Denís Paredes Roibás »
Durante todo el siglo XX una de las metas del hombre fue el espacio. Para ello desarrollamos distintos cohetes con distintos combustibles. Al principio, ya desde la antigua China, se usaban combustibles sólidos como la pólvora. Más tarde, en el siglo XX se desarrollaron combustibles líquidos que han hecho posible llegar al espacio. Estos se basan en la combinación de un oxidante (normalmente oxigeno liquido) y un combustible (hidrogeno, queroseno, hidracina, metilhidrazina). Pero seguro que no os habéis planteado que se puede utilizar azúcar para elevar un cohete con buenos resultados. La explicación se encuentra una vez más en la química.
El combustible de estos cohetes “dulces” se basa en una mezcla de nitrato potásico (KNO3) y glucosa (C6H12O6) u otro azúcar, que al mezclarlos en las condiciones correctas y encender la mezcla se produce una reacción redox que libera grandes cantidades de calor y gases capaces de propulsar un cohete. Las reacciones son:
2NO3– →2NO2– + O2(g) (reducción)
C6H12O6 +6O2 → 6CO2 (g) + 6H2O (g) (oxidación)
12KNO3 + C6H12O6 → 6CO2 + 6H2O + 12KNO2 (reacción global)
Como observamos, en la reacción por cada mol de azúcar se forman 6 moles de CO2 y 6 moles de H2O en forma de gas que al salir del cohete propulsarán a este.
Este tipo de combustible suele ser usado (entre otros) por aficionados que construyen sus propios cohetes, como esta réplica del Saturno V que nos llevo a la luna, escala 1:10, construida por Steve Eves:
También existe otro proyecto (Sugar Shot to Space) mucho más ambicioso que pretende superar la atmosfera terrestre con un cohete que siga la reacción del nitrato con el azúcar. Es quizá un objetivo muy alto, pero como dijo JFK:
Elegimos ir a la Luna en esta década y hacer las otras cosas no porque sean fáciles, sino porque son difíciles, porque ese objetivo servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y habilidades.