Peter Müllner, Profesor de Ciencia e Ingeniería de Materiales en la Universidad Estatal de Boise, escribe en The Conversation un artículo sobre la importancia mundial de los materiales de ingeniería, desde el virio y el acero hasta los metales de tierras raras. Müllner destaca que los avances en la ciencia de materiales no solo permiten la innovación tecnológica, sino que también transforman la economía global, la política y hasta la vida cotidiana.
Desde los teléfonos móviles hasta las turbinas eólicas, los materiales modernos están en el corazón de casi toda la tecnología que usamos hoy. Uno de los casos más evidentes en el presente es el de los imanes de tierras raras. Estos potentes imanes, hechos a partir de un grupo de 17 elementos como el neodimio, el samario o el disprosio, son imprescindibles para dispositivos como vehículos eléctricos o aerogeneradores. A medida que la sociedad se digitaliza y avanza hacia una energía limpia, la demanda de estos materiales se dispara, lo que genera nuevas tensiones geopolíticas y cambios en el comercio internacional.
Pero este fenómeno no es nuevo. A lo largo de la historia, la disponibilidad de ciertos materiales ha sido un motor silencioso del cambio. Desde el vidrio que revolucionó la ciencia en el Renacimiento hasta el acero que dio forma al mundo industrial, cada avance material ha desencadenado transformaciones sociales profundas.
Vidrio transparente
Un ejemplo temprano es el del vidrio transparente, perfeccionado en el siglo XV por artesanos de la isla de Murano, en Venecia. Al añadir potasa (una sustancia derivada de cenizas vegetales), los vidrieros lograron una transparencia óptica sin precedentes. Esto permitió la fabricación de lentes, que más tarde serían claves en la invención del telescopio y el microscopio. Con estos instrumentos, figuras como Galileo Galilei y Antonie van Leeuwenhoek abrieron nuevas fronteras en la astronomía y la biología, dando origen a la ciencia empírica moderna.
El rey acero
En el siglo XIX, el protagonista fue el acero. Este material, una aleación de hierro con pequeñas cantidades de carbono, se convirtió en la columna vertebral de la Revolución Industrial. Innovaciones como el proceso de Bessemer, que permitió producir acero de forma rápida y económica, impulsaron la construcción de ferrocarriles, edificios, navíos y armamento. El dominio sobre la producción de acero se tradujo en poder político y económico, y esta lógica persiste: entre 1995 y 2015, China pasó de producir el 10 % del acero mundial a más del 50 %.
Tierras raras
Volviendo al presente, la historia se repite con las tierras raras. Aunque no son escasas en la corteza terrestre, estos elementos requieren procesos de extracción y purificación complejos. Hoy en día, China controla la mayor parte de esta capacidad industrial, lo que genera preocupación sobre la dependencia estratégica y la seguridad del suministro.
Müllner insiste en que cada nueva tecnología comienza con una presión social, ya sea por sostenibilidad, eficiencia o defensa. Una vez que un nuevo material demuestra su utilidad, se integra rápidamente a las estructuras tecnológicas y culturales. Así, la ciencia de materiales no solo trata con átomos, sino con cómo esos átomos reorganizan el tejido social.
Comprender esta interacción entre materiales y sociedad es clave para afrontar desafíos como el cambio climático o la seguridad energética. En palabras de Müllner, «cada decisión técnica es, en cierto modo, una decisión cultural», y cada material cuenta una historia que va mucho más allá de su composición química.

