Denís Paredes Roibás »
No es ninguna novedad la inclusión de conceptos científicos dentro del mundo de los videojuegos. Se habla de las físicas de los motores gráficos, de las dinámicas, de los fluidos, de partículas en movimiento, etc. De hecho, muchos de estos tienen como tema central conceptos tan comunes para la ciencia como el tiro parabólico en Angry Birds mientras que otros llegan a ser tan complejos como las reacciones nucleares y químicas en el no tan conocido y complejo Powder Toy o la electrónica y computación que es posible en Minecraft.
Pero lo que no es tan común es oír hablar de videojuegos en el mundo de la química y la ciencia en general (sin tener en cuenta a la informática, obviamente). Sin embargo no es ninguna novedad el uso de estos para ayudar al desarrollo de esta.
Un ejemplo de esta es el proyecto FoldIt donde mediante unas reglas muy simples el jugador se enfrenta a una serie de proteínas que deberá girar, estirar y estrujarlas resolviendo ciertos puzles que aumentan de dificultad. El fin del juego es que entre todos los usuarios se estudien todas las posibilidades de conformación de un enzima inhibidor de unas proteínas relacionadas con el virus del VIH. De hecho, muchos jugadores ya han logrado esa conformación correcta ayudando así al avance de la ciencia mientras disfrutaban de un juego que personalmente me parece muy correcto.
También existen, fuera de la química, otros juegos que ayudan al desarrollo de la ciencia, por ejemplo el Galaxy Zoo, en el que debes ayudar a estudiar colisiones de galaxias.
Otros proyectos no necesitan que el jugador este jugando sino que puede jugar a cualquier cosa mientras parte del procesador de su consola sirve para realizar complejos cálculos como es el caso de la Universidad de Stanford y PlayStation 3 en la investigación de medicamentos contra el alzheimer (ya concluido) o el conocido proyecto SETI, que utiliza PC de miles de personas como uno único a través de Internet para realizar el análisis de los datos que recibe.