El Papa estadounidense-peruano León XIV (Roberto Prevost Martínez) estudió Matemáticas en la Universidad Villanova de Filadelfia, titulándose en 1977. Nacido en Chicago en 1955, de madre de ascendencia española y padre franco-italiano, León XIV vivió varias décadas en Perú, donde desarrolló una intensa labor misionera y pastoral. Durante su estancia en Perú, fue vicario parroquial, rector de seminario, juez eclesiástico y obispo de Chiclayo. Además, obtuvo la nacionalidad peruana.
Además de su formación en matemáticas, León XIV posee una maestría en Divinidad y un doctorado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) en Roma. Su tesis doctoral se centró en el rol del prior local en la Orden de San Agustín.
Con su elección, León XIV se suma a la lista de papas con formación científica, como Silvestre II, Juan XXI y el argentino Francisco (Jorge Mario Bergoglio), su antecesor, que estudió química.
Silvestre II (Gerberto de Aurillac, papa de 999 a 1003) fue matemático, astrónomo y filósofo. Introdujo en Europa conocimientos de astronomía y matemáticas árabes, como el uso del ábaco y posiblemente el sistema decimal. Fue uno de los primeros en usar el astrolabio en Europa cristiana.
Juan XXI (Pedro Hispano, papa de 1276 a 1277) fue médico y filósofo natural. Escribió el «Thesaurus Pauperum», un manual médico muy influyente en la Edad Media. Como dato curioso, se dice que murió cuando el techo de su estudio le cayó encima mientras trabajaba.
Hubo papas no científicos de formación pero sí interesados en la ciencia, como Benedicto XIV (Prospero Lambertini, papa de 1740 a 1758), que reorganizó la Academia de Ciencias del Vaticano y autorizó estudios científicos incluso en temas delicados como la anatomía, Pío XII (Eugenio Pacelli, papa de 1939 a 1958), que reconoció que la teoría de la Gran Explosión es compatible con la fe católica; o Juan Pablo II (Karol Wojtyła, papa de 1978 a 2005), que fundó la Pontificia Academia de las Ciencias en su forma moderna y reconoció oficialmente que la Iglesia se había equivocado en el caso Galileo.

