Aclaro que hablaré de la piriñaca gaditana puesto que hay un plato cántabro del mismo nombre que no es lo mismo.
La piriñaca gaditana se suele considerar una guarnición, un acompañamiento o un plato a manera de ensalada (por ejemplo, para combinar con patatas revueltas con huevos), pero en verano igualmente se puede tomar como un plato en sí.
Es lo más sencillo del mundo y se prepara en poco más de 5 minutos: solo se necesita tomate, pimiento, cebolla, aceite y vinagre (y opcionalmente sal, pero, para mi gusto, nos podemos ahorrar este ingrediente nada sano, ya que el vinagre lo hace innecesario). Además de estas verduras se pueden añadir otras, como pepino e incluso zanahorias. Estas pueden ser crudas (en cuyo caso recomiendo cortarlas en rodajas finas) o cocidas lo suficiente como para ablandarlas. En fin, como siempre digo, creo que es bueno no ceñirse a recetas cerradas y, por el contrario, experimentar.
Todo lo que hay que hacer es picar los ingredientes en trozos menudos. Eso es importante para que cuando nos llevemos una porción a la boca vayan mezclados todos los ingredientes y sus sabores. Pongo a continuación algunas imágenes del proceso. Una cosa antes: para mi gusto, el vinagre debe ser de Jerez, y el aceite, de oliva, claro.
1. Para dos personas bastan 4 o 5 tomates. El tomate es el ingrediente principal y debe predominar en cantidad sobre los otros. Los de la foto no son precisamente los que me gustan más, ¡pero son los que teníamos en la nevera! Utilicé la mitad de la cebolla y no todos los pimientos de la foto, sino solo 6 (ya que eran de los pequeños; si hubiesen sido más grandecitos, con uno o dos bastaría).
2. Piqué las tres verduras menuditas…
3. …y las mezclé, añadiendo aceite y vinagre (en esta ocasión decidí no salar). Lo ideal es preparar el plato algún tiempo antes de comerlo para que la cebolla se marine un poco y, en general, para que se mezclen los sabores.
