjo un proyecto experimental.
2010 a sus inicios gozaba de 2.000 megavatios eólicos marinos que pegaron un fuerte salto a 3.000 megavatios a final de dicho año. Vemos así como se refleja un aumento sin duda nada despreciable.
Los países que están a la cabeza de este desarrollo son Reino Unido, Dinamarca, Holanda, Noruega, Suecia y Alemania.
La previsión que se estima es que siga incrementándose el potencial de energía eólica offshore.
En España, es en 2007 cuando se establece el procedimiento administrativo para la tramitación de las solicitudes de autorización de instalaciones de generación eléctrica en el mar territorial según el Real Decreto 1028/2007, de 20 de julio. A día de hoy no está implantada aún en nuestro país, pero se predice que en unos dos años dará unos 2.000 puestos de trabajo. Como muestra decir que está en pie un nuevo proyecto actual en la Comunidad Autónoma de Murcia.
Todos nos preguntamos: ¿qué tiene de peculiar y fantástico?
Resulta que en el mar, la velocidad del viento es mayor que en tierra, a la vez que más suave y frecuente, y se producen menos turbulencias. Se goza de superiores espacios libres y se pueden montar grandes instalaciones y debido a la ubicación a grandes distancias de lugares habitados, el impacto visual y sonoro se reduce notablemente. Se tiene menos limitaciones en relación con la carga a transportar y se pueden montar aerogeneradores de mayor tamaño que generan mayor rendimiento, produciendo mayor cantidad de energía eléctrica que podría abastecer una gran parte de la demanda actual.
Si es tan maravillosa ¿por qué limitar una energía tan limpia y renovable como se predice?
Los principales condicionantes son los altos costes de proyecto, gestión e instalaciones, más avanzados y caros que los terrestres, por tener que considerar más variantes, como la dinámica oceánica. Es muy importante el estudio previo del emplazamiento y los riesgos que puede acarrear.
No es todo tan bonito como se pinta y como en cualquier gran obra de ingeniería, los procesos previos y la instalación ya montada, produce alteraciones en el medio natural, tanto en los hábitats de animales marinos como de las aves que circulen por las inmediaciones. Afectando en general a sus costumbres, como alimentación o teniendo que cambiar de “vivienda” o provocándoles afecciones como sordera por ruido o enfermedades más graves que incluso lleve a la muerte y desaparición de alguna especie.
Por otra parte, todo el proceso desde el proyecto, instalación, mantenimiento y explotación aportaría nuevos puestos de trabajo que, sin entrar en política, tanta falta hacen.
Y los molinos, ¿no sufren afección por parte del entorno?
Por supuesto, el mar posee numerosos agentes corrosivos, sales y cloruros; le rodea un clima húmedo y posee una gran cantidad de compuestos químicos que atacan a las instalaciones. Según el tipo de material del que esté hecha la instalación, el efecto es uno u otro. Por ejemplo, si se trata de hormigón armado, los sulfatos y cloratos se introducen en la estructura química del hormigón y pueden provocar su corrosión, debilitamiento y posterior colapso, por lo que es necesario un recubrimiento especial mínimo de dicho armado. Si la estructura es de acero, las cargas eléctricas que se acerquen a su entorno pueden provocar una rápida corrosión y desgaste, y la consecuente mella en la estructura, por lo que se coloca un ánodo de sacrificio, cuya función receptora es la de absorber todas esas cargas sin que lleguen a afectar a la estructura de acero de la instalación.
A día de hoy no imaginamos una construcción sin actuaciones previas ¿Llegará algún momento en el que se puedan reducir esas modificaciones del entorno natural?
Es el propósito de los diques de abrigo, que pueden utilizarse como parques eólicos instalados en plataformas ya antropizadas que pretenden conseguir los beneficios de las instalaciones marítimas y terrestres.
Actualmente están siendo proyectos más viables y España ya se ha estrenado en ellos, destacando los cinco molinos dispuestos en el dique de Punta Lucero en Bilbao.

Hemos comentado que la energía eólica es un recurso natural dentro de las fuentes renovables, pero requiere como cualquier construcción cambios y consecuencias también negativas, sobre todo en el ámbito medioambiental. ¿En un conjunto total, rinde verdaderamente en favor del medio natural o sólo es otro negocio económico que interesa?
En esta pregunta interviene el profesor de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid don Vicente Negro Valdecantos, doctor ingeniero de Caminos, quien nos comenta que verdaderamente se está mirando por la salud del Medio Ambiente con controles cada vez más rigurosos. Se pretenden instalaciones que dañen lo menos posible el entorno natural, a la vez que rindan más, gasten menos y proporcionen el servicio y la cantidad que se requiere, no sin olvidar que son potenciales puestos de trabajo y puede ser un gran impulso para la economía de cualquier país.
La demanda de consumo eléctrico va en aumento
En el ya pasado 2007 la cantidad de energía eléctrica consumida era la que se refleja en la siguiente imagen, sorprendiendo el salto que se estima para el 2030, donde sorprende ver que, la previsión revela tal aumento que apenas unas pequeñas zonas del planeta quedarían sin este servicio.

Conclusión
No somos conscientes, o a menudo, no nos interesa serlo, de que todo tiene un final. Está muy bien investigar e idear tecnologías nuevas y mucho más avanzadas que, buscado minorar cada vez más el daño al medio ambiente, revitalicen la economía. Pero deberíamos concienciarnos lo primero y empezar no sólo a saber hacer un uso razonable de los medios que disponemos sino a hacerlo.
Malgastamos cantidades desmesuradas de energía de todo tipo, de alimentos, de productos químicos (como fármacos, detergentes y fertilizantes) que no sólo no necesitamos, sino que sólo potenciamos un mundo y una vida totalmente artificial.
Referencias
D. Vicente Negro Valdecantos: doctor Ingeniero de Caminos, Profesor Titular de Tecnologías del Medio Ambiente del Departamento de Ingeniería Civil, Ordenación del Territorio, Urbanismo y Medio Ambiente, docencia en Puertos y Costas e Ingeniería Portuaria.
D. José Santos López Gutiérrez:. Profesor Asociado en la Universidad Politécnica de Madrid, doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.
Bibliografía
- Apuntes del Seminario “Energía Eólica Marina”. Universidad Politécnica de Madrid
- La energía eólica bate su récord de generación eléctrica mensual