Con su plumaje blanco impecable y esa inconfundible cresta amarilla, las cacatúas crestadas de azufre (Cacatua galerita) parecen sacadas de una postal tropical, no de un vertedero urbano. Sin embargo, en los suburbios de Sídney, estas aves carismáticas han demostrado ser más que decorativas: son verdaderas expertas en resolver problemas… y abrir basureros.
Ahora, un nuevo estudio ha revelado una hazaña aún más asombrosa: una población de estas cacatúas ha aprendido a usar bebederos públicos diseñados para humanos. Y no hablamos de un picoteo casual o un accidente afortunado. Estas aves realizan una secuencia precisa de movimientos con el pico y las patas para accionar los mecanismos de los bebederos y obtener agua. La conducta no solo es inusual, sino que no se ha documentado en ninguna otra especie de ave.
Un hallazgo inesperado en el parque
Todo comenzó en 2018, cuando la ecóloga del comportamiento Barbara Klump, de la Universidad de Viena, observó algo extraño mientras hacía trabajo de campo en el oeste de Sídney. Varias cacatúas esperaban ordenadamente su turno junto a un bebedero público. Lo que parecía una simple reunión de aves curiosas resultó ser una coreografía bien ensayada: una a una, las cacatúas subían al bebedero, colocaban una pata sobre el mango giratorio, usaban su peso para mantenerlo presionado, y bebían del chorro que brotaba.
Para entender mejor este comportamiento, el equipo instaló cámaras activadas por movimiento cerca del bebedero. En poco más de un mes, capturaron más de 500 intentos de las cacatúas por operar el dispositivo. Aunque cada ave tenía su propio “estilo”, todas seguían la misma lógica mecánica: usar patas y pico con una sorprendente coordinación.
Manos, pico y cerebro
Los investigadores subrayan que este tipo de habilidad refleja algo más profundo: la combinación de inteligencia y morfología especializada. Las cacatúas, como otros loros, no solo poseen cerebros grandes en proporción a su cuerpo, sino también una gran destreza manual (o más bien, «pedal», si hablamos de sus patas prensiles). En comparación, aves igualmente inteligentes como los cuervos carecen de la misma capacidad para manipular objetos tan complejos.
A pesar de su destreza, no todos los intentos resultaron exitosos: solo el 41 % de las veces las cacatúas lograron beber agua. En muchos casos, el fracaso se debió a la interrupción por parte de otras cacatúas impacientes. Aun así, la persistencia y creatividad mostradas por estas aves no deja de impresionar.
Cultura entre aves
Uno de los aspectos más fascinantes del estudio es que este comportamiento parece ser una tradición cultural local. Por ahora, solo se ha observado en cacatúas del oeste de Sídney. A diferencia del hábito de hurgar en la basura, que ya se ha extendido a más de 40 suburbios, el uso de bebederos no se ha reportado en otras zonas. Esto sugiere que las condiciones locales, como el tipo de fuente (con mango giratorio en lugar de botón), juegan un papel clave.
Sin embargo, los expertos no descartan que otras poblaciones puedan desarrollar sus propias técnicas para acceder al agua, adaptándose a diferentes diseños. Como señala Klump, estas aves son tan ingeniosas que “en cierto modo, las cacatúas siempre me sorprenden… pero al mismo tiempo, ya no me sorprenden tanto”.
¿A dónde nos lleva esto?
Este hallazgo no solo es encantador: también plantea preguntas profundas sobre la cultura animal, la transmisión social del conocimiento y la adaptación de la fauna silvestre al entorno humano. Las cacatúas crestadas no solo sobreviven en la ciudad; la están conquistando con inteligencia, observación y una notable capacidad de aprendizaje.

