Es fácil. Basta mezclar yodo triturado con aluminio en polvo. El yodo es relativamente buen oxidante; el aluminio es reductor. El agua (bastan unas gotas; mejor caliente) ayuda a que entren en contacto.
Ambos elementos reaccionan y forman yoduro de aluminio:
2Al(s) + 3I2(s) → Al2I6(s)
La reacción es muy exotérmica, lo que explica las llamas que se forman. .
La sal obtenida se hidroliza en parte para dar hidróxido de aluminio, base débil y poco soluble, y yoduro de hidrógeno:
Al2I6 + 6H2O → 2Al(OH)3 + 6HI
La reacción anterior, vista en sentido contrario, es la típica reacción ácido-base. En condiciones normales el equilibrio debería estar totalmente desplazado hacia la izquierda. Pero en este caso la volatilidad del HI, favorecida por el calor, hace que este producto se retire del medio, lo que favorece la reacción hacia la derecha (principio de Le Châtelier).
Se observan vapores violetas de yodo y blancos de vapor de agua y probablemente de alguno de los sólidos que se forman, que se vaporizan. En el fondo del recipiente queda yoduro de aluminio incandescente.
Esta reacción a veces es muy lenta, pero en condiciones ideales se desarrolla tras un tiempo de inducción que solo dura segundos. Si el agua contiene un poco de detergente, la reacción será más rápida porque el poder mojante del líquido es mayor. También depende del estado físico del aluminio. Hay que tener en cuenta que este es un metal muy activo, fácilmente oxidable, pero normalmente resiste a la oxidación porque las capas de óxido de aluminio superficiales lo protegen. Por eso debe estar finamente dividido.
Advertencia: los vapores que se generan son tóxicos.