viernes, 19 diciembre 2025

Los aludes pueden alcanzar los 300 km/h

Las avalanchas de nieve son fenómenos de gran poder y velocidad capaces de ejercer fuerzas destructivas inmensas

Los aludes o avalanchas de nieve son uno de los fenómenos naturales más espectaculares y peligrosos en regiones montañosas. Se trata del desplazamiento repentino de una masa de nieve, hielo y, en ocasiones, rocas y árboles ladera abajo, impulsado por la gravedad. Su velocidad, fuerza destructiva y capacidad de generar tragedias las han convertido en objeto de estudio en meteorología, geología y gestión de riesgos.

La velocidad de un alud depende de varios factores, como el tipo de nieve, la pendiente de la montaña y la cantidad de material en movimiento. Existen dos tipos principales de aludes:

  1. Aludes de aerosoles y nieve polvo: Son las más rápidas y pueden alcanzar velocidades superiores de 200 (polvo) y hasta 300 km/h (aerosoles). En este tipo de alud, la nieve suelta y seca forma una nube en expansión que desciende a gran velocidad y puede recorrer largas distancias.
  2. Aludes de placa: Se producen cuando una capa de nieve compacta se desliza sobre otra más débil. Suelen moverse a velocidades entre 40 y 160 km/h, pero pueden acelerarse si la pendiente es muy inclinada.

Independientemente del tipo, la rapidez con la que ocurre el fenómeno hace que sea casi imposible escapar una vez que comienza.

Las avalanchas tienen un enorme poder destructivo debido a la combinación de su masa y velocidad. Algunas de sus características más impactantes incluyen:

  • Presión de impacto: Un alud puede ejercer una presión de hasta 40 toneladas por metro cuadrado, suficiente para destruir edificios, arrancar árboles de raíz y desplazar vehículos.
  • Sufocación y trauma: Quienes quedan atrapados en una avalancha tienen un alto riesgo de asfixia, ya que la nieve se compacta rápidamente, impidiendo el movimiento y la respiración. También pueden sufrir lesiones traumáticas debido a la colisión con rocas, árboles u otros obstáculos.
  • Efectos secundarios: En algunas ocasiones, los aludes pueden provocar aludes secundarios, deslizamientos de tierra o incluso tsunamis en lagos de montaña si la nieve desplazada cae en cuerpos de agua.

Aludes famosos en la historia

A lo largo de la historia, varias avalanchas de nieve han causado grandes tragedias, tanto en asentamientos humanos como en expediciones de montaña. Algunas de las más notables son:

1. El alud de Huascarán (1970, Perú)

El 31 de mayo de 1970, un terremoto de magnitud 7.9 en la costa de Perú desencadenó una enorme avalancha en el nevado Huascarán, en la Cordillera Blanca. Un bloque de hielo y rocas de aproximadamente 80 millones de metros cúbicos descendió a más de 300 km/h, arrasando las localidades de Yungay y Ranrahirca. Más de 20 000 personas murieron en cuestión de minutos, convirtiéndola en una de las avalanchas más mortíferas de la historia.

2. El alud de la Primera Guerra Mundial (1916, Alpes italianos)

Durante la Primera Guerra Mundial, en diciembre de 1916, una serie de aludes en los Alpes mató a más de 10 000 soldados de ambos bandos en la frontera entre Italia y Austria. Se cree que algunas avalanchas fueron provocadas deliberadamente por bombardeos enemigos para enterrar posiciones militares.

3. La tragedia del Everest (2014, Nepal)

El 18 de abril de 2014, un alud en el Monte Everest cayó sobre un grupo de sherpas que transportaban equipo para alpinistas. Dieciséis guías murieron, lo que la convirtió en una de las peores tragedias en la historia de la escalada del Everest. Este evento resaltó los riesgos extremos que enfrentan los guías de montaña.

4. El alud de Galtür (1999, Austria)

El 23 de febrero de 1999, tras intensas nevadas, un alud de nieve polvo descendió sobre el pueblo de Galtür en Austria, alcanzando una velocidad de más de 200 km/h. Atrapó a decenas de personas y mató a 31. El suceso llevó a mejoras en los sistemas de alerta y gestión de aludes en los Alpes.

Prevención y medidas de seguridad

Dado su potencial destructivo, la prevención de aludes es un área clave en la gestión de riesgos en regiones montañosas. Entre las estrategias utilizadas se incluyen:

  • Monitoreo y pronósticos: Se utilizan estaciones meteorológicas y sensores de nieve para evaluar el riesgo de aludes.
  • Explosiones controladas: En algunas zonas de esquí y carreteras montañosas, se provocan pequeños aludes artificiales para liberar la nieve acumulada de manera controlada.
  • Barreras y estructuras de protección: Se construyen muros, redes y diques para desviar aludes lejos de zonas habitadas.
  • Educación y equipo de seguridad: Los excursionistas y alpinistas suelen portar equipo especial como detectores de aludes, palas y sondas, además de capacitarse en técnicas de supervivencia.

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